Una Nueva Normalidad necesita de una Nueva Medicina

Se dice que Winston Churchill pronunció la frase: "Nunca dejes que una buena crisis se desperdicie". Esto tuvo lugar durante la histórica Conferencia de Yalta que, junto a Stalin y Roosevelt, en febrero de 1945 y cercano al final de la Segunda Guerra Mundial, creó una oportunidad en medio de una crisis. Esta reunión, finalmente, fue el embrión de las Naciones Unidas. Unos pocos años después el presidente norteamericano J.F. Kennedy, en un discurso, recordó que "crisis" en chino tradicional se escribe con un término (pronunciado wéij), que significa literalmente peligro, el primer sinograma y oportunidad, el segundo sinograma.

La actual pandemia de coronavirus ha expuesto un enorme catálogo de problemas y desafíos a nuestro sistema sanitario, y ha generado o generará un cambio en la atención de los pacientes.

La Nueva Medicina de la mano de la tecnología

En los últimos 10-15 años se han dado a paso acelerado profundas trasformaciones de la medicina que han pasado desapercibidas o inadvertidas para muchos gestores sanitarios: la explosión de la Medicina Genómica, la introducción de la Inteligencia Artificial (IA) en salud mediante el manejo y el aprovechamiento del bigdata, así como la posibilidad de hacer predicciones sobre el uso de medicamentos con modelos computarizados, son algunos de estos ejemplos

La IA y la alta conectividad de los ciudadanos tienen el enorme potencial de mejorar la productividad, ahorrar costes y mejorar la atención de los pacientes, principalmente en tres áreas: a) la monitorización remota de pacientes (especialmente los pacientes con enfermedades crónicas) evitando muchas consultas médicas presenciales; b) el apoyo y mejora de la toma de decisiones mediante IA y el análisis de bigdata eminentemente en las áreas de diagnóstico, tratamientos, la prevención de enfermedades y efectos adversos a los medicamentos; y c) la integración de la información sanitaria en grandes centros de datos interconectados que ayuden a la toma de decisiones sanitarias globales para toda la población, por ejemplo en la captura de la información con RFID (radiofrequency identification) con sensores, códigos de barras, pulseras y otros dispositivos conectados que están transformando la forma en que se controla a los pacientes. Nosotros creemos que esto implica todo un nuevo concepto: el internet de los pacientes (IoP: internet of patients). La implementación de la IA con tecnologías tales como machine learning, procesamiento natural del lenguaje, deep learning y la nueva GPT3 permitirán a los médicos no estar sentados tecleando en un ordenador y mejorarán la relación médico paciente. El bigdata y el análisis avanzado de datos (advanced analytics) tiene además la posibilidad de mejorar la vigilancia epidemiológica (de enfermedades infecciosas, malformaciones congénitas, otras enfermedades emergentes, etc.) anticipando con información en tiempo real cualquier variación que haya en este seguimiento. Sin duda alguna esto ha fallado en España en la pandemia de Covid-19, donde no ha sido posible interpretar los pequeños indicadores en tiempo real sino que fueron identificados en forma retrospectiva; en el mes de febrero de 2020 se observó un incremento desproporcionado de neumonías atípicas en varios hospitales de España que hubieran puesto en evidencia (aún sin haber confirmado los diagnósticos con PCRs o serologías) lo que se evidenció en los meses siguientes

Muchos gestores sanitarios creen que la introducción de la IA es solo "instalar nuevos ordenadores y programas" que incrementen la tecnología de sus instituciones. Para poder tener un valor competitivo en la Medicina del presente mediante la introducción de la IA se requiere un cambio de calado de la organización de una institución. Los hospitales tienen que realizar cambios organizativos y estar orientados a la gestión mediante el dato (data driven) ya que los datos son la gasolina de estos nuevos sistemas basados en IA. Las compañías tecnológicas tendrán que ser los partners naturales de los sistemas sanitarios. El concepto tan manido de transformación digital no se trata sólo de tener tecnología mejor o más moderna sino de cambiar la estructura de la organización de forma tal que los recursos humanos y las estructuras se orienten hacia la generación de datos que puedan integrarse en sistemas de análisis y de soporte a las decisiones en tiempo real.

Las instituciones sanitarias

Recientemente le preguntaron al decano de facultad de Medicina de la Universidad de Stanford en California (Prof. Lloyd Minor) cuales eran los factores que más iban a influir en el cuidado de la salud en los próximos años. La respuesta fue Genómica, Ciencias de datos y tecnología de IA. Por ello, la mayoría de los expertos coinciden en que las instituciones sanitarias que triunfarán a corto-mediano plazo serán las que consigan la creación de valor con la introducción de tecnologías genómicas, el bigdata, la analítica de datos y la digitalización de los procesos.

Los sistemas sanitarios (hospitales y otros centros asistenciales) están enfocados en el cuidado individual de los pacientes; y para ser justos y honestos, en términos generales lo han estado haciendo bien en todos estos años. Pero descuidar la imperiosa necesidad de dar nuevas respuestas a pacientes y ciudadanos mediante el manejo de grandes datos que mejoran la atención de los pacientes y poder dar respuestas globales poblacionales a los nuevos desafíos científicos, financieros y de sostenibilidad sería un gran error.

La enorme intersección que existe entre la medicina del 2020 y la IA con la computación de alto rendimiento no ha sido aprovechada por el Sistema Sanitario, que se ha mantenido adormecido en procesos del siglo XX y en algunas ocasiones en estructuras hospitalarias casi decimonónicas. El sistema de salud necesita contratar nuevos roles (bioinformáticos, científicos de datos, arquitectos de red, matemáticos y expertos en ingeniería de datos) y redimensionar sus procesos operativos. Si bien la mayoría de los Centros Sanitarios han hecho un esfuerzo en los últimos 20-25 años en incorporar ordenadores en cada consulta, planta hospitalaria y centro de gestión de todo el país, esto no ha redundado en una integración inteligente de los datos sanitarios de los ciudadanos. Además, la imposibilidad real de poder compartir la información sanitaria de la historia clínica electrónica (HCE) entre las comunidades autónomas o más aún, entre los hospitales de un mismo sistema sanitario ha conllevado a un retraso y enlentecimiento real de la explotación de datos sanitarios. Finalmente, esto ha llevado a un enorme perjuicio para los pacientes que tienen/tenemos que repetir pruebas, duplicar informes, etc. por la falta de intercomunicación.

Los sistemas sanitarios están navegando por unos tiempos de incertidumbre sin precedentes. Los enormes progresos científicos, la irrupción de la tecnología, los avances de la genómica y la innovación en las prácticas clínicas, entre otras, han irrumpido como un tsunami que amenaza con llevarse por delante las infraestructuras sanitarias que hasta ahora creíamos consolidadas. Ninguna institución que no esté madura para poder analizar a gran y pequeña escala los datos podrá mantener la necesaria actualización científica ni la velocidad en la que los ciclos de innovación están ocurriendo.

Los pacientes

La otra arista es la insatisfacción de los pacientes. La Nueva Medicina nos está demostrando que los pacientes no son/somos sujetos pasivos sino que podemos y debemos contribuir a la revolución digital en marcha. La revolución digital sanitaria no es "sólo" la utilización de una historia clínica electrónica sino la forma en que un Sistema de Salud/Institución y sus datos son usados para poder explotar la información y que sean de utilidad para predecir, prevenir y proyectar el cuidado de la salud de las personas. Los pacientes quieren ahora moverse hacia una atención multicanal: seguimientos telemáticos, consultas monográficas multidisciplinares (no ir de especialista en especialista) y muchas otras formas de optimización de la atención sanitaria. La mayoría de los hospitales han mantenido un porfolio muy estático, no han re-diseñado sus edificios y procesos acordemente a los cambios y no se han movido según las necesidades del mercado (los pacientes) en los últimos 20 años. Los centros sanitarios siguen siendo sitios para tratar y muy poco o nada para prevenir, predecir o proyectar políticas sanitarias globales debido a la imposibilidad de poder realizar macroanálisis globales. La medicina de los años 90 ya no es efectiva en el 2020. Quienes no entiendan que estamos en el filo de una nueva era de poder computacional, habrán perdido el tren... Por ello los gobiernos deberían priorizar la financiación para la innovación en salud. Se necesitan tomar decisiones estructurales que requieren de la decisión valiente de los líderes políticos. Para poder acometer una transformación tecnológica real se debe construir una estructura tecnológica que sea la espina dorsal de la innovación digital y que sirva de soporte para poder acoger y mantener interconectadas todas las tecnologías, aplicaciones y plataformas con una aproximación estratégica clara y con una arquitectura moderna, abierta y flexible en la que los datos de los ciudadanos sirvan para revertir valor y riqueza en el sistema. Recientemente, el Consejo de Ministros aprobó la Estrategia Española de Ciencia, Tecnología e Innovación 2021-2027, cuyo objetivo es duplicar los recursos públicos y privados para alcanzar en 2027 el 2,12% del PIB en inversión en estas áreas. Este es el momento de invertir, cambiar y crecer; justo ahora que tenemos el viento en contra. Hagamos de la crisis una verdadera oportunidad de cambio.

Todos esperamos que esta sensación de "urgencia de hacer" que han exteriorizado durante los últimos meses nuestras autoridades sanitarias se transforme rápidamente en una acción útil y no sólo un decorado de cartón-madera que disimule en parte la inacción y falta de visión estratégica que han tenido en los últimos 20 años. Esperamos que las autoridades nos permitan acometer la impostergable tecnobiorevolución que todos necesitamos.

Pablo Lapunzina es médico, pediatra y genetista y Jefe de Grupo de Investigación del INGEMM (Instituto de Genética Médica y Molecular) del Hospital Univ. La Paz, Director Científico del CIBERER (Centro de Investigación Biomédica en Red de Enfermedades Raras, ISCIII) y ha completado su formación en Inteligencia Artificial en el MIT (Massachusetts Institute of Technology).
Julián Isla es Ingeniero Informático y trabaja en Microsoft. Es miembro del Comité de Medicamentos Huérfanos de la Agencia Europea del Medicamento, presidente y fundador de Fundación 29, Director Científico de la Federación Europea de Síndrome de Dravet y miembro del Comité Científico Asesor Externo del CIBERER.

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