Un plan a largo plazo para los refugiados de Siria

Después de pasar tan sólo tres días con refugiados y trabajadores encargados de prestar la ayuda humanitaria en el Líbano y Turquía, el carácter apocalíptico de la crisis de Siria resulta más que evidente: más de 100.000 muertes, nueve millones de personas desplazadas, dos millones de niños sin poder ir a la escuela, enfermedades como las poliomielitis que reaparecen y los países vecinos que se esfuerzan para afrontar las oleadas de refugiados.

Infinidad de historias desgarradoras de maridos, esposas, hermanos e hijos perdidos, por no hablar de los hogares y los medios de vida destruidos, aportan una prueba angustiosa de cómo ha llegado la guerra civil de Siria a ser un conflicto regional (como lo indica el bombardeo de la embajada del Irán en Beirut). Ahora los rebeldes anti-Assad están luchando entre sí, mientras los yijadistas logran avances. Los expertos han dejado de hablar de que el conflicto dure meses; hablan de años o incluso decenios.

Pese a las heroicas actuaciones de los organismos encargados de prestar la ayuda humanitaria, como el Comité Internacional de Rescate (CIR), para salvar vidas e infundir esperanza a la región, la terrible verdad es que no es posible proteger a los civiles, en particular contra los francotiradores y los misiles perdidos, por no hablar del hambre y la pérdida de viviendas. Las fracciones enfrentadas ni siquiera reconocen la idea de no combatientes no partidistas y violan las normas internacionales de la guerra. Además de utilizar armas químicas, las Naciones Unidas calculan que dos millones y medio de civiles carecen de comida, agua y medicinas, porque resulta demasiado difícil llegar a hasta algunas ciudades y pueblos y unas 250.000 personas están totalmente privadas de la ayuda exterior.

Los vecinos de Siria han quedado totalmente desbordados por las peticiones de ayuda. El Líbano está intentando albergar a casi un millón de refugiados. En Turquía, unos 200.000 refugiados están en campamentos oficiales, pero al menos el doble de ese número se esfuerzan por salir adelante a duras penas en pueblos y ciudades. El apoyo procedente de todo el mundo es intermitente: sólo el 60 por ciento de las promesas de ayuda se han cumplido y sólo una fracción de ella llega a los beneficiarios a los que va destinada. Aunque algunos organismos han podido cruzar las fronteras nacionales con suministros de ayuda, no pueden atravesar los frentes de batalla para llegar hasta los que están atrapados entre el fuego cruzado.

Así, pues, las gestiones diplomáticas internacionales deben centrarse en lograr interrupciones temporales del fuego para llevar la ayuda más urgentemente necesaria, como, por ejemplo, vacunas contra la poliomielitis para los niños. La ayuda no debe ser una simple cuestión secundaria de las aparentemente interminables conversaciones de paz que se celebran en Ginebra; como insistió la Coordinadora del Socorro de Emergencia, Valerie Amos, debe ser un asunto fundamental de esas negociaciones.

Pero, como se espera que el conflicto y sus repercusiones se prolongue durante años, los organismos deben prepararse también para el largo plazo, lo que comprende, entre otras cosas, la creación de capacidad en los Estados vecinos, como está haciendo el Banco Mundial en Jordania y el Líbano, para prestar servicios a los refugiados.

Se puede hacer de formas creativas. El CIR, por ejemplo, participa en tres sectores:

  • Educación innovadora: los sistemas escolares oficiales de los países vecinos no pueden afrontar la afluencia en masa de refugiados y, como más del 80 por ciento de éstos viven en zonas urbanas y no en campamentos, carece de sentido prácticamente centrarse en los modelos de enseñanza centrados en los campamentos. En su lugar, se puede impartir una enseñanza reconocida con un modelo que se inició con éxito en el Congo y el Afganistán: mediante un sistema improvisado, apoyado por redes de profesores refugiados y locales.
  • Aprovechar la tecnología: los sirios están por lo general alfabetizados, tienen conocimientos básicos de aritmética y capacidad para usar la tecnología. Una plataforma de redes sociales de vanguardia llamada Tawasul (“Conexión”), creada por el CIR y el órgano de prensa sin ánimo de lucro Internews, va encaminada a ayudar a los refugiados a ayudarse mutuamente mediante el intercambio de información y asesoramiento.
  • Hacer negocios: los refugiados sirios están acostumbrados a trabajar en una economía de mercado, por lo que se deben fomentar los programas que les permitan comerciar y, por tanto, mantenerse. El CIR está invirtiendo en programas de “dinero por trabajo” que ayudarán a los refugiados (y sus anfitriones) a crear empresas.

Para poder atenuar los horrores del conflicto sirio y sus consecuencias, debemos pensar no sólo en medidas de emergencia para salvar vidas, sino también en atender las necesidades a más largo plazo a fin de que sean vidas dignas. Las de llevar ayuda médica a zonas de conflicto, instalar servicios de agua y saneamiento y proteger a las víctimas durante los crudos inviernos son medidas decisivas para salvar vidas, pero debemos pensar también en cómo salvaguardar la educación y los medios de vida de quienes sobrevivan.

David Miliband, Britain’s Foreign Secretary in 2007-2010, is President and CEO of the International Rescue Committee.

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