Una amenaza que nos une

Charles Clarke es ministro del Interior del Reino Unido y Franco Frattini, vicepresidente y comisario de Justicia, Libertad y Seguridad de la Comisión Europea (EL MUNDO, 23/07/05).

«Hoy todos somos londinenses». Este es el mensaje que más destaca de entre los miles de homenajes que se han producido a raíz de los atentados en la capital del Reino Unido.

Sin embargo, esa frase expresa también de manera nítida la quintaesencia de lo que nosotros dos (así como nuestros colegas de toda la Unión Europea) hemos estado diciendo durante muchos meses cuando se ha tratado de temas como la libertad, la seguridad y la justicia.El terrorismo, la delincuencia organizada y la inmigración ilegal afectan a los países individualmente considerados, pero sólo puede hacerles frente la comunidad internacional en su conjunto.Las redes implicadas en el montaje de atentados como los de Londres o Madrid saltan por encima de las fronteras nacionales; su financiación, su organización, sus medios materiales y su ideología torticera revisten, sin excepción, dimensiones internacionales.

No es éste un momento para encerrarnos en nosotros mismos y quedarnos aislados sino la hora de una cooperación más estrecha entre países con el fin de combatir los peligros a los que todos nosotros nos enfrentamos.

Los ministros de Justicia y del Interior de la Unión Europea (UE) estuvimos unidos como un solo hombre la semana pasada y proclamamos que los terroristas serán derrotados.

Ya estábamos trabajando denodadamente en dar una respuesta conjunta al terrorismo dentro de la UE mediante la serie de medidas establecidas en el plan de medidas contra el terrorismo. Apoyándonos en la labor de Gijs De Vries, el coordinador de la UE contra el terrorismo, vamos a garantizar que todos los países colaboren de manera más estrecha en orden a combatir esta amenaza de modo eficaz. Los hechos del 7 de julio en Londres nos han espoleado a reforzar nuestro compromiso y a acelerar un calendario que ya se había adoptado. Nuestro acuerdo en cuanto a la forma de abordar la lucha contra el terrorismo supone una respuesta urgente, aunque colectiva y proporcionada, al problema.

Nuestra respuesta reconoce que los derechos y libertades que valoramos en una sociedad democrática figuran en pie de igualdad junto con otros principios fundamentales, como el derecho a la propia vida y el derecho a acudir al trabajo sin miedo a un atentado terrorista.

Es este equilibrio entre libertades civiles públicas y privadas el que tenemos que mantener, de manera que nuestras vidas y nuestras actividades de cada día puedan seguir desarrollándose sin obstáculos pero nuestros derechos queden asimismo protegidos.

Un claro ejemplo que viene al caso es la conservación de los registros de teléfono e Internet; no de sus contenidos, que una y otra vez han demostrado ser un componente esencial de las investigaciones criminales, pero sí de quién ha llamado a quién. En los días siguientes a los atentados de Madrid esta información demostró ser de gran valía y los investigadores que han trabajado sobre los atentados de Londres también la han encontrado muy útil.

Si contamos con un mínimo de normas para poder disponer de información como ésta, estaremos en condiciones de compartirla con toda confianza entre unos países y otros, y de este modo hacer posible que en el futuro otras investigaciones, cualquiera que sea el lugar de Europa en que se desarrollen, puedan hacer uso de esta poderosa herramienta contra la delincuencia organizada y el terrorismo.

A principios de esta semana, la Comisión Europea ha presentado otras dos propuestas concretas más, que la Presidencia británica habrá de llevar adelante. En primer lugar, nos proponemos un control más estricto de las armas de fuego, los explosivos y el material y la tecnología para la fabricación de bombas que constituyen los instrumentos mortíferos de los terroristas. Si garantizamos una mayor seguridad en relación con estos materiales, desde la primera hasta la última fase de su producción, tendremos la posibilidad de hurtarlos de manos de los terroristas y probablemente de desbaratar nuevos atentados.

Para este propósito es clave la colaboración del sector, desde fabricantes hasta usuarios finales, pasando por transportistas e investigadores, por lo que vamos a entablar conversaciones formales con las partes interesadas para desarrollar normas comunes sobre el almacenamiento, la comercialización, el transporte y el seguimiento de los componentes y de los productos terminados.Los estados miembros y la Europol van a reforzar asimismo los trabajos dirigidos a mejorar la seguridad en materia de explosivos y armas de fuego, a impedir su utilización incorrecta y a garantizar que el registro de cualquier transacción de explosivos comerciales se convierta en una operación de rutina.

La segunda propuesta, cuando se adopte, facilitará una mayor cooperación en el cumplimiento de la legislación, especialmente dentro de las fronteras internas de la UE, de modo que se alcance un nivel más alto de seguridad en toda la Unión Europea. Introducirá asimismo mejoras en la cooperación entre los estados miembros en los casos de persecución en caliente en los que los delincuentes huyen de un país a otro.

En este orden, proponemos patrullas conjuntas, así como la realización de operaciones conjuntas de intervención y vigilancia, con el fin de garantizar que los delincuentes sean llevados ante la Justicia allí donde se encuentren dentro de la Unión Europea.

La voluntad de poner coto al terrorismo, con independencia del lugar en que se manifieste o se origine, es claramente decidida.Como representantes de nuestros ciudadanos, debemos asegurarnos de que cumplimos lo que hemos prometido; no hacerlo así resultaría catastrófico para las instituciones de Europa pero también, lo que es más importante, para las poblaciones de nuestros países.

Los ciudadanos de Europa esperan que la Unión Europea los represente, que mire por sus intereses, exactamente igual que se lo exigen a sus representantes nacionales, y éste es un reto de primera magnitud. Para expresarlo brevemente, si no conseguimos hacer que la UE resulte de interés para los ciudadanos, los ciudadanos perderán su confianza en ella.

El año pasado fuimos todos madrileños, hoy somos todos londinenses, mañana... ¡quién sabe! Las víctimas de los terroristas son de todos los países; sus atentados no están dirigidos contra la ciudad o el país a los que afectan directamente sino contra toda la sociedad civilizada. Es esta amenaza común la que une a nuestros pueblos, no la que los divide, y la que nos ha llevado resueltamente a actuar como uno solo.