Una nueva cultura del agua

Por Narcís Prat, catedrático de Ecología de la Universitat de Barcelona (EL PERIÓDICO, 29/03/06):

Cuáles han sido los resultados de la cuarta edición del Foro Mundial del Agua (FMA) celebrado en México? El más difundido ha resultado ser la declaración ministerial de 13 puntos que se hizo pública el pasado día 22 de marzo, Día Mundial del Agua, en la que ministros y altos dignatarios de los países presentes se reafirmaron "en la importancia crítica del agua", o tomaron nota "de las acciones de las Naciones Unidas", aunque en realidad no pusieron sobre la mesa ninguna decisión concreta.
La petición final de algunos países de que el agua fuera considerada un "derecho humano básico" no prosperó. Por todo ello, algunas ONG han calificado el foro de "fracaso sin contenido". También se ha identificado el FMA como el lugar donde se defiende por parte del Banco Mundial y las multinacionales del sector la privatización del agua frente a su gestión pública.
Sin embargo, en su cuarta edición ha quedado claro que la privatización de los servicios del agua en el Tercer Mundo ha sido un completo fracaso. Pero nos equivocaríamos si pensáramos que el foro se redujo a la declaración ministerial o al debate agua pública-agua privada, ya que ha tratado muchos más asuntos, y, en mi opinión, se han observado cambios de tendencia en la orientación futura de la gestión del agua.
En el 2002, en Johanesburgo (Cumbre de la Tierra), la comunidad internacional se comprometió a reducir por lo menos a la mitad los 1.100 millones de habitantes de la tierra que no tienen acceso al agua potable y los 2.400 millones que no tienen alcantarillas (objetivos del milenio). Por lo que hemos visto en el foro, estos objetivos mínimos no se están cumpliendo. Por qué y qué hacer para mejorar esta situación es algo que se ha discutido intensamente en el foro. Como conclusión podemos decir hoy en día que es posible garantizar una dotación mínima de agua (40 litros/habitante/día, lo que se llama agua para la vida) en las zonas rurales de los países en desarrollo y en los barrios pobres de las grandes ciudades mediante un modelo de gestión pública del agua.

SÓLO HACE falta voluntad política y una buena gobernanza, es decir transparencia y participación pública (buen gobierno) en todos los procesos gestión del agua para evitar la corrupción, que es la barrera más importante para la gestión eficiente del agua. El dinero que esto supone es una miseria comparado con el gasto militar, por ejemplo. En este sentido, diversas organizaciones de las Naciones Unidas y también muchas ONG (IUCN, WWF) han dado ejemplos de cómo con una buena gobernanza es posible gestionar eficientemente el agua para uso humano y, al mismo tiempo, proteger el medio ambiente.
Los aspectos puramente reivindicativos no cabían en el foro oficial, y por ello, en otro recinto, se ha celebrado un foro alternativo en el cual se han presentado casos de cómo la codicia de empresas y gobiernos sin escrúpulos es la causa de la degradación de múltiples ecosistemas acuáticos y la destrucción del sustento de muchas familias. Se han dado claros ejemplos de cómo empresas apoyadas por la corrupción gubernamental están destruyendo valles, pueblos y culturas precisamente por la falta de gobernanza. El debate, pues, al final, no es gestión pública o privada del agua, el debate es gestión con o sin los implicados y sus aspiraciones.
En esta edición del FMA ha quedado claro que para cumplir los objetivos del milenio y garantizar la gestión sostenible de los recursos hidráulicos es necesaria una política de gestión del agua diferente a la practicada hasta ahora, que cumpla los criterio de transparencia en la gestión y de participación efectiva de todos los ciudadanos. Frente a la política hidráulica, basada en la construcción de infraestructuras, se imponen los modelos sustentados en la gestión de la demanda y el respeto a los ecosistemas. Es la que recomienda la propia UNESCO en su último informe, presentado en México, lo que nos demanda la directiva marco del agua en Europa, y lo que hemos definido como una nueva cultura del agua.

ESPEREMOS que los debates y las conclusiones de las diferentes sesiones de la cumbre, que, repito, van mucho más allá de la declaración ministerial, sean un buen acicate para que dentro de tres años, en la quinta edición del foro, que se celebrará en Estambul, observemos un cambio real hacia la gestión integrada, transparente y participativa del agua.
De todo ello tenemos mucho que aprender en España. Aquí, todavía falta mucha transparencia y mucha participación en nuestra política del agua, que aún tiene mucho de hidráulica y poco de hidrológica. La anulación del trasvase del Ebro no debería hacernos bajar la guardia ante una política del agua que no ha cambiado lo suficiente como para que la podamos calificar como propia de esa nueva cultura del agua.