Un nuevo PSOE para una nueva Transición

Si algo positivo podemos extraer de esta maldita crisis económica que ha arrasado tantas cosas es que nos ha puesto ante el espejo de la realidad del siglo XXI. Todo ha cambiado. Nada es como era en 1978. Y esto no es ni bueno ni malo. Simplemente, es. Los españoles de entonces supieron elegir líderes que alumbraron la herramienta más poderosa que ha tenido España: la Constitución. Ella nos ha permitido vivir la etapa más próspera y pacífica de la atribulada Historia de España en la Edad Contemporánea. Las generaciones que han venido después de aquella que hizo la Transición deben guardar, siempre, un profundo agradecimiento por lo que se hizo.

Ahora bien. El peor servicio que podemos hacer a nuestra Ley de Leyes es dejar que la crisis económica -degenerada ya en una crisis moral y política que nadie pone en duda- destruya también su legado. Los derechos que consagra, los valores que ensalza y los principios en los que se cimenta pueden malograrse si no somos capaces de mirar al futuro. El socialismo español de aquellos años fue esencial para llevar a buen puerto aquel proceso. Incluimos en el pensamiento político colectivo la idea del progreso económico y social solidario sostenido por inversiones públicas y reforzado por sistemas de sanidad y educación universales. La sociedad española ya ha asumido estos derechos como propios e irrenunciables. Pero necesitamos mirar al futuro y averiguar cómo mantendremos todos estos logros.

La crisis económica ha sido una avalancha que nos ha arrojado en medio de una crisis política, institucional, social y moral. Casi sin darnos cuenta nos vemos inmersos en otra transición clave en la Historia de España. El tópico -soy consciente de ello- que dice que toda crisis implica una oportunidad es, lamentablemente, cierto. Como ocurrió durante el periodo que antecedió a la República, contamos hoy con una sociedad políticamente madura y con los jóvenes mejor formados y preparados desde hace siglos. Por ello, los socialistas debemos decidir qué papel hemos de jugar en esta nueva transición. Y tenemos que hacerlo con valentía y sin complejos, escuchando a la gente, pero con principios claros.

Hagamos un nuevo socialismo para una nueva transición. Sobre los cimientos del Estado del Bienestar, sigamos construyendo el edificio de la paz, la libertad, la prosperidad y la solidaridad. Debe ser un modelo, sin duda, que podamos pagar, pero cuya factura no suponga renuncia alguna sobre lo ya conseguido. Sólo así podremos dar pasos decididos desde la actual democracia representativa hacia otra de naturaleza más participativa y deliberativa. Sólo el PSOE puede liderar la marcha de una democracia avanzada para crear una sociedad cuya primera virtud sea la justicia cordial.

Es hora de articular otro modelo social de convivencia que defienda la sanidad y la educación públicas, universales y laicas. Que nuestro Estado de Bienestar sea más racional y más eficiente; si se quiere, que sea más barato, pero que no más injusto. Vayamos más lejos y no concibamos la sanidad como un gasto sino como palanca de crecimiento por su alto contenido en capital humano y tecnológico. Que la educación sea la clave de bóveda de la cohesión social y política de una sociedad avanzada que promueva una cultura de esfuerzo, trabajo, solidaridad, tolerancia y prosperidad.

El viernes, los socialistas españoles iniciamos una conferencia política. En este encuentro debemos discutir nuestras ideas y llegar a acuerdos para presentarnos ante la sociedad con un nuevo contrato para su firma. Tal y como hizo el Roosevelt en EEUU, este New Deal debe incluir el compromiso de que el Estado tenga como principal eje de actuación la creación de empleo, la redistribución de la riqueza, la promoción de la cultura y la ciencia, la protección del medio ambiente y la modernización de las estructuras gubernamentales. No tengamos miedo en exigir que contribuya más quien más tenga y en crear las herramientas legales para que esto sea posible. Defendamos nuestro proyecto en común como país, pero pongamos en valor nuestras peculiaridades. España, durante la Transición y la década posterior, fue un ejemplo para el mundo de lo que podemos hacer cuando pensamos y actuamos en positivo. Ahora, a los socialistas nos toca liderar de nuevo otra transición que va a ser igual o más difícil que aquella. Para ello necesitamos un nuevo socialismo que defienda, sobre todo, la política para las personas.

Francesc Romeu es vicesecretario general PSPV-PSOE y autor del libro Hasta aquí hemos llegado. Propuestas para cambiar la realidad.

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