Hace unos días, mi admirado Juan Claudio de Ramón publicaba un interesante artículo en este mismo diario en el que se hacía eco de una frase de David Jiménez Torres: "Escribir una necrológica a Ciudadanos tiene algo de deporte nacional".
Primero, una obviedad: ni Ciudadanos ni ningún otro partido político renuncian a existir mientras tengan espacio político, un proyecto para la sociedad y personas dispuestas a defenderlo. Ciudadanos tiene todo eso y además conserva apoyo popular y representación institucional.
Ciudadanos es el partido que defiende el centro liberal reformista en España. En Bruselas, formamos parte del grupo parlamentario liberal Renew Europa, como el Partido Socialista está adscrito al Grupo Socialdemócrata y el Partido Popular al Grupo Popular. Estas son las tres familias políticas mayoritarias de la Europa democrática.
En un mundo globalizado y una Europa Unida existen y gobiernan partidos liberales. Raro sería que en España no pudiera arraigar el centro político al que representamos.
¿Y qué pasa con nuestras propuestas? Muchas de ellas son reconocidas y aplaudidas. Nuestro partido ofrece soluciones valientes para los grandes pagadores, esa gran parte de la sociedad productiva que siente que lo paga todo y que percibe poco a cambio; abordamos la insostenibilidad de las pensiones, un tabú para los dos grandes partidos nacionales; aportamos soluciones novedosas para la vivienda; promovemos reformas del mercado laboral para acabar con la anomalía de un paro que históricamente dobla el de los países de nuestro entorno; abogamos por reformar y racionalizar las administraciones para hacerlas más ágiles, eficientes y menos caras para el sufrido contribuyente; ponemos en el punto de mira las duplicidades, los chiringuitos de enchufados por el viejo bipartidismo, la corrupción, la politización de las instituciones públicas, sean el CGPJ o RTVE... y así un largo etcétera.
Allá donde hemos gestionado, lo hemos hecho con reconocida honradez y eficiencia. Nuestros concejales, nuestros diputados, defienden las propuestas políticas y el espacio político con el que, entonces y hoy, muchos españoles, sin distinción de edad ni sexo, simpatizan.
Pero hay, además, algo que ha caracterizado a mi partido desde su nacimiento, algo esencial: la defensa de la libertad y la igualdad de todos los españoles, vivan donde vivan.
Como catalán, creo que tenemos un problema de primer orden en España: la decepcionante gestión, por parte de los dos grandes partidos nacionales, del egoísmo cainita de los nacionalismos periféricos.
Tanto el Partido Popular como el Partido Socialista han dado la espalda al problema, cediendo cada uno de ellos espacios de soberanía nacional a unos nacionalismos insaciables y atentando contra la igualdad entre españoles. Siempre hemos sabido que el Partido Socialista, aquejado de unos complejos que no tienen otros socialismos europeos, favorecía, con sus lamentables políticas de acuerdos, los planes de quienes quieren romper España. Esta situación se ha revelado en su máxima crudeza con los vergonzantes pactos de Sánchez con el separatismo golpista. Sánchez ha indultado a los golpistas, ha desautorizado al poder judicial y ha desarmado diplomáticamente a España. Si nuestro propio Gobierno no defiende internacionalmente la persecución en España de los atentados contra su integridad territorial, no podemos esperar que las instancias europeas e internacionales nos saquen las castañas del fuego.
También los revoloteos del PP de Feijóo alrededor del 'establishment' nacionalista los he visto antes. Viví en 2017 cómo Mariano Rajoy y Soraya Sáenz de Santamaría creían más los engaños de Junqueras que las advertencias que les llegaban de sus propios diputados catalanes y de los de Ciutadans. Viví la poca determinación y los pocos medios que se dedicaron para luchar contra el problema. Los catalanes vimos con Aznar la entronización de Pujol, auténtico muñidor de lo que había de venir, los pactos del Majestic con Convergència i Unió y los apoyos del PP a un Artur Mas que encendió la mecha del 'procés'. Feijóo, convencido de que ahora le toca el turno a él, ya presta oídos complacientes a las mismas élites del '3 per cent', colaboradoras necesarias del golpe. El PP vuelve a confundir conseguidores catalanes con burguesía catalana, corruptos con emprendedores; no entiende o no quiere entender la gravedad del reto separatista, también para la legítima economía productiva de Cataluña, y opta por cerrar treguas vergonzosas con la casta filoindependentista pensando que ello le pondrá las cosas más fáciles en el resto de España. Como Rajoy. Dejando pudrir el tema.
En Ciudadanos creemos sinceramente que no hay por qué dejar la defensa de la unión de todos los españoles en manos de un partido político como Vox, cuya idea de defender la unidad nacional va en 'pack' con propuestas ultraconservadoras o ideologías propias de la extrema derecha. Ideas que ya empiezan a retroalimentar a una ultraderecha catalana todavía más supremacista y con menos complejos, como hemos visto en Ripoll. En Ciudadanos defendemos con la misma energía que ni un católico practicante ni una persona LGTBI hayan de ser señalados por vivir como les dé la gana. En realidad, en Ciudadanos creemos que el 'pack' de la libertad es indivisible y no se negocia.
Ciudadanos ha dado un paso al lado por responsabilidad. No habrá papeleta 'naranja' estas elecciones generales porque, en unas elecciones plebiscitarias del tipo 'Sánchez sí o Sánchez no', pidiendo el voto pedíamos un acto de fe a nuestros votantes.
Pero sí pediremos no solo la simpatía o la fe, también el voto, para las próximas elecciones europeas, porque habrá margen para votar al espacio y los principios que representamos y posibilidades ciertas de que nuestros diputados representen a la ciudadanía y propicien otra vez grandes acuerdos desde el centro liberal.
Y pediremos también el voto en las elecciones catalanas, porque en Cataluña, además de nuestros principios políticos, defendemos la libertad frente al nacionalismo corrosivo. Somos mejor opción que el bipartidismo inútil y el extremismo contraproducente.
Y, más adelante, en toda España, volveremos a pedir la confianza de los electores, porque hay espacio, hay proyecto, hay personas y hay verdadera necesidad de que los ciudadanos puedan optar por caminos políticos más razonables en Cataluña, en toda España y en la Unión Europea.
Carlos Carrizosa es presidente de Ciutadans en el Parlament de Cataluña.