Un pacto que no está en cuestión

Últimamente me toca explicar a interlocutores de fuera de Navarra qué es "ese lío" de UPN y PP, porque lo que leen y oyen les está llevando a confusión. En estas conversaciones trato de explicarles unas cuestiones fundamentales, que son las que importan, por debajo de esta hojarasca otoñal de declaraciones que en algunos casos, lamentablemente, ha llegado a ser ráfagas de lluvia de injustas descalificaciones personales.

De entrada, les hago ver que no está en cuestión, por parte de UPN, el pacto con el PP. En la reunión del consejo político de UPN del 10 de octubre no se planteó en la votación la ruptura con el PP. Quedó claro en todas las intervenciones que UPN no cuestiona este pacto, que ha sido tan útil para la estabilidad y el progreso de España y de Navarra y continúa siéndolo, pues resulta natural: hay una confluencia básica y general entre UPN y el PP en el modelo de sociedad y en la defensa de España como nación. Es, precisamente, un pacto que nació porque ambos partidos entendieron la importancia de mantener la singularidad de Navarra como comunidad diferenciada frente a quienes pretenden su desaparición para alimentar sus ansias separatistas de España.

Es más: el pacto, a lo largo de estos 17 años, ha demostrado su bondad, pues ha permitido lograr esos objetivos comunes. El PP no ha presentado listas en Navarra y UPN ha contribuido, desde el Grupo Popular en el Parlamento español, a consolidar la democracia y hacer avanzar el país, tanto cuando el grupo ha estado en la oposición como cuando ha sido el sostén de los gobiernos del presidente Aznar. Y el pacto se ha mantenido porque ambos partidos han entendido que la situación de Navarra era, como digo, singular.

Y, a juicio de todos los intervinientes en el consejo político de UPN, así tiene que seguir. Por ello es inevitable preguntarse qué está pasando. Sencillamente, que estamos ante una situación política peculiar, que debe ser entendida y que seguramente no hemos explicado con claridad, a pesar de ser, en gran medida, la que justifica la propia existencia del pacto. En primer lugar, por los resultados de las últimas elecciones al Parlamento de Navarra del 2007, en las que UPN fue el partido más votado, pero sin mayoría en el Parlamento, por lo que formó Gobierno hace un año porque el PSN-PSOE facilitó que así fuera, en vez de embarcarse en otras soluciones de la mano de Na-Bai, la coalición nacionalista vasca que agrupa a EA, Aralar, el PNV, Batzarre y algunos independientes.

Sin duda, ello fue lo que llevó a Miguel Sanz, presidente del Gobierno y del partido, a proponer, y al PP a aceptar, que en la renovación del pacto PP-UPN en la pasada primavera se introdujera una cláusula que permitía a UPN, en determinadas situaciones, mantener una postura que pudiera ser distinta de la del PP. Se trataba, así, de asegurar el horizonte de gobernabilidad en Navarra, que en el pasado --y, previsiblemente, en el futuro-- ha estado condicionada por esa ausencia de partidos con mayoría y por la amenaza nacionalista. No nos engañemos: en Navarra, el futuro, como ha ocurrido hasta ahora, se garantiza únicamente con espacios de colaboración PSN-UPN, UPN-PSN. La confrontación radical PP-PSOE, llevada a sus últimos extremos, en Navarra aboca a que la alternativa a UPN sea el PSN con los demás, es decir, con Na-Bai. Bien cerca lo vivimos el pasado verano.

En aplicación de dicha cláusula es como el consejo político de UPN acordó que en una eventual votación de una enmienda a la totalidad, presentada por el PP contra el proyecto de presupuestos generales de España, los parlamentarios navarros se abstuvieran. ¿Por qué? Porque ésa era la manera que se consideraba más apropiada para mantener el clima de gobernabilidad de Navarra de estos años, que pasa por generar espacios de colaboración entre UPN-PSN y por un acuerdo también sobre las grandes acciones para este momento de crisis económica. Por lo tanto, ante esta situación, UPN aplica una previsión del pacto con el PP, como se considera facultada a hacer. Si el PP no lo entiende así, habrá en todo caso un problema de interpretación. Y, si se trata de un pacto, serán las dos partes las que tendrán que volver a hablar y, en todo caso, aclarar, matizar y precisar un acuerdo que, insisto, UPN ni considera roto ni quiere romper. Usar los instrumentos del pacto no supone romperlo.

Algunos de mis interlocutores me comentan que ahora se han dado cuenta de que existe UPN como tal, que pensaban que era como la sección regional del PP. Algunos creían que participábamos en la elección del líder popular, que estábamos en el círculo de quienes redactan el programa electoral y los estatutos del partido, y que incluso asistíamos a maitines. Ahora han visto que UPN es un partido con historia y personalidad propia, que en este caso ha respaldado con práctica unanimidad las propuestas de nuestro presidente y del Comité Ejecutivo, y que, por encima de todo, pone su voluntad y su responsabilidad para garantizar la personalidad de Navarra y su futuro como comunidad diferenciada, dentro de la nación española.

Hace 17 años UPN y el PP asumieron que con su acuerdo de colaboración no se trataba solo de defender los intereses de Navarra, su personalidad y su futuro, sino que ambos compartimos que con ello se trabajaba por el futuro de España, consolidando la rica realidad nacional y evitando peligros segregacionistas. Hoy, nada de ello ha cambiado y, por tanto, en el consejo político de UPN nadie ha cuestionado la vigencia y bondad de ese pacto.

Javier Caballero, vicepresidente del Gobierno de Navarra y miembro del consejo político de UPN.