Una protesta sin fronteras

"Los comentarios son libres, pero los hechos son sagrados". Estas palabras de Charles P. Scott, que se repiten como un mantra en todas las escuelas de periodismo del mundo, resultan particularmente adecuadas cuando hablamos de igualdad de género. Según datos de 'ONU Mujeres', el 35% de las mujeres de todo el mundo han sufrido violencia física y/o sexual. La brecha salarial mundial se sitúa en el 23%. Las mujeres dedican entre una y tres horas más que los hombres a las labores domésticas; y entre dos y diez veces más de tiempo diario a la prestación de cuidados a niños, ancianos y enfermos.

En el ámbito del poder político, solo el 23% de los parlamentarios nacionales en todo el mundo son mujeres, y tan solo el 18% de los cargos ministeriales. De los 193 países miembros de las Naciones Unidas, todos ellos signatarios de la agenda de los Objetivos de Desarrollo Sostenible y, por tanto, comprometidos a alcanzar la igualdad de género en el 2030, solo 19 jefes de Estado y/o de gobierno son mujeres, lo que representa apenas un 10% del total. El poder (y su capacidad transformadora) sigue estando, en el siglo XXI, en manos de los hombres.

Este 8 de marzo del 2018 tendrá lugar la primera huelga internacional de mujeres. Impulsada por organizaciones feministas en más de 150 países, es una huelga histórica y distinta: es laboral, pero también de cuidados, de consumo, y en el ámbito educativo. Esta huelga, que convoca a todas las mujeres (tengan o no trabajo remunerado), denuncia particularmente la violencia de género, una lacra global que se ha hecho especialmente visible en los últimos meses, a través del movimiento contra el acoso y el abuso sexual con lemas como #MeToo, #YoTambién o #Time’sUp.

La huelga es una acción reivindicativa internacional y transversal que trasciende las fronteras de la huelga laboral clásica. Es multidimensional y global, como la naturaleza del problema que aborda: la desigualdad estructural entre hombres y mujeres. Desde hace décadas, el movimiento feminista viene trabajando en red para impulsar la agenda global de la igualdad de género. Una acción internacional coordinada como esta no sería posible sin su liderazgo y su activismo.

En España, aunque la situación es mejor que en muchos otros países del mundo, las mujeres dedican el doble de tiempo que los hombres a trabajos sin remuneración (26,5 horas a la semana, frente a las 14 horas de ellos, según la reciente Encuesta de Condiciones de Vida del INE). La brecha salarial, de acuerdo con la última estadística de Eurostat, se sitúa en torno al 15%. En el 2017 fueron asesinadas 49 mujeres por violencia de género y tres  en lo que va del 2018.

El movimiento feminista reclama que esta huelga sea solo de las mujeres. Con ello, quiere evidenciar el enorme papel que las mujeres realizan diariamente en todos los ámbitos de actividad. Además, pide a los hombres que quieran apoyar las reivindicaciones que lo hagan ocupándose de las tareas de cuidados que normalmente realizan las mujeres. El resultado de la huelga, señalan, no se medirá solo ni principalmente en términos cuantitativos. Se pretende también mover a la reflexión, de hombres y mujeres, sobre el persistente desafío, estructural, de la desigualdad de género.

Desde algunos sectores se han expresado dudas respecto de la eficacia y la oportunidad de una medida como esta para reivindicar la igualdad efectiva. Se le ha atribuido una agenda oculta, distinta de la denuncia de la desigualdad de género, y se la ha descalificado como una huelga elitista.

Pero los hechos son sagrados y este 8 de marzo, en decenas de países europeos, latinoamericanos, en Estados Unidos, Australia, o la República de Corea, las mujeres están convocadas a una huelga de todas sus actividades. Un día sin la contribución, remunerada o no, de las mujeres. Como ocurrió en Islandia el 24 de octubre de 1975, esta huelga pretende hacer visible que, si las mujeres paran, el mundo entero se detiene.  Aquella huelga marcó un punto de inflexión para los derechos de las mujeres, y el país (hoy a la cabeza en igualdad) acaba de aprobar una ley pionera contra la brecha salarial.

El 2018 será el año de la primera huelga internacional de mujeres. Los cambios sociales que han supuesto la conquista de los derechos y libertades de las mujeres han sido el resultado, en gran medida, de las reivindicaciones de las propias mujeres y del impulso del movimiento feminista. Este 8 de marzo es el del #YoTambién, el del #MeToo. El del activismo feminista. El tiempo del silencio se ha acabado.

María Solanas, coordinadora de Proyectos del Real Instituto Elcano.

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