Una liturgia colectiva

Por Magi Panyella y P. Notó, profesores de Psicología Social, UPF (LA VANGUARDIA, 11/06/06):

El fútbol como fenómeno de masas, demanda más de una reflexión para facilitar y clarificar en buena parte el éxito que tiene en sociedades muy diversas. La reflexión desde la perspectiva psicosocial incluye los niveles personales (psicológicos) y social-colectivos, que a menudo intentan explicarse separadamente, como si fueran independientes, resultando de ello explicaciones con una evidente falta de conexión con la realidad.

Las claves para la comprensión del fútbol desde una perspectiva psicosocial incluyen:

1) El fútbol es un deporte de equipo, de grupo, pero que no esconde sino que destaca las individualidades y el liderazgo de los jugadores que marcan la diferencia, aunque el auténtico protagonista es el grupo. Quien gana es el equipo, la ciudad, el país; la identificación con el ideal colectivo es fácil y cómoda, casi automática.

2) Como gran espectáculo para las masas, es quizá el más globalizado. Un inmigrante recién llegado en cayuco a Canarias, al ser recogido, lo primero que preguntó fue: "¿Quién ganó, el Barça o el Arsenal?".

3) El fútbol mantiene la ilusión del ascensor social, fomentando como liturgia colectiva la identificación con el ideal triunfador, sin importar la clase social, la etnia, la cultura o la religión. Si se triunfa, todos los que quieran pueden ser del equipo ganador, sin exclusiones, facilitando así la integración social.

4) La necesidad colectiva de poder expresar las emociones y la euforia de forma masiva. Parece que ha habido un desplazamiento de la fiesta multitudinaria desde otros ámbitos al del fútbol. Se celebran liturgias dominicales cada semana, grandes oficios cada año y mundiales cada cuatro.

5) La incertidumbre del resultado final. Es uno de sus atractivos, no es predecible, y menos en las grandes finales, lo que aumenta la emoción de los seguidores y crea afición. Así por ejemplo, vemos aumentar el número de mujeres que se incorporan a la hinchada, aunque todavía su presencia sobre el terreno de juego sea escasa.

Una de las críticas más extendidas a este fenómeno psicosocial es el grado de alienación que supone para las masas. Se argumenta que es una afición poco refinada, para personas incultas o de baja categoría sociocultural. Sin embargo, este deporte es una realidad mucho más compleja y multidimensional. Sólo hay que considerar su relación con fenómenos como la inmigración, o la autoestima social, que sube y baja en el mercado emocional de la bolsa futbolística, con importantes repercusiones en el ámbito económico. Una colectividad feliz y autosatisfecha es más atractiva para la socialización de sus nuevos miembros o para el turismo, situando en el mapa el lugar de referencia. De ahí, el dedicarle tanto dinero, tanto espacio mediático y fervorosas pasiones, tanto a favor como en contra.