Una sombra se cierne sobre China

La decisión de la Reserva Federal de Estados Unidos de abandonar su política de “flexibilización cuantitativa” (la masiva compra mensual de activos a largo plazo) suscitó temores de un aterrizaje económico de emergencia en China. Pero los fundamentos económicos del país están sólidos y dan al gobierno espacio de maniobra para evitar que eso suceda, siempre que consiga controlar a la banca informal china.

De mantenerse el rumbo actual, se prevé que el crecimiento del consumo y la inversión en China seguirá más o menos en los niveles del año pasado. Al mismo tiempo, la recuperación de las economías avanzadas, especialmente Estados Unidos y Europa, fortalece la demanda externa, lo que lleva a los analistas a proyectar que este año las exportaciones chinas crecerán más del 10%, esto es, 3 o 4 puntos porcentuales más que en 2013. De ser así, en 2014 el PIB crecería entre 7,5 y 8%, una muy buena cifra.

El problema es que los últimos años, el sector financiero chino acumuló un exceso de riesgo; a fines del año pasado, el agregado monetario amplio (M2) ascendía a 110,7 billones de yuanes (18 billones de dólares), casi el doble que el PIB del país. Con la intención de limitar el crecimiento del indicador M2 (que puede ser señal de un exceso de apalancamiento de la economía), el banco central endureció las condiciones para el otorgamiento de préstamos de la banca comercial, de modo que ante cualquier aumento del M2 se reduce la disponibilidad de crédito.

Pero la medida no logró el objetivo deseado; por el contrario, el año pasado el M2 creció más que en 2012. Peor aún, se generaron nuevos riesgos para la economía china, ya que restringir el papel de intermediación financiera de los bancos comerciales alienta el crecimiento del sector bancario informal, la “banca en la sombra” que opera fuera del alcance de las regulaciones. Es evidente que se necesita otra solución, basada en una comprensión más profunda de los peligros inherentes al sistema bancario chino.

Si bien es cierto que el aumento del indicador M2 puede reflejar un exceso de apalancamiento, no es un criterio particularmente exacto en el caso de China, donde para los bancos comerciales es fácil quitar del balance los préstamos convirtiéndolos en productos de gestión patrimonial para eludir la imposición de requisitos de reserva y controles cuantitativos más estrictos; práctica que impulsa una expansión artificial del crédito que se confunde con crecimiento del M2. En este sentido, lo que realmente está estimulando la expansión de la banca informal es la renuencia de las autoridades monetarias chinas a abrir el sector financiero formal al capital privado local o liberalizar la tasa de interés sobre los depósitos.

Como las pequeñas y medianas empresas chinas (que son, con diferencia, el principal motor de crecimiento de la economía) no consiguen financiación suficiente en el sector financiero formal, se han visto obligadas a acudir a canales informales. Esto llevó a que la banca en la sombra se convirtiera en la primera fuente de financiación de las pymes (que suelen ser deudores de mayor riesgo), lo que generó un crecimiento exponencial del riesgo financiero en China.

Para colmo de males, los repetidos intentos del banco central de controlar la oferta monetaria han elevado el costo del capital. El pasado junio, la tasa de préstamos interbancarios anualizada superó el 10%, y en diciembre llegó casi al mismo nivel. Como en última instancia estos costos se trasladan a las pymes, su capacidad de contribuir al crecimiento económico general se ve menoscabada.

Tomemos el caso del gigante de Internet Alibaba, que el año pasado comenzó a financiarse a través de Zhifubao (el equivalente chino de PayPal). En pocos meses recibió 400.000 millones de yuanes de 85 millones de pequeños inversores. Tencent, la empresa de Internet más grande de China, adoptó la misma estrategia para competir con Alibaba; y para atraer a la mayor cantidad posible de inversores, las dos ofrecen altos rendimientos (a menudo, del 6 o 7% anual).

El problema es que la mayor parte de esta inversión está en el mercado interbancario, con lo que en definitiva las pymes enfrentan tasas superiores al 10%, sin incluir el 3% adicional de las garantías de los préstamos a pymes. Esto supone un costo financiero insostenible que se transmite a la economía real en forma de grandes riesgos.

Donde se ve con mayor claridad esto es en el sector inmobiliario. Las empresas constructoras, ávidas de liquidez e imposibilitadas de obtener financiación en el sector bancario formal, han tomado préstamos por cifras enormes con tasas de interés elevadísimas. Pero en muchos casos la demanda de vivienda creció menos de lo esperado, lo que aumenta el riesgo de que se produzcan impagos, en cuyo caso los efectos se trasladarían a todo el sector financiero.

La realidad es que China nunca estuvo tan cerca de una crisis financiera importante como hoy. Y sin embargo, las autoridades monetarias chinas no parecen comprender la magnitud de los riesgos ni las causas que los originan.

Es cierto que tal vez es necesario desapalancar la economía china; pero en vez de lanzarse ciegamente a restringir la oferta de crédito, el gobierno debería encarar una reforma profunda del sector financiero, que incluya la liberalización de la tasa sobre los depósitos, la eliminación de controles cuantitativos y, lo más importante, permiso para la creación de instituciones financieras privadas locales.

Es una tarea esencial para la solidez económica y financiera de China en el largo plazo. Pero para llevarla a cabo, es necesario un gran cambio de mentalidad en las autoridades monetarias chinas. Ese es el verdadero desafío al que se enfrenta China en la actualidad.

Yao Yang is Dean of the National School of Development and Director of the China Center for Economic Research at Peking University. Traducción: Esteban Flamini.

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