Un nuevo modelo para la Nueva Europa

Hace cinco años, Europa Central y del Este era el escenario de una de las historias de crecimiento más impresionantes del mundo. El crecimiento anual de su PBI era cercano al 5 %, a escasa distancia del chino y el indio. La inversión directa extranjera llovía sobre Bulgaria, Croacia, la República Checa, Hungría, Polonia, Rumania, Eslovaquia y Eslovenia, a un ritmo superior a los $40 mil millones anuales. Uno de cada seis automóviles vendidos en la gran Europa era exportado desde fábricas en la región. La productividad y el PBI per cápita aumentaban con brío, reduciendo la brecha con Europa Occidental.

Un nuevo modelo para la Nueva Europa

Pero la región ha tenido problemas para recuperar su impulso desde la crisis financiera mundial y la posterior recesión. Las tasas de crecimiento económico han caído a menos de un tercio de sus valores previos a la crisis. La inversión extranjera directa (IED), que se desplomó el 75 % de 2008 a 2009, solo se ha recuperado parcialmente.

De hecho, parece que la región ha desaparecido del radar de los negocios y los inversores globales. Sin embargo nuestra nueva investigación ha descubierto que los atributos que tornaron tan atractiva a la región se mantienen intactos.

El crecimiento y la IED aún están deprimidos pero, en general, la región ha capeado la crisis y se encuentra en una situación relativamente buena. En la mayoría de los países, la relación entre la deuda pública y el PBI no ha superado el 60 % desde 2004, un marcado contraste con muchos de los 15 países que constituían la Unión Europea antes de ese año. Y estos países en su conjunto cuentan con una fuerza de trabajo altamente capacitada y niveles salariales un 75 % menores, en promedio, que los de las economías de la UE-15.

Al mismo tiempo, la región participó en algunos de los mismos excesos –notablemente en el mercado inmobiliario– que ayudaron a desatar la crisis. En Rumania, los precios de los inmuebles aumentaron el 23 % anual entre 2004 y 2007. Y, a pesar de marcadas mejoras en el entorno de negocios en toda la región, estas economías se encuentran por detrás de sus vecinos de la EU-15 en términos de corrupción (aunque en mejor situación que otras economías emergentes como China, India, Brasil y Rusia).

Más importante aún es que la crisis expuso debilidades significativas en el modelo económico regional: una excesiva dependencia de las exportaciones a Europa Occidental y un elevado nivel de consumo respecto de otras regiones en desarrollo, impulsado por el endeudamiento y una fuerte dependencia de la IED para financiar las inversiones de capital.

Pero Europa Central y del Este puede crear un nuevo modelo que para nosotros le permitiría regresar a tasas de crecimiento del PBI del 4-5 %. Este modelo tiene tres componentes principales: ampliar y mejorar las exportaciones; aumentar la productividad en sectores donde es débil; y reactivar la IED mientras se desarrollan formas para que las economías de la región financien más de su propio crecimiento a través de un aumento del ahorro interno.

La región tiene una gran oportunidad para aumentar el valor de sus exportaciones de bienes y servicios. Por ejemplo, está bien posicionada para convertirse en un nodo regional de procesamiento de alimentos para la gran Europa y más allá. Los salarios en la región aún son lo suficientemente bajos como para que las salchichas fabricadas en Polonia y vendidas en Berlín cuesten aproximadamente un 40 % menos que las fabricadas en Hamburgo.

La región ya es exportadora neta de bienes «intensivos en conocimiento», como automóviles y productos aeroespaciales. Podría incursionar en áreas aún más sofisticadas con inversiones adicionales en educación y un mayor desarrollo de conglomerados industriales, como Dolina Lotnicza (el Valle de la Aviación) en el sureste de Polonia.

Una oportunidad promisoria reside en los servicios intensivos en conocimiento. Liderada por Polonia, la región es un sitio cada vez más importante para la tercerización y la deslocalización del trabajo. Su sector de tercerización está creciendo el doble de rápido que el de India.

Pero podría haber todavía mayores probabilidades crecimiento si se consideran dos tendencias asiáticas: el aumento de los costos salariales y la creciente preocupación entre los clientes occidentales de tercerizaciones sobre la persistencia de problemas culturales e idiomáticos.

Europa Central y del Este está bien ubicada para beneficiarse por estas tendencias, dadas sus sólidas habilidades idiomáticas y familiaridad cultural con clientes europeos y norteamericanos. La región también está varios husos horarios más próxima a los clientes europeos y estadounidenses que las empresas asiáticas.

Varios sectores también están maduros para mejorar su productividad. En la construcción, que es un sector altamente informal, la productividad es el 31 % menor que en la UE-15. La productividad también es baja en la agricultura, debido al predominio de pequeñas granjas que no se han mecanizado mucho. Abrir el sector agrícola a la inversión extranjera ayudaría a aumentar el tamaño promedio de las granjas y a introducir métodos más modernos.

Los sectores «de redes», como los servicios eléctricos y ferroviarios, han sido privatizados parcialmente en la mayor parte de la región. Abrirlos más a la competencia y los incentivos al mercado ayudaría a aumentar su productividad.

Para reducir la dependencia del endeudamiento para el consumo y los caprichos de la entrada de IED, las tasas de ahorro interno de la región deben aumentar una vez que la demanda se recupere. Una reforma jubilatoria y un mayor desarrollo de los mercados financieros también ayudarían.

Un nuevo modelo para la Nueva Europa

Implementar los componentes de este modelo de crecimiento para Europa Central y del Este requerirá más reformas para facilitar los negocios y fortalecer la protección de los inversores. Las economías de la región también deben invertir significativamente más en infraestructura y ocuparse de los efectos del envejecimiento, que podrían restar un 0,7 % a las tasas anuales de crecimiento durante la próxima década. Una forma de aumentar la participación de la fuerza de trabajo a niveles similares a los de la UE-15 y evitar que se disparen los coeficientes de dependencia sería lograr que ingresen más mujeres a la fuerza laboral.

Europa Central y del Este inevitablemente se encontrará en el centro de la atención mundial este año. El 25.° aniversario de la caída de la Cortina de Hierro y el 10.° aniversario del ingreso a la UE de la República Checa, Hungría, Polonia, Eslovaquia y Eslovenia brindan una oportunidad para que la región muestre sus avances durante el último cuarto de siglo. Pero hacer realidad el considerable potencial de éxito de la región requerirá un nuevo enfoque del crecimiento.

Martin N. Baily, Chairman of the US President’s Council of Economic Advisers under Bill Clinton, is Bernard L. Schwartz Chair in Economic Policy Development at the Brookings Institution. Pål Erik Sjåtil is McKinsey’s Managing Partner for Eastern Europe, CIS, the Middle East, and Africa. Traducción al español por Leopoldo Gurman.

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