Una costosa nueva idea tributaria de la Comisión Europea

El Tratado de Lisboa (vigente desde 2009) convirtió a la Unión Europea en un operador más ágil y eficaz, porque a partir de entonces sus políticas en una variedad de áreas se decidirían por mayoría cualificada, en vez de por unanimidad.

Pero como muestran los recientes intentos de distribución de refugiados dentro de la UE, en algunos casos (en particular donde intervienen cuestiones fundamentales de soberanía nacional), los estados miembros que pierden una votación no están preparados para implementar las decisiones colectivas, o no desean hacerlo. Y sin embargo, la Comisión Europea ahora se está metiendo en otra área complicada que involucra esa clase de cuestiones.

Hace años que algunos estados miembros de la UE se niegan a cooperar plenamente en el combate a la evasión y elusión fiscal. Y como las políticas tributarias de la UE todavía deben decidirse por unanimidad, cada país tiene poder de veto. De modo que parece natural que la UE quiera introducir en esto también la votación por mayoría cualificada. Según una nueva propuesta de Pierre Moscovici (comisario de la UE en Asuntos Económicos y Financieros, Fiscalidad y Aduanas), para la aprobación de nuevas políticas tributarias bastaría el voto favorable de un 55% de estados miembros, que representen al menos el 65% de la población de la UE.

A primera vista, parece indudable que es necesario darle a la UE más poder en materia tributaria para que pueda por fin corregir un problema evidente. Pero una vez introducida como medio para controlar la evasión y elusión fiscal, la votación por mayoría cualificada determinará todas las políticas tributarias del futuro.

No es un mero supuesto. El objetivo declarado de la Comisión es aplicar la votación por mayoría cualificada a todas las iniciativas de política tributaria que sean “necesarias para el Mercado Común y para una fiscalidad justa y competitiva”. Una formulación tan vaga abre la puerta a toda clase de intervenciones.

Como justificación adicional de esta propuesta, Moscovici también señala el potencial de obtener más ingresos para la UE por medio de nuevos impuestos a las transacciones financieras y a las tecnologías digitales (dos ideas que su propuesta menciona explícitamente como políticas posibles). Hay que ver si estos impuestos especiales cumplirán las expectativas de sus proponentes; pero incluso si fracasan, las experiencias del pasado hacen pensar que la Comisión usará de todos modos la nueva regla de votación para obtener más recaudación impositiva “para Europa” por cualquier medio disponible.

El inminente abandono del bloque por parte del Reino Unido modificará drásticamente las condiciones para el logro de una mayoría cualificada en asuntos tributarios. El RU es uno de los estados miembros septentrionales, que en conjunto albergan el 39% de la población de la UE y tienden a oponerse a medidas proteccionistas, aumentos de impuestos y transferencias a países muy endeudados. En comparación, los países del Mediterráneo, que por lo general apoyan transferencias e impuestos, hoy albergan el 38% de la población de la UE.

Es como debe ser. El Tratado de Lisboa equilibró las condiciones para una mayoría cualificada de modo tal que tanto el “Norte” cuanto el “Sur” tuvieran una minoría con poder de veto de (al menos) el 35% de la población de la UE. Mientras los estados septentrionales estuvieran alineados, podrían impedir cualquier iniciativa contraria a sus intereses. Pero tras el Brexit, la cuota de población correspondiente al Norte disminuirá al 30%, mientras que la del Sur aumentará al 43%. Es decir, el Norte ya no tendrá poder de veto. Peor aún, tras la próxima elección de mayo es inminente un rebalanceo similar favorable al sur en el Parlamento Europeo (que de aprobarse las propuestas de la Comisión también obtendría más poder en materia tributaria).

Hay que ver la propuesta de la Comisión como lo que es: un intento de debilitar la autoridad fiscal de estados soberanos por medio de un subterfugio de apariencia inocua. Ahora que es evidente que se acerca un rebalanceo del poder dentro de la UE, no hace falta ser profeta para predecir futuros aumentos de impuestos. Aunque los parlamentos nacionales de los estados del norte se opongan unánimemente, no tendrán modo de evitarlos. Y tarde o temprano, la reacción contra la pérdida de soberanía y el expolio a gran escala de los países del norte de la UE se volverá contra la UE misma.

En vista de estas derivaciones, la propuesta de la Comisión de someter la política tributaria a votación por mayoría cualificada no sólo se opone a los ya complicados intentos de lograr una “unión cada vez más estrecha”, sino que también pone en peligro la integración exitosa lograda hasta ahora. Al parecer, la Comisión aprendió muy poco del dañino debate de los últimos dos años y medio sobre el Brexit. Con esta última iniciativa miope sigue dando argumentos a los euroescépticos.

Otmar Issing, former Chief Economist and Member of the Board of the European Central Bank, is President of the Center for Financial Studies at Goethe University, Frankfurt, and the author of The Birth of the Euro.Traducción: Esteban Flamini.

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