Un futuro brillante para las niñas de África

La educación les da a los jóvenes las herramientas que necesitan –desde habilidades cognitivas y sociales hasta confianza en sí mismos- para triunfar en la vida. En muchos países africanos, incluido mi país natal, Zambia, las crecientes poblaciones juveniles hacen que ofrecer educación de alta calidad sea de especial urgencia. Pero el éxito sólo será posible con un enfoque nítido en las niñas y las mujeres.

La educación juega un papel central a la hora de determinar la capacidad de las niñas y las mujeres para reclamar derechos económicos, sociales y políticos y un estatus en la sociedad. Por este motivo es tan importante que los países coloquen la educación y el empoderamiento de las niñas y las mujeres en lo alto de sus agendas políticas.

En el caso de Zambia, esa decisión ya está dando resultados. Las mujeres hoy ocupan posiciones de poder que antes estaban dominadas por los hombres, entre ellas el

Presidente de la Corte Suprema, el jefe de la Comisión para el Control de Drogas, el presidente de la Corte Constitucional, el vicepresidente y el ministro de Finanzas. El presidente de Zambia, Edgar Lungu, está experimentando su propio momento “las chicas de Blair” (el primer ministro británico Tony Blair en una ocasión fue fotografiado rodeado de 96 de las 101 mujeres parlamentarias elegidas para la Cámara de las Comunes en 1997) sin el eslogan paternalista.

Por supuesto, promover la igualdad de género no sólo tiene que ver con que las mujeres lleguen a los niveles más altos del poder. No todos quieren o pueden ser un CEO o un líder político. La igualdad de género tiene que ver, fundamentalmente, con la elección: darles a las mujeres las mismas oportunidades de las que gozan los hombres. La educación les da a las niñas y a las mujeres el conocimiento que necesitan para tomar decisiones informadas sobre la vida que quieren llevar –ser un ama de casa o una investigadora científica, por ejemplo, la dueña de un pequeño negocio o la directora de una corporación multinacional- y las capacidades que necesitan para lograrlo.

Para respaldar este esfuerzo, el gobierno de Zambia ha aumentado su inversión en la construcción de escuelas secundarias técnicas para niñas. Es más, para impulsar la calidad de la educación, ha venido contratando maestros, con un especial interés en que sean mujeres. Hasta el momento, han sido contratadas 1.265 maestras, comparado con 744 maestros.

El gobierno de Zambia también ha fortalecido su “política de reincorporación”, centrada en ayudar a las madres jóvenes a regresar a la escuela después del alumbramiento. Y está reforzando sus esfuerzos con legislación, que incluye la Ley de Equidad e Igualdad de Género y una enmienda a la Ley Constitucional de Zambia. Un proyecto de ley para disminuir la violencia sexual y basada en género también está en cartera.

El progreso de Zambia cuestiona las presunciones de las personas de afuera sobre lo que significa ser una mujer en África. Debería servir como modelo para los países vecinos que buscan fomentar el desarrollo mejorando la igualdad de género, y como fuente de esperanza para las niñas y las mujeres en todas partes, brindándoles la confianza para soñar en grande.

Pero nuestro trabajo está muy lejos de haber terminado. No sólo necesitamos que más mujeres desempeñen papeles decisivos en todos los niveles de la sociedad; también debemos cerrar las brechas en materia de logros educativos entre, digamos, las niñas urbanas y rurales.

De todos modos, el futuro se muestra brillante. Por un lado, con la adopción del Objetivo de Desarrollo Sostenible 4, los estados miembro de las Naciones Unidas se han comprometido a “garantizar una educación de calidad inclusiva y equitativa y promover las oportunidades de aprendizaje de por vida para todos” en 2030, con un interés especial en eliminar las disparidades de género.

Por otro lado, hay figuras de alto perfil que han utilizado su influencia para fomentar iniciativas que promueven la educación –y, en especial, la educación de las niñas-. En particular, Meghan, la duquesa de Sussex, hoy es mecenas de la Asociación de las Universidades de la Commonwealth, la única organización acreditada que representa la educación superior (más de 500 universidades) en más de 50 países de la Commonwealth. Entre las áreas principales de trabajo de la AUC está la equidad de género.

Esta es una misión evidente para la duquesa, una feminista declarada, que ha utilizado su plataforma para alentar el empoderamiento de las mujeres jóvenes, inclusive a través de la educación. Por ejemplo, frente a un grupo de estudiantes de la Universidad del Pacífico Sur en Fiji en octubre pasado, declaró: “Todos deberían tener la oportunidad de recibir la educación que quieren, pero más importante, la educación que tienen derecho a recibir”. Luego subrayó la importancia adicional de este objetivo para “las mujeres y las niñas en los países en desarrollo”.

La duquesa anteriormente ha trabajado con organizaciones como One World Vision y ha sido embajadora para ONU-Mujeres. Quizá más importante, tiene la calidad estelar que capta la atención de los jóvenes. Con su historia personal cautivante –en la que encontró su propio éxito, puso en práctica sus valores y desafió las expectativas- es el epitoma de la mujer moderna, y una aspiración para las niñas y las mujeres en toda África.

El apoyo de figuras como la duquesa de Sussex, junto con un fuerte compromiso de los gobiernos y las ONGs, sugiere que el futuro de nuestras jóvenes es brillante. Ahora más que nunca, las mujeres africanas pueden aspirar a vidas que ellas mismas puedan elegir.

Nkandu Luo is Minister of Higher Education for the Government of Zambia.

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