Una crisis retenida

Por Javier Pérez Royo, catedrático de Derecho Constitucional de la Universidad de Sevilla (EL PERIÓDICO, 09/04/06):

El mismo día en que se conoció el reajuste ministerial decidido por el presidente del Gobierno, José Bono fue entrevistado por Gemma Nierga en el programa de la Cadena SER, La Ventana. En dicha entrevista el todavía ministro de Defensa nos informó de que el presidente del Gobierno conocía "desde hacía no menos de seis meses" su deseo de dejar de ser ministro y que "desde hacía no menos de tres meses" tenía encima de su mesa una carta de dimisión.

Éste es un dato que no admite discusión. Se podrá especular acerca de los motivos que pueden estar detrás de ese deseo inicial y de esa voluntad clara ulterior de Bono de dejar de ser ministro, pero de lo que no cabe duda es de que ha sido él quien ha tomado la decisión de abandonar el Gobierno y de que ha dejado al presidente, José Luis Rodríguez Zapatero, un margen de maniobra para que efectuara el reajuste ministerial en el momento que le pareciera más oportuno. La lealtad y la paciencia del todavía ministro de Defensa creo que merecen ser subrayadas.

La remodelación ministerial no ha sido, pues, una remodelación precipitada, que ha tenido que ser decidida por el presidente como consecuencia de una circunstancia súbitamente sobrevenida. Todo lo contrario. La remodelación ha sido una remodelación retenida como mínimo durante seis meses. Desde hace "no menos de seis meses" Rodríguez Zapatero sabía que tendría que hacer un reajuste en su Gobierno. Ha dispuesto, pues, de un tiempo considerable para reflexionar, tanto sobre el alcance del reajuste como sobre el momento en que le convenía hacerlo.

Está claro que el presidente no podía aceptar que Bono saliera del Gobierno antes de que estuviera cerrada la negociación parlamentaria de la reforma del Estatut de Catalunya. La salida del ministro de Defensa hubiera complicado de manera extraordinaria el proceso de negociación e incluso la posibilidad de llegar a un acuerdo en los mismos términos en que se ha llegado. Éste es, por tanto, uno de los motivos por el que Rodríguez Zapatero ha pospuesto el reajuste ministerial durante varios meses.

Ahora bien, si únicamente hubiera sido esa la circunstancia que hubiera tomado en consideración el presidente del Gobierno, es posible que la remodelación ministerial se hubiera hecho un poco antes, ya que la negociación material del Estatut estaba cerrada desde hacía varias semanas. O que se hubiera pospuesto todavía un poco más, ya que la imagen de que apenas se tenía negociado el Estatut se podía prescindir de Bono también habría tenido su coste. La retención del reajuste se ha prolongado algo más porque el presidente sabía que se iba a producir el comunicado de alto el fuego permanente por parte de ETA.

LA NEGOCIACIÓN del Estatut ha sido un elemento decisivo para explicar el momento del reajuste ministerial, pero el desencadenante del mismo ha sido el comunicado de ETA. El comunicado de ETA reducía, por un lado, el impacto político de la salida de Bono del Gobierno y posibilitaba, por otro, el tránsito de José Antonio Alonso de Interior a Defensa y la incorporación de Alfredo Pérez Rubalcaba al Gobierno. El diseño del reajuste lo ha tenido en la cabeza el presidente durante estos seis meses, esperando únicamente al momento en que ETA hiciera público su comunicado para ponerlo en práctica.

Ello viene a querer decir que el conocimiento del que el presidente del Gobierno ha dispuesto durante meses es muy superior al que los demás pensábamos que tenía. Rodríguez Zapatero no ha ido avanzando no ya a ciegas, sino ni siquiera a oscuras. Sabía a dónde iba e incluso el momento en el que quería llegar a donde tenía que llegar, dado su conocimiento de la voluntad de Bono.

Si esto es así, es posible e incluso probable que tengamos nuevas sorpresas en no demasiado tiempo. Después de haber visto como ha actuado el presidente del Gobierno este fin de semana, tengo la impresión de que ya tiene definidos los próximos pasos del proceso que debe acabar poniendo fin al terrorismo. A pesar de que nos dice y nos continuará diciendo, porque no puede decir otra cosa, que el proceso será muy largo, muy difícil y doloroso, lo que se deduce de las circunstancias temporales que han acompañado a esta remodelación gubernamental es que está mucho más avanzado de lo que se dice.

EL PROCESO de pacificación del País Vasco no se va a parecer al de Irlanda ni en el fondo ni en la forma. Ni el contenido de la negociación entre el Estado y ETA va a ser el de Irlanda, ni el tiempo en el que se va a desarrollar el proceso va a tener la duración que tuvo éste. Entre otras cosas porque el poder político que estaba en juego en Irlanda no es comparable al poder político que ya tiene el País Vasco y, en consecuencia, no es el mismo el incentivo que tenía el IRA para llegar rápidamente a un acuerdo que el que tiene ETA/Batasuna. En Irlanda se trataba de crear un marco político para la convivencia. En el País Vasco ese marco ya existe y tiene un grado de autonomía amplísimo. Para ETA/Batasuna se trata de incorporarse al mismo o de quedar excluido de él de manera prácticamente definitiva. El tiempo de que dispone para tomar una decisión es muy escaso.

Todo esto es lo que la remodelación gubernamental decidida por Rodríguez Zapatero deja traslucir. Éste no es un problema de varias legislaturas. Si no fuera porque el proceso va a ser rápido, no hubiera tenido sentido prescindir de Pérez Rubalcaba como presidente del grupo parlamentario. Creo que de esto deberían tomar nota todos los partidos en general y el Partido Popular en particular, porque pueden llegar a momentos decisivos con el paso cambiado.