Una humilde proposición a Rosa Díez de un profesor de ética

Las recientes elecciones andaluzas han confirmado lo que algunos miembros de UPyD veníamos advirtiendo desde hace ya tiempo. Como breve homenaje a Casandra, permítaseme recordar que apenas en diciembre pasado éramos tan solo tres los miembros del Consejo Político nacional de mi partido que votábamos en contra de cómo estaba gestionando nuestro proyecto la actual dirección de UPyD. La votación no puede decirse que fuera apretada: ese órgano tiene 150 miembros y ningún otro, aparte de nosotros tres, vio problema excesivo en cómo marchaban las cosas.

No obstante, ahora, tras los pobres resultados del domingo 22 de marzo, en que UPyD no llegó a convencer ni al 2% de los votantes andaluces, parece que aquella percepción empieza a generalizarse entre la opinión pública, los afiliados e incluso señalados dirigentes (hasta cinco) que han dimitido de la dirección de UPyD. Bien está que se vea poco a poco la realidad. Han sido meses duros aquellos en que se nos acusaba a los pocos que preveíamos el desastre de «mafia», «vendidos al Ibex35», «traidores» y demás delicadezas con que Carlos Martínez Gorriarán, número de 2 de UPyD y antiguo miembro de ETA VI Asamblea, despacha a todo el que ose llevarle la contraria en su Twitter.

Pero precisamente porque algunos llevamos meses, e incluso años, haciendo el análisis político que hoy comparte cada vez más gente, me gustaría aprovechar este artículo para algo diferente. Quisiera realizar aquí un análisis ético, no político. Y me agradaría hacerlo en torno a la intención, que Rosa anunció este enero, de seguir siendo nuestra candidata por UPyD a la presidencia del Gobierno. Algo que no desmintió el lunes pasado, cuando mucha gente esperaba (esperábamos) que aceptara su responsabilidad por el desastre en Andalucía y dimitiera. No hizo ninguna de ambas cosas. Quiero, pues, aprovechar la ocasión que nos brinda Rosa al haberse publicitado como candidata meses antes de que proceda hacerlo (según nuestros Estatutos) para expresar aquí una humilde proposición: que no debería presentar tal candidatura.

Mi argumento para ello atañe a una virtud ética esencial: la coherencia. Desde que se fundó UPyD (lo sé bien, pues yo ya estaba allí) Rosa nos insiste a sus miembros en que hemos de ser distintos a los demás en muchas cosas. Una de ellas: que no debemos ser profesionales de la política. Que no debemos meternos en ella como medio de vida para el resto de nuestros días; que solo debemos rendir servicio político a la sociedad durante un tiempo y, tras él, volver a nuestras profesiones. Estoy seguro de que Díez, que nos lanza ese lema a los demás, no se siente eximida de él; pues una de las mayores lacras éticas es, justamente, creer que los deberes que se aplican a los demás no se aplican a uno mismo (el vulgo lo ha llamado jocosamente «ley del embudo»). Es decir, estoy seguro de que Díez también desea, en algún momento, cumplir lo que nos propone a todos los demás upeyderos: dejará, tras 36 años ya, la política y tornará a su empleo previo; en su caso, funcionaria en la Diputación de Vizcaya.

Ahora bien, no sé si ella ha caído en que dada su edad (pronto 63) son escasos los años que le quedan, antes de jubilarse, para poder cumplir esa regla que nos extiende al resto. Si aspira a ser diputada en las próximas elecciones, podría alcanzar 67 años cuando finalizara tal legislatura: edad excesiva para volver a su trabajo. Tampoco sería justo engañar a los electores presentándose a una legislatura que no pensara acabar para poder cumplir el deber ético de tornar a ser funcionaria antes de jubilarse. Parece, pues, que el mejor momento para que Rosa retome su pupitre en la Diputación vizcaína sea en breve. Y nadie puede desearle otra cosa, salvo que quiera convertirla en rea de incoherencia entre sus palabras y sus actos, horrendo pecado del político.

Creo además que esta coherencia ética podría beneficiar a UPyD. Cuando Rosa empezó su carrera política, un servidor, que ya es algo talludito, aún era niño; pero recuerdo cómo otro político de los años ochenta, Gerardo Iglesias, hizo algo similar a lo que sugiero aquí. Secretario general del PCE y coordinador general de IU, Iglesias, al abandonar ambos cargos tras apenas ocho años de mandato, volvió a su oficio de toda la vida, en su caso uno más duro que el de funcionaria: minero asturiano. Nunca he tenido, ni siquiera en aquella época, querencia por el comunismo; pero se me quedó marcado hasta hoy el ejemplo de coherencia ética que dio ese hombre. Creo que si Rosa torna a su oficio, tal ejemplo también despertará la simpatía de muchos. Sería un bello último servicio que podría rendir a UPyD en estos momentos en que el partido atraviesa duros senderos.

Ahora bien, debo insistir en que estos probables beneficios electorales son solo secundarios para mi argumento aquí. Los efectos electorales de una decisión pueden ser siempre discutibles; pero saber qué es lo coherente y ético resulta más sencillo. Como ya decía Kant, esa es la ventaja de ocuparse de la Ética: al final cualquiera puede captar qué es lo correcto con solo incluirse a sí mismo en las normas que exige a los demás. Y eso es todo lo que Rosa Díez debería, según le manda la ética, hacer.

Miguel Ángel Quintana Paz es miembro de Consejo Político Nacional de UPyD. Profesor de Ética en la UEMC y uno de los promotores de Libres e Iguales.

5 comentarios


  1. Un buen artículo.
    Efectivamente...fuisteis muy pocos en diciembre y fuimos muy pocos en marzo. Por el bien de todos, espero que seamos muchos en ese Congreso Extraordinario.

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  2. Creo que estás confundiendo a la gente en tu blog sobre Gorriarán: En su juventud, entre 1976 y 1978, militó en Iraultza Taldeak, organización juvenil de la organización trotskista LKI-ETA (VI). o sea: Partido Comunista de España, eso no es ETA; confundes: Euskadi Ta Askatasuna: «País Vasco y Libertad»; siglas que también adjuntaba el PC). Estás muy confundido y sin mala intención. En los años noventa se implicó en la lucha contra ETA, y fue uno de los fundadores del Foro de Ermua en 1997 y de ¡Basta Ya! en 1999, ejerciendo de portavoz de ésta última. Actualmente es portavoz de UPyD.

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    1. Yo no tengo por qué rectificar nada ya que esto es una Revista de Prensa, es decir, que nos limitamos a recopilar artículos. No tenemos ninguna relación con el autor del artículo.

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