Un G7 para reconstruir la alianza occidental frente a Putin

Ahora que los líderes estadounidenses y europeos se dirigen a la cumbre del G7 en Alemania esta semana, parece que llevarán un mandato político para endurecer las medidas económicas vigentes contra la agresión de Rusia, y para explorar mayores niveles de cooperación que permitan privar a Putin de algunos de sus recursos con los que seguir financiando la guerra.

A ambos lados del Atlántico, parece haber un entendimiento –y aceptación– entre los votantes de que pagarán un precio económico por la defensa de la soberanía de Ucrania y el nuevo orden internacional reglado. Pero tres meses después del inicio del conflicto, y con el impacto económico de sus políticas aún por medir, los líderes políticos deben estar preparados para un mandato debilitado.

Para el G7 esto ofrece una ventana de oportunidad única y potencialmente corta para dar nueva vida a la alianza occidental. El cálculo de Vladímir Putin, de que podría hacer retroceder a la OTAN desde sus fronteras orientales y abrir una brecha entre sus países miembros, ha fracasado espectacularmente hasta ahora.

En lugar de crear división en Occidente, ha sembrado unidad. Sus acciones han revitalizado la cooperación entre los aliados de la OTAN, han llevado a la imposición de sanciones sin precedentes y han restablecido un sentido de propósito en la alianza transatlántica que no se veía desde principios de la década de 2000.

El asalto a Ucrania también ha fortalecido, paradójicamente, las defensas de Europa, al llevar a Suecia y Finlandia a presentar solicitudes a la OTAN, lo que en última instancia acercará a la alianza a las fronteras de Rusia. Lejos de estar en situación de "muerte cerebral", la OTAN goza ahora de buena salud.

Una nueva encuesta, encargada por el Consejo de Asuntos Globales de Chicago en los Estados Unidos y el Consejo Europeo de Relaciones Exteriores (ECFR), muestra que hay muchas similitudes en la forma en que los europeos y los estadounidenses ven el conflicto en Ucrania y las medidas que están dispuestos a aprobar en respuesta a él.

Una conclusión clave en ambas encuestas es el enorme respaldo público a Ucrania y la creencia de que es intrínsecamente una parte de Occidente. A pesar de los altos riesgos y el potencial de escalada bélica, descubrimos que la mitad de los europeos y las tres cuartas partes de los estadounidenses apoyan la idea de que Ucrania sea admitida en la OTAN. Sólo entre los europeos, una clara mayoría también estaba a favor de la oferta de Ucrania de unirse a la UE.

Los estadounidenses y los europeos también parecen dispuestos a asumir el coste financiero del apoyo a Ucrania. En todos los países encuestados amplias mayorías expresaron la opinión de que el aumento de las sanciones económicas y diplomáticas contra Rusia (77 por ciento en los Estados Unidos y 70 por ciento en toda Europa) está justificado, al igual que el envío de ayuda económica y militar a Ucrania. El 36 por ciento de los encuestados en los Estados Unidos y un promedio del 30 por ciento en Europa también respaldan la idea de enviar tropas para luchar en defensa de Ucrania.

"El G7 de esta semana debe verse como una oportunidad única para implementar medidas que acaben por desalentar los planes de Putin en su búsqueda de un conflicto prolongado"

Esto debería animar al liderazgo político en Ucrania y a sus ciudadanos. Sin embargo, es un estado de ánimo que es poco probable que se mantenga si la guerra se prolonga y los costes económicos de las sanciones continúan subiendo.

En la encuesta de ECFR, el 35 por ciento de los encuestados, la agrupación más grande, ya se encuentra dentro de un "campo de paz" de votantes que quieren que la guerra termine lo más rápido posible, incluso si eso significa concesiones a Putin.Y en los Estados Unidos, una encuesta reciente encontró que es cada vez más probable que los estadounidenses prioricen limitar el daño a la economía de los Estados Unidos sobre sancionar a Rusia de la manera más efectiva posible por la invasión de Ucrania.

Por lo tanto, el G7 de esta semana debe verse como una oportunidad única para implementar medidas que acaben por desalentar los planes de Putin en su búsqueda de un conflicto prolongado. Para honrar la feroz lucha que está librando Ucrania y aprovechar la presión económica que las sanciones internacionales han impuesto, el G7 necesita ahora intensificar el apoyo militar y endurecer el paquete de sanciones.

Una alianza transatlántica sólida por sí sola no será suficiente para movilizar al sistema internacional hacia la rendición de cuentas a Rusia por sus acciones sobre Ucrania. Pero puede formar una base sólida desde la cual presionar a otros socios globales para que se unan y mantengan viva la posibilidad de armonizar la paz con la justicia.

Susi Dennison es la directora del programa European Power del Consejo Europeo de Relaciones Exteriores (ECFR).  Dina Smeltz es investigadora principal de opinión pública y política exterior en el Consejo de Asuntos Globales de Chicago.

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