Un largo camino aún por recorrer

Por Marco Vicenzino, analista político y especialista en relaciones internacionales (EL MUNDO, 31/01/05):

Las elecciones de ayer suponen la continuación del traspaso de poderes que comenzó a finales de junio de 2004. Está previsto que el proceso culmine en diciembre de 2005, con los comicios que deben designar al nuevo Parlamento iraquí y la restauración de la completa soberanía. El nuevo Gobierno que ha de surgir de estas elecciones tiene que acometer tareas esenciales.

Por lo pronto, el pueblo iraquí votará la nueva Constitución en un referéndum nacional programado para septiembre de 2005.Las negociaciones entre los diferentes grupos étnicos y religiosos van a ser difíciles, particularmente entre la comunidad chií mayoritaria (aproximadamente el 60% de la población) y la bien organizada minoría kurda (en torno al 20%) en relación a los asuntos territoriales y de devolución del poder. Los kurdos tratarán de ampliar las fronteras de la región autónoma que esperan que se les reconozca en un Irak federal hasta incluir la ciudad de Kirkuk, el centro petrolífero del norte de Irak, que reclaman como capital histórica.

El frágil equilibrio étnico de Kirkuk constituye un polvorín: Turquía, que codicia el petróleo de la zona, tiene una actitud protectora hacia la minoría turca de la ciudad y alberga un temor ancestral a las aspiraciones separatistas de los kurdos, que podrían contagiarse a la significativa minoría kurda que vive en su propio territorio. Además, después de más de una década de independencia de hecho, los kurdos no están dispuestos a ceder su autonomía a un Gobierno central chií.

Implicar a la comunidad suní (el 20% de la población) en el proceso seguirá siendo el mayor reto político del Ejecutivo. Los suníes tienen miedo a un futuro en el que, por primera vez, no serán ellos quienes dominen, y a quedar encasillados en el estatus de minoría. Entre ellos existe una férrea oposición a la presencia extranjera en la región, que deriva de una explosiva combinación de fervor religioso y nacionalismo militante. El nuevo Gobierno tiene que aislar a los elementos más radicales y atraerse a la mayoría moderada, temerosa de sufrir represalias por parte de la insurgencia, a través de estímulos y promesas de que disfrutarán del mismo estatus, los mismos derechos y las mismas oportunidades.Debe reservar a los suníes un número suficiente de escaños en la Asamblea Constitucional y designar a algunos de sus dirigentes para puestos destacados. Sin su participación, no puede haber paz en Irak.

El otro escenario posible es la guerra civil, la desintegración y la libanización del país. Como Afganistán en los años 90, Irak podría convertirse en un refugio de integristas. Pero, a diferencia de Afganistán, Irak posee la segunda mayor reserva de petróleo del planeta. Teniendo un acceso directo a los beneficios, los terroristas podrían financiar acciones letales a lo largo y ancho del mundo.

El otro gran desafío práctico del nuevo Gobierno será ampliar sus Fuerzas de Seguridad y mejorar su capacidad operativa. Necesita desesperadamente la colaboración de más asesores e instructores militares de EEUU y otros países de la OTAN. El compromiso militar de EEUU continuará haciéndose fundamental para el futuro de Irak.Está obligado a proporcionar todos los recursos necesarios para asegurar que Irak salga del caos en que se encuentra. Los líderes del nuevo Gobierno, a su vez, tendrán que convencer a los iraquíes de a pie de que son capaces de abortar la actual espiral de violencia en una parte importante del territorio nacional.

¿Y los países vecinos? Irán aspira a una mayor influencia de los clérigos chiíes en el nuevo Gabinete iraquí, mientras que la principal preocupación de Arabia Saudí tiene que ver con las actividades de los integristas suníes que puedan intentar cruzar la frontera e influir sobre los chiíes descontentos de su territorio.Siria tendrá suficiente con decir que apoya la intervención estadounidense pero sin implicarse más, mientras vigila con sumo cuidado a sus propios extremistas, que también atraviesan la frontera con Irak.Finalmente, Jordania desea una mayor estabilidad iraquí, que le proporcione suculentos beneficios económicos gracias al aumento del comercio a través del puerto de Aqaba.

Probablemente, los chíies moderados dominarán el Ejecutivo en coalición con los kurdos, y estarán sometidos a una notable influencia de los clérigos de aquel colectivo. Hasta ahora, los chiíes moderados han contenido a sus elementos más radicales, toleran la presencia de Estados Unidos y se dan cuenta de la importancia que tiene para evitar la guerra civil. Sin embargo, quieren ver una reducción significativa de las tropas norteamericanas y, por fin, su retirada definitiva cuando se recupere cierta normalidad y estabilidad.