Un nuevo enfoque para el financiamiento de infraestructuras

Un nuevo enfoque para el financiamiento de infraestructuras

En Estados Unidos han introducido una legislación que, de promulgarse, crearía una nueva institución financiera de desarrollo (DFI, por sus siglas en inglés) para reemplazar a la Corporación de Inversión Privada en el Extranjero. A diferencia de su predecesora, la nueva agencia podría realizar inversiones de capital, una reforma que refleja el creciente reconocimiento global de que las participaciones en la propiedad son un componente esencial del financiamiento para el desarrollo sostenible.

Pero por importante que sea, este cambio en las finanzas para el desarrollo -en los Estados Unidos y en otros lugares- no resolverá uno de los principales desafíos que enfrenta el Sur Global: la escasez de inversión en infraestructura. Para abordar este déficit, es posible que necesitemos un enfoque completamente nuevo.

Para alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de las Naciones Unidas, los bancos multilaterales de desarrollo (BMD) y sus filiales del sector privado, las DFIs, se han comprometido a aumentar el financiamiento privado hasta un 35% en los próximos tres años. Para respaldar las inversiones en infraestructura, los BMD han ampliado sus ofertas de mitigación de riesgos para inversores privados, junto con otras medidas importantes. Sin embargo, solo han realizado inversiones limitadas al capital, y se han centrado en pequeñas y medianas empresas de mercados emergentes.

¿No deberíamos dejar que el capital para infraestructuras lo manejara el sector privado? Si bien los activos de infraestructura tienen la ventaja de proporcionar flujos de ingresos estables a largo plazo, las primeras etapas de la mayoría de los grandes proyectos conllevan mayores niveles de riesgo. Cuando los proyectos superan el presupuesto, se retrasan o no generan los retornos esperados, los inversores son quienes salen perjudicados. Entonces, en lugar de invertir en nuevos proyectos, los inversores privados tienden a preferir canalizar su dinero hacia la infraestructura operativa que ya está generando ingresos estables.

Una muestra de esta aversión al riesgo es que el número de proyectos en marcha en todo el mundo se ha mantenido constante en los últimos años, a pesar de que el interés en las inversiones en infraestructura se ha disparado, causando que aumenten los valores de los acuerdos. Además, en las últimas décadas más del 70% de la inversión en infraestructura del sector privado se ha canalizado hacia las economías avanzadas, según McKinsey.

Para aumentar su impacto, los BMD y DFI necesitan destinar mucho más capital a las etapas de preparación y construcción, justamente cuando el sector privado invierte menos. Si bien los préstamos y los instrumentos de mitigación de riesgos son necesarios, no son suficientes, ya que generalmente se establecen después de que un proyecto está completamente documentado y calificado de "financiable".

Por contra, los inversores de capital riesgo con frecuencia desempeñan un papel central en las primeras etapas de un proyecto: la fase inicial de estructuración técnica y financiera. Si no se cuenta con inversión de capital, los proyectos potencialmente rentables nunca llegarán a la etapa de "financiables”, en la que se puede asegurar el financiamiento de la deuda y la mitigación de los riesgos. Sin embargo, aunque los inversores de capital son los últimos en ser reembolsados en caso de que falle el proyecto, son quienes asumen un riesgo mayor.

Para aumentar la participación de los mercados emergentes en las inversiones en infraestructura, el mundo necesita más "capital paciente" de inversores dispuestos a asumir esos riesgos iniciales y esperar más tiempo a que maduren sus inversiones. Si el sector privado no llena este vacío, la responsabilidad recae en los MDB y DFI, que, por definición, existen para este fin.

A pesar de que ciertas inversiones de los MDB y DFI están destinadas a las etapas iniciales, como los fondos del Silk Road Fund de China, el Banco Mundial y la Corporación Financiera Internacional, dicho financiamiento está eclipsado por la demanda. Los BMD y DFI podrían aumentar rápidamente su contribución canalizando parte de su capital a través de instituciones financieras públicas que ya realizan este tipo de inversión.

Los fondos de inversión estratégicos pueden tener la respuesta. Estos fondos, que son propiedad total o parcial de gobiernos u otras instituciones públicas, invierten de acuerdo a un "doble resultado final", que se mide a través impacto social y ambiental. En la última década, se han establecido casi tres docenas de fondos de inversión estratégicos en todo el mundo, en economías tan diversas como India, Irlanda, Filipinas y Senegal.

Se trata de inversores de capital riesgo que operan como intermediarios entre el sector público y privado, a menudo de forma independiente, pero que se adhieren a un mandato definido por el gobierno. Dotados principalmente de profesionales del sector privado, muchos han logrado altos niveles de co-inversión, ampliando así el capital disponible para las inversiones en infraestructura. Por ejemplo, en octubre de 2017 el Fondo Nacional de Inversión e Infraestructura de India anunció un acuerdo de mil millones de dólares con una unidad de la Autoridad de Inversiones de Abu Dhabi, uno de los fondos de riqueza soberana más grandes del mundo. El acuerdo ayudará a India a financiar la mejora de infraestructura críticas.

Como tenedores de capital público, los BMD y DFI pueden convertir los activos en "patrimonio paciente”, mediante el uso de capital a través de fondos de inversión estratégicos. También pueden otorgar préstamos para que los gobiernos capitalicen sus fondos de inversión estratégicos, capitalizar los fondos directamente o co-invertir en los proyectos. Al dirigir el capital a los actores más fuertes, cada entidad podría promover la integridad e incentivar la competencia. Si bien algunas instituciones financieras de desarrollo, como el Banco Asiático de Desarrollo y el Banco Europeo de Inversiones, ya están usando fondos de inversión estratégicos, aún existe un espacio considerable para su crecimiento.

Los BMD y DFI han aumentado acertadamente sus esfuerzos para movilizar capital privado. El cambio hacia las inversiones para etapas iniciales de los proyectos de infraestructura, y el compromiso con los fondos de inversión estratégicos, podría fortalecer significativamente su capacidad y aumentar la probabilidad de alcanzar los ODS.

Justin Yifu Lin, former Chief Economist of the World Bank, is Director of the Center for New Structural Economics, Dean of the Institute of South-South Cooperation and Development, and Honorary Dean at the National School of Development, Peking University. His recent books include Going Beyond Aid: Development Cooperation for Structural Transformation and Beating the Odds: Jump-starting Developing Countries.
Håvard Halland is a visiting scholar at the Stanford Global Projects Center (GPC) at Stanford University.
Yan Wang is a senior fellow at the Center for New Structural Economics, Peking University.

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