¿Una gran teoría unificada para la economía?

El cierre del gobierno de los EE.UU. ocurrido el mes pasado – que fue el resultado de un enfrentamiento partidista en las negociaciones presupuestarias del Congreso – se constituye en el epítome de la polarización que prevalece en los debates modernos sobre política económica.

En una esquina, el séquito de seguidores de John Maynard Keynes sostiene que la intervención del gobierno puede ayudar a que cualquier economía cree su propia manera de salir de una crisis, al estimular la demanda agregada y, como consecuencia de dicho estímulo, aumentar su tasa de empleo. El gobierno de un país, según lo que los keynesianos sostienen, tiene la capacidad – y la responsabilidad – de resolver muchos, si no todos, sus problemas económicos.

En la otra esquina, los seguidores de la Escuela Austriaca de pensamiento económico, especialmente los que siguen las ideas de Friedrich Hayek, afirman que un gobierno reducido y la libre empresa constituyen el único camino viable hacia la libertad y la prosperidad. El mercado es el mejor árbitro sobre la forma de asignar recursos escasos, y por lo tanto, el mercado debe servir como el principal motor de la economía.

En los últimos años, este debate de tan larga data se ha tornado cada vez más polémico – y se están acumulando los costos del estancamiento en el debate. Para poder restablecer el crecimiento en las economías desarrolladas, mientras que al mismo tiempo sea posible mantener un fuerte crecimiento del PIB y una reducción de la pobreza en el mundo en desarrollo, se necesita alcanzar un enfoque más unificado en cuanto a las políticas económicas, un abordaje que se nutra de ambas escuelas de pensamiento.

Las respuestas oficiales a la crisis económica mundial ponen en relieve los méritos del modelo intervencionista, demostrando que la acción gubernamental contundente puede ayudar a mejorar la eficiencia y puede despejar los mercados desequilibrados, y por consiguiente puede proteger a las economías de un déficit de la demanda, causado por inversiones decrecientes y desempleo creciente. Pero, el libre mercado también tiene un papel crucial que desempeñar, con políticas a largo plazo basadas ​​en incentivos que catalizan el avance científico y tecnológico – y que consiguientemente aumentan el potencial crecimiento de las economías.

Para determinar la forma de promover la innovación sin renunciar a la protección social, los economistas y los formuladores de políticas deberían aprender una lección del campo de la física. Durante casi un siglo, los físicos han tratado de combinar las ideas enfrentadas de los titanes de este campo de estudio, entre ellos las ideas de Wolfgang Pauli, el primer físico que predijo la existencia de neutrinos (las partículas más pequeñas de la materia), y Albert Einstein, quien explicó la curvatura del espacio-tiempo. La llamada “teoría del todo” sería la que vaya a conciliar lo inconcebiblemente pequeño con lo inimaginablemente grande, proporcionando una amplia comprensión de las propiedades físicas del universo.

Los políticos deberían estar trabajando en unir teorías aparentemente dispares para alinear las decisiones de política económica con los ciclos económicos y con los niveles de desarrollo de las economías. Tal enfoque debería tratar de proteger a las economías de los efectos desestabilizadores de los cambios en las políticas económicas motivados por la política partidista, sin obstaculizar la capacidad del gobierno para corregir los desequilibrios peligrosos. Las autoridades deben prestar la misma cantidad de atención y vigilancia en cuanto a reducir el gasto y a retirar las medidas de estímulo durante períodos de crecimiento económico que dispensaron al introducir dichas políticas de gasto y estímulo durante los períodos de desaceleración económica.

En la medida que este abordaje refleje el punto de vista que indica que la formulación de políticas es un arte y no es una ciencia, dicho abordaje se constituirá en algo muy positivo, debido a que el mundo necesita más flexibilidad en la formulación de políticas económicas. Sin embargo, algunos podrían considerar dicho abordaje como un motivo de preocupación, sobre todo si se tiene en cuenta la creciente desconfianza en las políticas económicas basadas en incentivos tras la crisis económica mundial.

Por otro lado, muchos creen que la crisis fue causada por décadas de predominio de un abordaje laissez faire a la formulación de políticas económicas, y con razón le otorgan el mérito a la intervención del gobierno en cuanto a facilitar la recuperación. El enorme éxito económico de países como China, donde cientos de millones de personas han salido de la pobreza extrema en una sola generación, ha reforzado el apoyo a los sistemas económicos dirigidos por el Estado.

En los países desarrollados, también, muchos abogan por que se otorgue un papel más preponderante al Estado, con el fin de garantizar que se cumpla con la prestación de beneficios sociales prometidos a las poblaciones que envejecen rápidamente. De hecho, en muchos países, la capacidad del gobierno ya está estresada. Como la canciller alemana, Angela Merkel, ha señalado (pointed out), aunque Europa es el hogar de solamente el 7% de la población del mundo, Europa produce el 25% de la riqueza del mundo y da cuenta por el 50% de los pagos de asistencia social a nivel mundial. Cuando se incluye Estados Unidos, el 11,5% de la población mundial recibe el 88% de los pagos por asistencia social del mundo.

No obstante, relegar los principios del libre mercado como si fuesen algo del pasado simplemente crearía un nuevo conjunto de desequilibrios. En lugar de permitir que los extremistas sigan secuestrando los debates sobre formulación de políticas económicas, las autoridades a cargo de dicha formulación de políticas deben trabajar para crear puentes entre escuelas de pensamiento que se encuentran enfrentadas. Únicamente cuando esto ocurra, será posible llevar a cabo un diálogo productivo – el tipo de diálogo que no termina en el cierre del gobierno.

Keynes escribió en una ocasión que estaba de acuerdo con “casi la totalidad” de las ideas de Hayek. Y, Hayek opinó que era “tranquilizador” saber que él y Keynes estaban de acuerdo de “manera tan plena”. Esto plantea la pregunta: ¿Cuál es realmente el obstáculo que evita que los economistas y los encargados de las políticas económicas formulen – o por lo menos busquen – una teoría económica unificada?

Dambisa Moyo is the author, most recently, of Winner Take All: China’s Race for Resources and What it Means for the World.

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