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Una democracia desmemoriada
Eran las doce de la mañana del 1 de julio de 1976 cuando recibí su llamada. “¡Ya lo he hecho!”. Con voz nerviosa, el Rey me anunciaba que había aceptado la dimisión de Arias Navarro. Estaba emocion…
Jaime Carvajal Urquijo