Una decisión justa y realista

Marroquíes celebran en Rabat la decisión estadounidense sobre el Sáhara. FADEL SENNA / AFP
Marroquíes celebran en Rabat la decisión estadounidense sobre el Sáhara. FADEL SENNA / AFP

La Carta de las Naciones Unidas afirma que los Estados deben respetar la soberanía de los Estados miembros y su integridad territorial. En cuanto al derecho a la autodeterminación, está fuertemente enmarcado y los enemigos de la causa nacional aparentemente olvidan que Estados Unidos acaba de tomar una decisión basada en el pragmatismo y respetando el equilibrio regional e internacional. Marruecos ha estado siempre abierto a las negociaciones con una única condición, que es el respeto de su integridad territorial. La primera potencia mundial acaba de confirmar que no existe ninguna solución fuera de la soberanía marroquí. Además, el famoso derecho a la autodeterminación plantea muchas cuestiones, tanto sobre su naturaleza como sobre la forma en que se ejerce y sobre la propia definición de las personas consultadas.

El decreto firmado por Donald Trump es un acto muy fuerte al nivel político, pero también jurídico. Consagra la decisión por parte de Estados Unidos de reconocer “por primera vez en su historia, la plena soberanía del Reino de Marruecos sobre toda la región del Sáhara marroquí”. Esta histórica decisión confirma la estrategia de defensa de la integridad territorial desarrollada por el rey Mohammed VI a través del proyecto de autonomía. Es el resultado de un proceso iniciado en 2018 con el encuentro entre el rey y el consejero del presidente, Jared Kushner, según el canciller Nasser Bourita. Confirma que la autonomía debe intervenir respetando la soberanía marroquí.

La implementación de este decreto se logrará con la apertura de un consulado estadounidense en Dajla, “con miras a fomentar las inversiones estadounidenses y la contribución al desarrollo económico y social, en particular en beneficio de los habitantes de las provincias del sur”. David Fisher [embajador de Estados Unidos en Rabat] agregó que “planeamos hacer una serie de anuncios que consolidarán la asociación estratégica entre Estados Unidos y Marruecos en el desarrollo económico y el comercio, al tiempo que fortalecen el papel de Marruecos como líder económico en el plan regional”.

Las relaciones entre Estados Unidos y Marruecos existen desde el siglo XVIII, cuando Marruecos fue el primer Estado en reconocer la independencia estadounidense. Este acto tan simbólico “ha ayudado mucho en las relaciones bilaterales, como no dejan de señalar Marruecos y sus amigos. Además, la primera apertura de una representación estadounidense en el exterior fue el consulado de Tánger”. Un evento que sigue importante durante las discusiones y negociaciones sobre muchos temas. En general, los dos países siempre han mantenido buenas relaciones. La llegada de Roosevelt a Casablanca en 1943 y en presencia de Churchill, De Gaulle y el sultán Sidi Mohammed Ben Youssef, fue el momento cuando el presidente estadounidense aseguró al futuro Mohammed V su apoyo a la independencia de Marruecos. Bajo el difunto Hassan II, en 1961, en medio de la Guerra Fría, Marruecos eligió el bloque occidental a diferencia de la mayoría de los países árabes que tendieron a alinearse detrás de la URSS o los no alineados. Este anclaje permitió el desarrollo de las relaciones bilaterales dando lugar a otro hecho significativo en 2004 con la firma del tratado de libre comercio. Marruecos es uno de los únicos países del mundo árabe y el único africano que tiene un tratado de libre comercio con Estados Unidos. Más allá de la parte comercial, hay importantes relaciones sobre el plan de seguridad, vinculadas en particular a la compra de armas. En octubre, Mark Esper, en ese momento jefe del Pentágono, firmó un acuerdo de cooperación de seguridad de 10 años con Marruecos. Donald Trump permitió la liberación de parte de los fondos de desarrollo para el Sáhara marroquí. Además, Marruecos es el primer beneficiario del Millennium Challenge Account. En los cuatro últimos años, los fondos para Marruecos han aumentado. Pero a pesar de estas relaciones aparentemente duraderas, debe recordarse que en ocasiones ciertos políticos estadounidenses han sido bastante hostiles a la causa nacional. Quizás el demócrata Carter había tomado posiciones un poco más difíciles de entender en relación con el Sáhara, y a favor de una forma de autodeterminación.

El voto estadounidense en noviembre de 2020 a favor de la última resolución de la ONU ya era una señal positiva por su carácter favorable para Marruecos. Con la elección de Joe Biden existía el riesgo de que la diplomacia estadounidense evolucionara negativamente. La existencia de grupos de presión pro-Polisario, especialmente, pero no solo entre los demócratas, era un riesgo real. La acogida positiva por la AIPAC (el lobby proisraelí en Estados Unidos) —debido a la “normalización” de las relaciones con Israel— de la decisión de Donald Trump sugiere la imposibilidad de que la futura Administración Biden retroceda. Y aunque legalmente pueda, políticamente parece muy difícil, lo que es una muy buena noticia para Marruecos.

Mohamed Badine El Yattioui es profesor de Relaciones Internacionales y Ciencia Política en la Universidad de las Américas Puebla, México.

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