¿Una Europa alemana?

¿Es alemana la Europa que está saliendo de la crisis del euro? Durante ella, el poder en la Unión Europea parece haberse desplazado hacia las capitales nacionales, en general, y hacia una en particular: Berlín. Pero, con una Alemania en actitud introvertida, una Francia que ha sido bajada de categoría, y una Gran Bretaña comprometida solo a medias, la gran noticia de la política exterior europea es que ha llegado el momento de los pequeños que piensan en grande.

En esta Europa, los movimientos importantes ahorra ocurren a veces en Estocolmo o Varsovia, no solo en Berlín, París o Londres. Y, dado que los principales temas de política exterior se dan a las puertas de Europa, sea en Egipto, Bielorrusia o ahora Siria, se debe dar la bienvenida a todas las iniciativas útiles, sin importar dónde se originen.

En política exterior y economía, Alemania puede ejercer un liderazgo decisivo en la UE... cuando quiere. Por ejemplo, junto con Polonia, encabezó el intento de la UE de desarrollar un enfoque coordinado sobre Rusia, y mostró su poder de influencia en lo referente a Serbia. Pero en otros asuntos (por ejemplo, Libia) más que liderar, hizo uso de su recién descubierto margen de maniobra para seguir sus propias preferencias frente a otros miembros de la UE.

Así que la respuesta actual a la famosa pregunta de Henry Kissinger sobre a quién hay que llamar cuando se quiere hablar con Europa, no es necesariamente "la Canciller alemana". Si bien Berlín está imponiendo cada vez más sus preferencias económicas a sus socios de la eurozona, no está preparado para utilizar la fuerza militar como instrumento de política exterior, como lo demostró en el caso de Libia.

Más aún, al parecer Alemania se está convirtiendo en una "potencia geoeconómica" impulsada por las necesidades de su sector exportador. Al usar medios económicos para intentar hacer realidad sus fines de política exterior, poco a poco va dando la espalda a sus socios europeos.

Mientras tanto, si bien Francia experimenta una pérdida de poder con respecto a Alemania en asuntos económicos, sigue desempeñando un papel decisivo en política exterior. Encabezó la operación de Libia, y está haciendo lo mismo con los intentos de imponer sanciones más severas contra Irán y prestar apoyo a las Naciones Unidas en Costa de Marfil.

Sin embargo, su enfoque unilateral a menudo la pone en situación de antagonismo con sus socios europeos. Por ejemplo, el presidente francés, Nicolas Sarkozy, se adelantó al plantear una posición común europea sobre la petición de un Estado palestino en la ONU en septiembre. En otras palabras, incluso cuando Francia lidera, no siempre lo hace de manera constructiva.

Aparte del papel decisivo que desempeñó en Libia junto con Francia, Gran Bretaña se está volviendo cada vez más marginal en política exterior europea. Incluso antes de que vetara un plan de los países de la eurozona para crear una "unión fiscal" en la cumbre europea de diciembre de 2011, ya estaba desempeñando un papel de menor liderazgo del que tradicionalmente ha tenido sobre los principales temas europeos de política exterior.

Gran Bretaña ha seguido apoyando la ampliación de la UE, la profundización de los vínculos con Turquía y el desarrollo en África, pero no ha puesto en marcha ninguna iniciativa creativa para hacer participar a otros Estados miembros ni cambiar los términos del debate de la UE. En otros temas, como la participación de los "socios estratégicos" (China y Rusia, en particular), a menudo es también un actor de segunda fila.

Sin embargo, a medida que los "tres grandes" se van enfocando en sus estrechos intereses nacionales, otros estados miembros de la UE se convierten en líderes de importantes asuntos de política exterior. Por ejemplo, Suecia (el estado miembro número 14 en términos de población y el octavo en cuanto a PIB), bajo el liderazgo del primer ministro Fredrik Reinfeldt y el ministro de Relaciones Exteriores Carl Bildt, golpea muy por encima de su peso. El año pasado aumentó la ayuda anual a África del Norte en SEK100 millones (€11,1 millones), promovió una misión de la UE a Túnez apenas una semana después de la revolución para apoyar las aspiraciones democráticas, y fue un partidario temprano y sólido de las resoluciones de las Naciones Unidas en apoyo del levantamiento en Libia.

Polonia también se está perfilando como protagonista del ámbito de los asuntos exteriores. En particular, el primer ministro Donald Tusk y el ministro de Relaciones Exteriores Radek Sikorski han tomado la iniciativa en la estrategia de la UE hacia Rusia, superando en gran medida sus diferencias con Alemania y situándose a la vanguardia de los esfuerzos por desarrollar un enfoque verdaderamente integral. Polonia también ha sido uno de los líderes en torno a la defensa europea (si bien rehusó tomar parte en la intervención militar en Libia). Esto refleja la fortaleza de la economía polaca, que se espera crezca más de un 3% en 2012, más que casi cualquier otro país de la UE.

Puede que en estos tiempos de crisis Alemania esté recibiendo toda la atención, pero el año pasado ha sido un recordatorio de que Europa es más eficaz e influyente cuando los países pequeños participan y unen fuerzas con los grandes, e incluso los lideran. Por ejemplo, en lo referido a Irán (con excepciones como Grecia) los europeos se han unido en torno a una política clara y posiciones colectivas, como es el caso del embargo petrolero.

Europa necesita el liderazgo de Polonia y Suecia, pero tal vez no sea suficiente en una UE con más de 500 millones de ciudadanos. Otros estados de la UE deben seguir este ejemplo para que la política exterior europea sea verdaderamente eficaz e influyente.

Vaira Vike-Freiberga is a former president of Latvia. Antonio Vitorino is a former Portuguese EU Commissioner for Justice and Home Affairs.

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