Un estatut «¡Como sea!»

Por Wifredo Espina, periodista, abogado y ex director del Centre d´Investigació de la Comunicació de la Generalitat (ABC, 05/12/05):

No nos andemos por las ramas. No nos enredemos enjuegos de palabras. No nos engañen los maquillajes. Ni las promesas de boquilla Ni las medias palabras. Ni las palabras gruesas o vacías. Ni los gestos de ruptura, Ni los berrinches victimistas. Ni las profecías catastrofistas. Vayamos al grano, teniendo muy presenteun elemento de calado que acaba de introducir estos días el señor Zapatero que define su forma de actuar: «!Un acuerdo, como sea!».

Lo que, al fin, realmente interesa es cómo terminará el asunto del Estatut.. Del debate parlamentario se pudo ya sacar una primera orientación bastante clara, que se empezaba a adivinar mucho antes... Está cantado que de la aun reciente euforia nacionalista catalana se ha pasado al recelo y quizás pronto al conformismo. Que, para salvar la cara, se le llamará pactismo.

Tres posturas quedaron definidas en aquel largo, interesante y seguramente terapéutico debate. La de un Zapatero débil y perdida la sonrisa, y muy entregado ! a sus socios para no perder el poder; la de un Rajoy firme, muy intransigente en defensa del Estado de derecho, quizás cosechando votos para internar volver a gobernar; y la de los tres representantes catalanes defendiendo hábil y mansamente sus posturas y  hablando mucho de España por no asustar a la audiencia.

Pero, cada vez más, las promesas y el «sí a todo» del presidente del Gobierno, van derivando hacia un «sí, pero», y cada día este «pero» se está haciendo más amplio y profundo. Una estrategia hábil, pero en el fondo un engaño. Estrategia para sumar socios y ganar el tiempo necesario para que éstos le apoyen en la necesaria aprobación de los Presupuestos Generales del Estado, que le permitan llegar hasta el final del mandato.

El líder de la oposición, buen parlamentario y seguramente más solo entre los grupos -y grupitos- del Parlamento que entre la amplia ciudadanía española, tiene una estrategia contraria.Parte de la cerrada defensa del marco constitucional, que da seguridad a muchos ciudadanos, para luego apuntar la posibilidad de acuerdos entre los dos partidos mayoritarios. Es el «no, pero»,con un «pero» pequeñito.

En el fondo, como casi siempre en las cuestiones que rozan la unidad nacional, PSOE y PP acaban coincidiendo en lo básico.. Al final, habrá una aproximación o, como se dice ahora, una cierta convergencia. Y ¡ojo al parche!, porque desde el «sí, pero», y desde el «no, pero», se le pondrán tantos parches al proyecto de nuevo Estatut tan aclamado -todos aplaudiéndose en pie y con himno incluido, en el Parlament de Catalunya-, que se le habrán evaporado sus esencias! .

Y los representantes catalanes, hábilmente vestidos -unos más que otro- con pieles de cordero, tras muchas discusiones y escenificar grestuales amenazas de ruptura, tendrán que conformarse con sacar alguna tajada del«pecunio» y de «entidad nacional». Así, de aquella extraña euforia se habrá pasado al conformismo.

Más allá de las palabras de unos y de otros, importan los hechos. Es fácil -y engañoso- el «sí a todo», menos el «sí, pero», y queda por cuantificar cuánto «pero». Ha quedado en el reino de lo ambiguo, pero ya hay pistas para atisbarlo. Por esto aquellos aplausos parlamentarios muy pronto han empezado a sonar a hueco y a recelo. Y estamos al comienzo.

Miren ustedes por donde, un micrófono indiscreto le ha jugado a Zapatero una mala pasada durante la penosa cumbre Euomed. Se le ha visto todo a Zapatero. Agobiado por salvar del total fracaso a aquella cumbre, se ha puesto nervioso y ha exclamado con talante de mando a un asesor suyo: «!Un acuerdo, como sea!» ¿Es este el auténtico Zapatero?

Más pronto que tarde, le oiremos exclamar : «Un Estatut, como sea!». ¿Y a quien podrá satisfacer un «Estatut, como sea?» Quizás a los interesados solo en seguir en el cargo, en el poder.