Un nuevo modelo bajo en CO2

Sabíamos que acordar una solución global para el cambio climático no iba a ser una tarea fácil. Pero intentamos hacer algo que ninguna generación había hecho antes: invertir con carácter permanente el aumento de las emisiones de gases de efecto invernadero. Esto no solo es importante para nuestro futuro, lo es ahora, pues ya empezamos a observar los efectos en todos los continentes. Hay señales del avance de las sequías que afectan a la producción de alimentos, y también de la subida del nivel del mar en todo el mundo debido al deshielo y al calentamiento de los océanos. Informes científicos sugieren que en la zona mediterránea, España incluida, un clima cada vez más seco tendrá impactos importantes en los ciclos de las cosechas, mientras que las áreas costeras se verán afectadas por el aumento del nivel del mar y la erosión del litoral.

Por este emotivo, era tan importante la conferencia de Naciones Unidas sobre el cambio climático celebrada el pasado mes de diciembre en Copenhague. Por primera vez se reunieron todos los países del planeta y se presentó la oportunidad de que todos ellos, tanto los desarrollados como los que están en vías de desarrollo, se pusieran de acuerdo en la necesidad de adoptar medidas. Es cierto que en la conferencia no se produjo el acuerdo global que el Reino Unido y España buscábamos. Debemos redoblar nuestros esfuerzos para obtener un tratado jurídicamente vinculante que ofrezca a todos la seguridad que necesitamos, y concluir los asuntos pendientes de Copenhague. Dicho esto, Copenhague sí fue un paso hacia adelante que no debiera subestimarse. Se produjeron avances considerables en materia financiera, de reducción de las emisiones y de verificación.
Por primera vez, como parte del acuerdo de Copenhague, los principales países en vías de desarrollo, así como los desarrollados, suscribieron un acuerdo internacional que aborda la cuestión de las emisiones. Este estipula que estos compromisos deben presentarse públicamente en los próximos días. El acuerdo reconoce la evidencia científica que afirma que debemos evitar un calentamiento superior a los 2°C. También por primera vez se acordó un procedimiento internacional de medición, divulgación y verificación (MDV). Los avances obtenidos relativos a los compromisos se someterán en cada país a un proceso de análisis independiente.
Este año, los adelantos logrados que recoge el acuerdo en materia de financiación empezarán a ayudar a las personas en los países en vías de desarrollo. A partir del 2010, y durante los próximos tres años, el acuerdo dispondrá de unos fondos de hasta 30.000 millones de dólares para la asistencia fast-start (inmediata). Cara al futuro, establece unos planes de flujos financieros por un valor de hasta 100.000 millones de dólares y un equipo de trabajo para identificar fuentes sostenibles de financiación. Este es un principio. La comunidad internacional tendrá que ir mucho más lejos. Así es que durante las semanas y los meses venideros, el Reino Unido procurará ampliar, fortalecer y profundizar el acuerdo. Deseamos ampliarlo aumentando el número de países que se adhieran a él. Queremos profundizarlo asegurando que aspiramos a la meta más ambiciosa en cuanto a los recortes de emisiones.
Para Europa esto significa, siempre que otros países también tengan grandes ambiciones, llevar adelante nuestro compromiso de pasar en el 2020 del 20% al 30% de reducción de emisiones en comparación con el nivel de 1990. Además, queremos fortalecer el acuerdo reanudando la senda hacia un acuerdo jurídicamente vinculante. Pero la solución a nuestros problemas climáticos no llegará solamente a través de los acuerdos internacionales, sino que depende de las medidas adoptadas por todos y cada uno de los gobiernos. También debemos seguir adelante en ese frente.
En el Reino Unido no nos apartarán de nuestro plan de reducir nuestras emisiones en un 34% antes del 2020, en comparación con los niveles alcanzados en 1990. De hecho, las previsiones actuales indican que incluso podemos llegar más lejos. Lo estamos haciendo no solo porque es lo correcto para el medioambiente, sino porque también lo es para nuestra economía y seguridad energética.

Las nuevas industrias del futuro con un bajo nivel de emisión de CO2 serán fundamentales para el crecimiento económico. Así es que seguiremos adelante con los planes para la producción de carbón limpio, para una nueva energía nuclear y para lograr un aumento importante de las fuentes renovables de energía. Seguiremos ayudando a los ciudadanos británicos a desperdiciar menos energía, así como a fomentar unos medios de transporte más respetuosos con el medioambiente, entre ellos, los coches eléctricos.
Si bien la cumbre de Copenhague no ofreció la solución global que esperaba la mayoría, no debemos dejar que la frustración de esas dos semanas ensombrezca el cambio histórico alcanzado el año pasado. Hoy existe una tendencia irreversible hacia un modelo nuevo bajo en CO2. La labor para encontrar una solución ha comenzado, continuará a lo largo de este año y, al final, triunfará.

Ed Miliband, ministro británico de Energía y de Cambio Climático.