Una soberbia modelo

Por casualidad mi primer e inopinado encuentro con Vargas Llosa tuvo lugar en Londres, en el siglo pasado. ¿Antes de Darwin? ¿cuándo las cebras tenían rayas horizontales? Posteriormente en nuestras actos comunes (¡tres!), también del siglo pasado, Vargas Llosa me trató con cordialidad e inmerecida generosidad. ...por casualidad el 16 de diciembre de 1986, día en que se otorgaría, en Madrid el Premio Cervantes de Literatura, el máximo galardón de las letras castellanas, publiqué a primerísima hora en la prensa madrileña, mi breve ensayo «La ceremonia de la recuperación».

Capítulo que reproduje en las páginas 2757 de «Un esclavo llamado Cervantes» (Espasa Biografías) y en las páginas 297-300 de «Pingüinas» de inmediata publicación (Libros del innombrable).

En realidad los bonsáis del Vaticano escriben sus haikus en latín. ...por casualidad el día de la publicación de este artículo, la prensa española citó como un posible «Premio Cervantes» a Vargas Llosa.

Desgraciadamente vivía, como siempre, en París y no me enteré de aquella actualidad. El terrorista manco ¿puede jurar decir la verdad?

Obviamente ni en el artículo, ni en los dos libros me referí a Vargas Llosa. ...por casualidad, a pesar de la «ceremonia de la confusión» el «Collège de Pataphysique» [colegio único que centraliza y coordina los diversas instituciones patafísicas del mundo] me nombró inmerecidamente, en 1990, miembro del «Corps des Trascendants Satrapes». Antes de inventar las elecciones las hormigas elegían a su reina al Strip Poker.

[Para mayor emoción «sátrapa», « «satrápês», adaptado del iraní « », y del antiguo persa « », significa «protector del país». El alma ¿es más complicada que el átomo?]

El Cuerpo de Trascendentes Sátrapas se reúne únicamente-cuando-es-necesario («à son bon escient»). Lo preside un «Modérateur Amovible» sin ningún poder, ni siquiera el de pedir silencio. La levitación es mucho más cara que la telepatía de alta definición. Entre los 61 sátrapas hay pintores como Marcel Duchamp, Man Ray, Barry Flanagan, Pablo Picasso, Joan Miró, Dubuffet, Louise Bourgeois; poetas como Jacques Prévert, Edoardo Sanguineti; dramaturgos como Ionesco; matemáticos como Benoît Mandelbrot; arquitectos como Oscar Niemeyer; escritores como Umberto Eco, Boris Vian, Simon Leys, Jean Baudrillard e incluso, excepcionalmente, un «premio Nobel» como Dario Fo. ...por casualidad, años después asistí a una intolerante campaña desencadenada contra Vargas Llosa en Italia con ocasión del Festival de Venecia. Era en aquellos remotos tiempos del comunismo con gallos daltónicos verdes.

Aproveché mi estancia en la Universidad de Pisa –y mi pasión por Kurt Gödel– para defender modesta pero enérgicamente la figura de Vargas Llosa.

Excepcionalmente casi toda la prensa italiana se hizo eco de mi ditirambo. ¿Para qué deslumbrar sin esclarecer? Todo aquello, (un paquetón de páginas de periódico) días después se lo envié a Vargas Llosa, a su casa de Londres. Archivo del que no guardo ni fotos, ni copias, ni dobles, ni anorexias en vinagre.

Inmediatamente recibí una carta de su «secretaria» con un acuse de recibo escrito a mano que decía:

«...hemos recibido su pliego que transmitiremos lo antes posible a Mario Vargas Llosa...» ... por casualidad en Porto Alegre, coincidí e incluso almorcé con Patricia Llosa y Vargas Llosa. A él y a mí nos habían nombrado «co-invitados de honor» de la Feria del Libro de la ciudad. En mi caso desde luego inmerecidamente.

Todavía no habían llegado esos móviles que dan cáncer a los que fuman de oído, como Van Gogh. ... por casualidad unas horas antes del almuerzo, a primera hora de la mañana, tuve la dicha inmerecida de jugar una simultánea de ajedrez. La Feria de Porto Alegre se encargó de encontrar a un voluntario para llevarme en silla de ruedas, evitando así las 4 o 5 horas de marcha sin descanso que dura una simultánea.

Por excepción los ventrílocuos con doble personalidad están de acuerdo consigo mismo. ...por casualidad el voluntario fue una soberbia modelo brasileña que no lo pudo hacer mejor. Los hay que se comen las uñas por miedo a que otro lo haga.

No, no, no estaba enfermo, como en un primer momento pensaron Patricia Llosa y su ex cuando, de sopetón, se encontraron conmigo en silla de ruedas.

Los dos se mostraron, también allí, encantadores (inmerecidamente) conmigo.

Al final de la comida observé a Patricia Llosa superdotada y bonita. Me pareció que no intentaba ni ser la más influyente, ni la más célebre, ni la más poderosa. Como si solo tratara de crear su terruño natal del alma: creación que a mi parecer no cesaba de ser el centro de su vida.

Solamente la aventura arriesgada de la pasión desinteresada ¿engendra el pensamiento asombroso? ... por casualidad a la hora de despedirnos Patricia Llosa me dijo cariñosa: –«...nos tenemos que ver», –«...desgraciadamente no sé donde puse vuestra dirección en mi leonera parisiense».

Y Patricia Llosa amistosamente escribió la dirección en un trozo de papel con su preciosa letra, [que en España solo usan las alumnas que tuvieron la suerte de educarse con las «teresianas»].

Con la mismísima letra ¿de la «secretaria» de Vargas Llosa del siglo pasado?

Fernando Arrabal, dramaturgo y Premio Mariano de Cavia.

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