Un país posible

España necesita un reseteo masivo. Necesita descargar las killer apps (aplicaciones asesinas) de la modernidad. No se trata solo de alterar el teclado económico, sino de cambiar todo el disco duro. Volver a encendernos, reprogramar gran parte del código nacional, y lo que quedó sin teclear. Ese re-seteo pasa por mimar más nuestras empresas y empresarios, cuidar las startupsy las pymes, hacer que las pequeñas se conviertan en grandes. Que seamos no solo un país de autónomos y parados sino de empresas más punteras y grandes. Este es un país posible.

Para ello, lo primero que tenemos que hacer es convencernos de nuestro potencial. El talento emprendedor y empresario español chorrea ahora por todas las ciudades del país. Y también fuera del país: en 2012, Nicira, una startup californiana cofundada por un español nacido en Murcia, ha sido comprada por el precio récord de casi 1.300 millones de dólares. En 2014, otra startup, creada en Barcelona, con tecnología para votación electrónica, Scytl, lograba cerrar una ronda masiva de financiación de más de 100 millones de euros. Desde el Ibex, la tecnológica Indra consigue contratos en cada vez más países, mientras algunas de nuestros unicornios (startups que alcanzaron más de 1.000 millones de valor), como Ono o Jazztel por ejemplo, son ahora comprados por grupos internacionales. Amadeus, desde Madrid, se ha convertido en una empresa puntera, líder mundial, invirtiendo más del 15% de sus ingresos en I+D.

Un país posibleSi alguien tuviera dudas sobre lo que se está abriendo camino en España, la revolución silenciosa empresarial que se está asomando, valga recordar que tenemos en Europa apenas una docena de startups cuyos ingresos superan los 1.000 millones de euros. Una de ellas está en España: eDreams (viajes online), con más de 4.000 millones de euros de facturación en 2014 (unos ingresos superiores a todos los Spotify, Skype y Vente Privée europeos). Otras ya se están asomando, como, por ejemplo, en Madrid, la empresa tecnológica bq ya superó los cientos de millones de facturación y otra startup, elidealista, impulsada por dos hermanos, los 100 de valoración.

En realidad hay muchas más, pero están bajo el radar. Como, por ejemplo, la barcelonesa Atrápalo, que factura ya varios cientos de millones o la también catalana Trovit que protagonizó en 2014 una de las mayores compras por parte de un grupo extranjero de una startup española. ¿Qué esperamos para comunicar sobre esto a nivel global? Desmarcar España con ejemplos de economía creativa, industria puntera, científicos valientes. Nos tenemos que convencer de que España puede dar un nuevo salto y reinventarse. Ello pasará por apostar por tecnología y educación, por digitalización empresarial e internacionalización industrial. Sobre todo por emprendedores que se convierten en empresarios, pequeñas y medianas empresas que se transforman en grandes transatlánticos. Tenemos un problema de tamaño que resolver, un umbral de los seis millones de facturación a partir del cual poder seguir creciendo.

España, mas allá de la crisis (y de su salida), sigue siendo conocida en el mundo entero por su “sol y playa”, por la alegría de su luz y por la rivalidad entre el Madrid y el Barça. Me alegra que sea así, pero creo que podemos aspirar a más. Sueño con un país que también se dé a conocer al mundo por sus empresas y sus emprendedores, sus escuelas de negocio y centros de innovación, su creación y creatividad, su gastronomía y su tecnología. Para ello, lo primero que tenemos que hacer es, más allá de las flagelaciones (a veces merecidas), reconocer lo andado a lo largo de todos estos años. No lo hemos hecho todo mal (al contrario). No hemos desmerecido.

En el mundo del ocio y del turismo, nuestro país, por ejemplo, colocó gigantes tecnológicos, líderes mundiales de su sector, como es el caso de Amadeus e Inditex. Ambas empresas podrían aspirar sin grandes dificultades a cotizar en el Nasdaq, la segunda por su alta tecnología logística, la primera por manejar la mayoría de los billetes emitidos en el mundo por las compañías aéreas. En el sector hotelero NH está buscando reposicionarse a base de su apuesta por gastronomía y tecnología, vender experiencias y vivencias, ya no solo desayunos y metros cuadrados. Es así el primer hotel en el mundo que tiene una tecnología de hologramas 3D instalada para uso de los clientes corporativos, todo ello en el corazón de Madrid, en el NH Collection conocido como el Eurobulding, reinventado ahora como una cantera y laboratorio de tecnología e innovación.

El mapa de España está salpicado de brotes empresariales sorprendentes. Nuestras startups nacen en los lugares más inverosímiles de la geografía del país. Inditex sale de una pequeña tienda de sastrería de A Coruña. Antolín nace en un taller mecánico de Burgos, Cosentino en una cantera de mármol de Almería. Desde Zaragoza ha surgido la juguetera Imaginarium. En un pequeño pueblo gallego nació, a mediados del siglo pasado, el grupo de alimentación Calvo. En muchos ámbitos, lo que era pequeño se ha conseguido convertir en algo grande. Así, en Barcelona y en Madrid, (Emilio) Cuatrecasas y (Antonio) Garrigues han creado, respectivamente, bufetes de abogados que en la actualidad son referentes internacionales. Desde Madrid, Alibérico se ha convertido en líder europeo en su sector, el aluminio, abriendo ahora fábricas y mercados en la otra esquina del mundo, en Australia o Indonesia. Muchas de las marcas creadas en España se han incorporado en grupos multinacionales. Es el caso de Loewe, Chupa Chups o Colomer, prueba también del ingenio y empuje de sus fundadores, que supieron levantar imperios.

Otras muchas empresas están ahora buscando subir en la cadena de valor. Ferrovial, por ejemplo, es una industria que nace poniendo traviesas de madera en las vías de ferrocarriles, y hoy en día se tutea con el big data y el internet industrial. La asturiana Duro Felguera ha conseguido dar el salto desde el sector de la minería al de la fabricación de bienes de equipo industriales. La historia de Taurus sí empezó en un garaje, con dos emprendedores de un pequeño pueblo del Pirineo que decidieron producir molinos de café y secadores. Cincuenta años más tarde, sus productos para cocina se exportan a más de 80 países y cuenta con media docena de centros de I+D. Los autobuses Alsa alcanzaron a todos los continentes, incluso Asia y la lejana China en particular.

Lo mismo buscan empresas como Otis Zardoya, empeñada en transformar los ascensores en máquinas inteligentes, al igual que Mecalux o Gestamp, en sus respectivos sectores, buscan también apostar por innovación y tecnología, robots y logística. Desde el País Vasco, Velatia (antiguo grupo Ormazábal) se está asomando al Internet de las cosas (o Internet industrial), colaborando ahora con Cisco. Esta lógica también empieza a asomarse más en sectores tradicionales como el del turismo o el de la alimentación, ámbitos en los que los ejemplos de apuestas por la innovación y la calidad los simbolizan empresas como Osborne (con jamones vendidos como productos de lujo), o Leche Pascual, con los intentos e incursiones en nutrición y sanidad; o Naturhouse Health, en el segmento de la nutrición y el bienestar.

España tiene que reinventarse. Una España muere y otra nace con estos años de crisis, como en los poemas de Machado. La crisis pasará, el pelo se cubrirá de canas, y el sol y la luz seguirán brillando sobre nuestras cabezas. Pero tendremos que echarle razón y corazón para salir bien parados del apuro en el cual nos hemos metido. Tendremos que apostar más todavía por la calidad y la excelencia, como ese grupo, Areas, presidido por un banquero reconvertido en empresario ilustrado, Pedro Fontana. Una empresa empeñada en transformar los aeropuertos de nuestro país en espacios de vida y de más valor añadido. Como muchas más empresas de este país. Valientes, con valor y valores, es lo que toca andar ahora de nuevo.

Sueño con una España más 3.0. Emprendedores que se transforman en empresarios, startups que alcanzan tamaño de multinacionales, obreros con obra que levantar, ejecutivos que puedan ejecutar. Una economía más creativa y más digital, pero también más manufacturera e industrial. Sueño con un país posible.

Javier Santiso es profesor de Economía, ESADE y vicepresidente de ESADEgeo. Es autor de España 3.0: Necesitamos re-setear el país (Planeta).

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