Un horizonte compartido

Por Joan Saura, conseller de Relacions Institucionals i Participació, y presidente de ICV (EL PERIÓDICO, 02/10/05):

Lo hemos conseguido. El Parlament ha aprobado, con casi el 90% de los votos favorables, el proyecto de nuevo Estatut. Es un acontecimiento histórico. Por primera vez Catalunya elabora un Estatut en un largo periodo de normalidad democrática y con sus instituciones plenamente constituidas y en funcionamiento. Es el momento de expresar alegría y orgullo, porque, al igual que hace 26 años cuando se aprobó el Estatut de Sau, la mayoría de las fuerzas políticas catalanas han demostrado tener sentido de la historia, conocedoras de la oportunidad que tenemos y que no podíamos echar a perder.

El nuevo Estatut es una herramienta para modernizar el país, definir un proyecto de país avanzado y un horizonte de futuro compartido. La Catalunya de hoy es muy diferente a la Catalunya de 1979. Entonces salíamos de una dictadura, no pertenecíamos a la Comunidad Económica Europea y nuestros partidos no tenían experiencia política institucional. Ahora tenemos la capacidad que dan 26 años de autogobierno, conocemos su potencialidad y sus limitaciones; somos miembros de la Unión Europea; han aparecido fenómenos como la inmigración, las nuevas tecnologías o la crisis ecológica, y existe una nueva generación que no vivió la transición. En un país plural como el nuestro, con proyectos políticos legítimamente confrontados y que forma parte de un Estado compuesto como España, la norma fundamental, el nuevo Estatut, es, en esencia, un gran pacto. Un pacto en la sociedad catalana y un pacto con el Estado. El Estatut incorpora con el título de derechos y deberes y principios rectores una dimensión social a la construcción nacional que responde a las aportaciones realizadas por la sociedad civil catalana. Crea un espacio nacional de derechos sociales que va más allá de los enunciados en la Constitución española y que se encuentra entre los más avanzados de Europa. El nuevo Estatut no es solamente un listado exhaustivo de competencias, es un Estatut que habla de los derechos de los trabajadores, de las familias, de las mujeres, de la gente mayor, de los jóvenes y de la inmigración. Un Estatut que incorpora las preocupaciones y las aspiraciones de los ciudadanos: acceso a la vivienda, sostenibilidad ecológica, fomento de la paz, enseñanza de calidad, acceso a la sanidad, a la cultura, o la memoria histórica y la lucha contra la exclusión social, entre los objetivos de las políticas públicas. Un Estatut, en definitiva, pensado, como diría Manuel Vázquez Montalbán, por la nación real de los ciudadanos.

Y EL ESTATUT también es un pacto con el Estado. Catalunya reclama al Estado más autogobierno, más recursos y el reconocimiento como nación. Y ofrece implicación en un proyecto común de Estado, un proyecto común que tiene que abordar el camino federal para resolver el encaje de su realidad plurinacional. El nuevo Estatut no es una amenaza para nadie, es una oportunidad de mejorar el autogobierno y de fijar las bases para resolver uno de los grandes problemas históricos de España: la falta de reconocimiento de la pluralidad nacional del Estado. La elaboración del Estatut ha sido larga, demasiado larga: 19 meses desde que se constituyó la ponencia parlamentaria. Un proceso con mucho ruido mediático, donde demasiado a menudo han predominado más las diferencias que las coincidencias, lo que nos separaba más que lo que nos unía. Hasta el punto de provocar cansancio entre la ciudadanía y tapar lo que es esencial: el nuevo Estatut no es sólo un asunto de los políticos, es un asunto del conjunto de la sociedad catalana, porque el objetivo fundamental del nuevo Estatut es mejorar las condiciones de vida de las personas que viven y trabajan en Catalunya. Ahora tenemos la oportunidad y la responsabilidad de cambiar esta situación. Sin duda, la unidad demostrada estos días por las fuerzas políticas que han apoyado el Estatut es un buen principio. En este sentido el Govern ha iniciado una campaña cuyo eslogan es Los tiempos cambian, cambia el Estatut, que tiene como objetivo explicar a la ciudadanía los contenidos del proyecto y su significado histórico. El paso siguiente es hacer una buena tramitación del Estatut en las Cortes. Una tramitación que no será nada fácil, que tiene que ser lo más corta posible y cuyo éxito depende de tres cosas imprescindibles: la unidad de las fuerzas políticas catalanas, la búsqueda de complicidades en el Estado y la movilización ciudadana. La de sindicatos, empresarios, entidades culturales de todo tipo, organizaciones de mujeres y colegios profesionales. La movilización de toda una sociedad que comparte el nuevo horizonte que representa el Estatut.