Una política de refugiados más humana

Una política de refugiados más humana

Los países europeos están aceptando migrantes e integrándolos en sus sociedades. Por lo que mi pregunta es: ¿por qué no más sirios? E, incluso, ¿por qué no mas iraquíes, afganos o somalíes? ¿Es una cuestión de racismo? ¿Es porque son sospechosos de crear riesgo de terrorismo? ¿Es porque no les consideran adecuadamente preparados o capacitados? Hay preguntas que los líderes de la Unión Europea necesitan comenzar a responder para superar la crisis de los refugiados.

Europa es consciente de que afronta un problema estructural, con la disminución demográfica de Alemania, Italia y España, por nombrar unos pocos. En 2014, los países europeos dieron la bienvenida a 2,3 millones de migrantes y los integraron de manera exitosa, reuniéndolos con sus familias y proporcionándoles permisos de trabajo y educación. De hecho, Reino Unido fue el país que mejor los integró, aceptando a 568.000 personas solo en 2014, procedentes de Estados Unidos, India, China y Brasil. ¿Pero cuántos de Siria? Casi ninguno. Incluso mi país, Italia, integró a más de 200.000 personas en 2014. Y todavía muchos europeos se resisten a aceptar refugiados y migrantes derivados de la “crisis” a lo largo de las fronteras sur del continente.

Necesitamos más migrantes de todos los tipos, no menos.

Cuando los refugiados llegan a Europa, tiene que haber una política efectiva de integración que evite los errores pasados. La inversión es necesaria en áreas como alojamiento, educación, idioma y formación de capacidades que eviten una futura alienación o desapoderamiento. Europa no se puede permitir continuar con un acercamiento descoordinado y completamente inadecuado a la realidad de la migración humana. Nuestra incapacidad para gestionar de manera eficaz la entrada y reasentamiento de refugiados y migrantes ha magnificado el problema, creando una aguda crisis política.

En ausencia de un plan amplio para gestionar la llegada y distribución de los solicitantes de asilos, las naciones de Europa han entrado en pánico. Muchas de ellas han levantado estrictos controles fronterizos y han buscado cabezas de turco.

Grecia, bajo presión económica durante años antes de la actual crisis, ha sido señalada por fallar a la hora de procesar y alojar adecuadamente a los refugiados. No es razonable esperar que el país soporte esa carga enorme solo. La Unión Europea ha prometido 509 millones de euros para el programa nacional griego (2014-2020) –y una ayuda adicional de 264 millones– para ayudar al país a manejar los flujos de inmigrantes. Sin embargo, algunos Estados miembros han dejado de pagar su cuota. Esta falta de solidaridad agrava la crisis y supone que Grecia no tenga los recursos para tramitar individualmente el derecho de asilo de cada migrante. Este proceso requiere más asistentes sociales, intérpretes y jueces, prometidos pero no aportados por Europa.

Mientras que es cierto que ha habido falta de liderazgo en este problema, también se han tomado acciones positivas. Por ejemplo, la canciller alemana Angela Merkel abrió valientemente las puertas a los refugiados; o, como ella ha apuntado recientemente, se negó a cerrarlas. Merkel ha sido acusada y criticada por “seleccionar y escoger refugiados”, prefiriendo a los refugiados sirios, quienes tienen a estar más capacitados y educados. En cualquier caso, al menos mantuvo la frontera alemana abierta para gestionar nuevas llegadas y me gustaría animar a otros miembros de la UE a seguir su ejemplo.

En Italia podemos estar orgullosos de las vidas salvadas a través de la operación Mare Nostrum de búsqueda y rescate en el mar Mediterráneo. Este programa rescató a más de 140.000 personas en menos de un año, antes de que finalizara a principios de 2014. Estamos continuando con la búsqueda y captura en una escala mucho más limitada gracias a los esfuerzos de la Guarda Costera italiana, las asociaciones de pescadores y las ONG.

Una misión adecuada concebida en el Mediterráneo debería incluir un programa activo de búsqueda y captura, siguiendo el exitoso modelo de Mare Nostrum, con el fin de gestionar los próximos meses y años de la crisis. La idea de que se pierdan vidas en el mar es totalmente inaceptable.

Las instituciones europeas necesitan mejorar su capacidad de previsión para identificar los signos de alerta temprana de inestabilidad política y conflicto potencial, y tomar pasos proactivos para ayudar a los estados vulnerables antes de que comience un nuevo éxodo. Un país en riesgo es Argelia, donde hay un gran conflicto social, un sistema político hermético y una corrupción generalizada. No hay ningún sucesor viable para el presidente Abdelaziz Buteflika. Teniendo en argeliacuenta la agitación en Libia y otros países vecinos, es justo describir a Argelia como una bomba de relojería. Europa no está haciendo lo suficiente para anticipar y prevenir los estallidos potenciales y las consecuencias inevitables que la migración tendría en nuestro continente.

Hay una serie de factores complejos a considerar en la crisis actual, incluyendo lo alejados que están los refugiados de los migrantes económicos. Por supuesto, existe una distinción importante pero no siempre es fácil de hacer. Para empezar, la mayoría de esta gente llega sin documentos. Pueden decir que llegan por ejemplo de Eritrea, pero ¿cómo establecer la verdad? Además, ¿debería ser esta persona etiquetada como refugiada o como migrante económico? Ciertamente es muy difícil.

Podemos construir un sistema más lógico para abordar los desafíos pero solo si primero calmamos la histeria que se apodera de Europa. Millones de personas están huyendo de la guerra, la represión, la tortura y el riesgo de muerte. Por encima de todo, la política de refugiados debería proteger la vida humana.

Esto es un problema global, que no se limita al Mediterráneo. Ayuda mirar hacia la situación en otros países: Túnez ha acogido a un millón de libios dentro de su población de alrededor de once millones. Líbano ha absorbido a un millón de sirios con una población de unos cuatro millones. ¿Cómo puede Europa no mostrar el mismo espíritu generoso para dar la bienvenida a aquellos que huyen de los horrores?

Emma Bonino, exministra de Asuntos Exteriores de Italia y comisaria de Ayuda Humanitaria en la Comisión Europea..

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