Un esfuerzo que apenas comienza

Cada año nos gastamos 100.000 millones de dólares en ayudas oficiales al desarrollo para combatir la pobreza. Esta cantidad no incluye las donaciones privadas de las distintas organizaciones que trabajan incansablemente en los lugares más recónditos del mundo. Pero ¿han sido efectivas estas ayudas? Nunca sabremos esta respuesta porque no sabemos qué hubiese ocurrido sin ellas. Algunos dicen que sí porque proveen a países necesitados de distintas herramientas para combatir sus achaques, mientras otros dicen que aumenta la dependencia y la corrupción.

Este pasado 14 de octubre el Banco Nacional de Suecia decidió premiar a tres profesores pioneros que se propusieron encontrar cuáles son las soluciones más efectivas y rentables y revolucionar así el sistema de ayudas al desarrollo. Esther Duflo, Abhijit Banerjee y Michael Kremer explotaron el método experimental de ensayos de control aleatorio que permite estimar el impacto de una acción al crear dos grupos. Al ser aleatorios, estos grupos son estadísticamente iguales y la única diferencia entre ellos es que uno recibirá el tratamiento y el otro, no. Por tanto, cualquier discrepancia entre ambos grupos al final del experimento se puede atribuir, con un intervalo de confianza bastante alto, a la intervención y no a otros factores que podrían afectar a ambos grupos como el contexto macroeconómico del país o un desastre natural.

El premio Nobel de Economía recayó en los tres por su “enfoque experimental para aliviar la pobreza global”, como anunció el comité. Duflo y Banerjee son profesores del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT, en sus siglas en inglés) y Kremer de la Universidad de Harvard y han revolucionado la investigación de la economía del desarrollo. Duflo es apenas la segunda mujer y la persona más joven en ser laureada con este galardón desde que se creara en 1968. A sus 46 años la economista francesa ha revolucionado el campo de la investigación de la economía del desarrollo junto con su actual pareja, Banerjee, y Kremer, quienes codirigieron la tesis de la joven Duflo junto con el también economista Joshua Angrist.

Muchos se pueden preguntar qué han aportado estos académicos que no hayan hecho otros muchos en la lucha contra la pobreza que se lleva librando desde hace décadas. En el método radica la novedad. El enfoque aleatorio permite comprobar qué intervenciones son más eficientes para no intentar “matar moscas a cañonazos”.

La profesora Duflo nos da un ejemplo perfecto en una antigua charla de TED de cómo funciona. Después de estudiar varias intervenciones para aumentar la asistencia a clase, ella muestra el impacto en los años de escolarización de invertir 100 dólares en diferentes acciones. Los resultados muestran que programas que intuitivamente se consideran como efectivos como el aumento de la contratación de profesores, comidas y uniformes gratuitos, así como las transferencias de dinero a los hogares para que los niños no tengan que trabajar, acaban siendo menos efectivos que ofrecer medicinas para combatir los parásitos o simplemente informar a los padres de los beneficios de la educación. Porque por mucho que se dé ropa y comida, si los niños están infectados con parásitos, no podrán ir al colegio.

Este método innovador permite a los economistas diseñar programas realistas, cercanos y científicamente probados que acercan a la academia a los actores relevantes sobre el terreno: ONG, colegios, padres y jóvenes.

Sin duda, todos los involucrados en este campo celebramos el gran trabajo de tres grandes economistas. En centros de investigación de todo el mundo como el NCID se sigue el método de control aleatorio promovido por los tres economistas. La concesión del Nobel de Economía a estos tres expertos es un empuje más para continuar con la investigación empírica y contribuir a crear un efecto real en la reducción de la pobreza.

En el caso de Duflo y Banerjee su trabajo ha contribuido directamente a mejoras en la educación de cinco millones de niños en la India y al aumento de subsidios a la salud preventiva en miles de comunidades pobres. En el caso de Kremer, a una revolución en los métodos de enseñanza en Kenia. Pero el trabajo apenas empieza. Por citar uno de muchos ejemplos, según la OMS, la mitad de las muertes de niños de menos de cinco años son prevenibles y en el 2018 sumaron 5.2 millones de muertes. El reconocimiento al trabajo de Banerjee, Duflo y Kremer seguramente abrirá las puertas de instituciones públicas y privadas a muchos otros economistas interesados en hacer de este mundo un lugar más justo y digno. Lo mejor aún está por llegar.

Iván Kim Taveras es investigador junior del Navarra Center for International Development (NCID), centro de investigación del Instituto Cultura y Sociedad de la Universidad de Navarra.

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