Un entendimiento necesario

La vorágine de la política, la velocidad de los tiempos hace que en muchos casos las posturas políticas defendidas con la mayor vehemencia respondan a análisis demasiado cercanos a la coyuntura del momento y a los intereses próximos partidistas. No se llega así a pensar en la estrategia a medio y largo plazo que, a la larga, es la que justifica la acción política como forma de mejorar la sociedad a la que servimos y favorecer la convivencia de los ciudadanos.

Sin duda por ello, no hace todavía dos años, tras las últimas elecciones al Parlamento de Navarra, Unión del Pueblo Navarro (UPN) en general, y específicamente el presidente Sanz, hubo de sufrir toda clase de comentarios y críticas --en muchos casos efectuados desde el desconocimiento que da la distancia-- por acceder al Gobierno con el apoyo del Partido Socialista de Navarra (PSN). Incluso se llegó a propugnar como solución la repetición de las elecciones cuando la realidad política lo hacía imposible.

Tras la configuración del Gobierno del presidente Sanz, gracias a la abstención, sin pacto alguno, del PSN, UPN defendió la necesidad de entender la singularidad de la situación política de Navarra y, por ello, de disponer de una cierta autonomía respecto a su socio, el Partido Popular, a la hora de fijar las posturas políticas que afectasen a la gobernabilidad de Navarra. De hecho, así llegó a plasmarse en el acuerdo suscrito en los primeros meses del pasado año para renovar el pacto electoral con el PP.

En definitiva, como escribía en estas mismas páginas el pasado mes de octubre, "se trataba de asegurar la gobernabilidad en Navarra, que en el pasado --y previsiblemente en el futuro-- ha estado condicionada por la ausencia de partidos con mayoría y por la amenaza nacionalista. No nos engañemos: en Navarra el futuro, como ha ocurrido hasta ahora, se garantiza únicamente con espacios de colaboración PSN-UPN, UPN-PSN.

La confrontación radical PP-PSOE, llevada a sus últimos extremos, en Navarra aboca a que la alternativa a UPN sea PSN con los demás, es decir, con Na-Bai. Bien cerca lo vivimos hace un año".
Ciertamente la postura de UPN no fue entendida en el ámbito político nacional, y tuvimos que leer y escuchar furibundos y desmedidos ataques tanto al partido como a su Presidente, cuando en su actuación política UPN y Miguel Sanz únicamente trataban de que se entendiese nuestra peculiaridad derivada de la amenaza nacionalista.

Lo que es más grave: nuestro socio, el PP, tampoco quiso entender nuestra singularidad, trasunto de nuestra foralidad, poniendo por delante sus intereses meramente estratégicos y coyunturales frente a la necesidad de consolidar, ahora y para el futuro, la gobernabilidad de Navarra mediante la colaboración, desde sus distintas posiciones políticas e ideológicas, entre quienes defendemos un mismo modelo institucional para Navarra, basado en la defensa de la Constitución y el Amejoramiento del Fuero, esto es, en Navarra UPN y el PSN.

La incomprensión llegó hasta el extremo de romper unilateralmente un pacto que nadie en UPN cuestionaba, sin sujetarse además al procedimiento establecido para ello en el propio pacto.

Ahora, tras las elecciones del 1 de marzo, asistimos con satisfacción al proceso de configuración del Gobierno vasco en el que, curiosamente, y con una elevada dosis de amnesia, nadie cuestiona que es posible la colaboración entre quienes tiene distintas posiciones ideológicas, pero les une lo que entienden esencial: el modelo institucional basado en la Constitución y el Estatuto de autonomía.

Nadie se plantea que en lo económico y lo social pueden estar teóricamente más cerca el PP y el PNV, que en tiempos han compartido presencia en "internacionales" políticas.

Nadie mantiene que, con ello, el PP esté renunciando a ser alternativa al partido socialista (el tiempo, ese extraño juez que da y quita razones...).

Me alegro de todo ello. Además, en lo que respecta a Navarra, no me cabe duda de que un Gobierno presidido por Patxi López va a resultar beneficioso para las relaciones con la Comunidad Autónoma Vasca, es decir, para todos los habitantes de una y otra.

Y va a ser una demostración de algo que puso en evidencia el caso de Navarra, el año pasado: que es posible, y necesario, el entendimiento de los dos grandes partidos nacionales cuando están en juego cuestiones básicas. En el caso del País Vasco, los derechos fundamentales de los ciudadanos, y en España, la necesidad de pactar actuaciones para salir de la crisis económica y para mejorar sectores fundamentales como la Justicia.

No quiero creer, por ello, que para algunos el concepto de la foralidad llegue a mantener que la diferencia está en que lo que ahora vale para el País Vasco no vale para Navarra, máxime cuando la diferencia fundamental es que en Euskadi, con el aplauso de los que nos criticaban, el que va a gobernar es el partido socialista, mientras que en Navarra el que gobierna es UPN. A pesar de la incomprensión de muchos, pero, sin duda, con el apoyo de la gran mayoría de los navarros.

Javier Caballero, vicepresidente primero y consejero de Presidencia, Justicia e Interior del Gobierno de Navarra.