Un Estatut en busca de un Estado

Por Wifredo Espina. Periodista y exdirector del Centre d’Investigació de la Comunicació

Todo lo que está pasando con este Estatut parece –con perdón- el juego de los disparates. Desde un principio hasta el final. Empezó con la frívola promesa de Zapatero de respetar el que saliera del Parlament de Catalunya, que no se ha cumplido; vino la aprobación por el Parlament de un texto quimérico e inviable; siguíó el osado y desleal pacto Zapatero-Mas, y acaba con un referéndum planteado con una pregunta tramposa, porque la convocatoria oficial dice que es un referéndum para la “reforma “, pero propone que los ciudadanos se pronuncien sobre un Estatut “nuevo”, cosa legalmente no prevista y que jurídicamente podría tener consecuencias. Y entre aquel principio y este final, todos conocemos el resto de la película “de ladrones y policías” que, entre todos los geniales actores políticos, nos han echado durante una buena temporada.

¿Cómo se puede decir que es “una reforma” del anterior Estatut un texto que ahora reconoce que Catalunya es una nación, segundos afirman los partidarios del “sí”, como Pasqual Maragall y Artur Mas, que, además, aseguran que cambia el modelo de financiación? . Claro que Carod y varios grupos de intelectuales, economistas, sindicalistas, empresarios y profesionales, partidarios del “no” (como el PP, por otras razones) lo niegan.

¿En qué quedamos? ¿Qué es lo que habrá que votar: una “reforma” (que es lo que prevé la ley) o un “nuevo” Estatut? La pregunta que figura en la papeleta oficial que se ha repartido es una trampa, juega con la ambigüedad, y esto no es limpio – y nuevamente, perdón-. Como no era limpia ni legal –como ha dicho la Junta Electoral- la propaganda que ha hecho del referéndum la Generalitat, que debía mantenerse neutral. Esto ya es demasiado.

Bueno, tal como han ido las cosas, ¿qué más da? Pero sí que es interesante observar que mientras Esquerra Republicana, separatista, y muchos otros nacionalistas que son partidarios del ”no” , argumentan que el nuevo Estatut impedirá que Catalunya vaya hacia la independencia, un político y prestigioso intelectual como Rubert de Ventós, socialista independentista, tan próximo al presidente Maragall, al que se dice que asesora y le prepara algunos discursos, afirma que con el nuevo Estatut se incrementa “y más rápidamente que hasta ahora, el número de ciudadanos que vayan sintiendo Catalunya como un Estado, de hecho si no de derecho”. Y por esto votará con un “sí radical”, porque –dice- “yo no sé si somos una nación, pero sí que voy creyendo que necesitamos un Estado”. Y añade que el nuevo Estatut “no puede hacer sino ampliar las bases del catalanismo y acercarnos eventualmente a una democrática independencia” En consecuencia, se pregunta: “¿cómo votar “no” al Estatut? ¿Será que algunos votarán en contra porque prefieren seguir quejándose o soñando con una independencia de película en lugar de favorecer una de carne y hueso?”.

Pues bien, si este es el espíritu y la estrategia del Estatut que se pone a votación el próximo domingo, ¿cómo es que en la papeleta oficial se habla impropiamente de “reforma “ y no de un “nuevo“ Estatut? Esto es trampa.