Una verdad sin fronteras

Por Chakib Aljiyari, presidente de la Asociación Rif de Derechos Humanos. Traducido del árabe por Gonzalo Fernández Parrilla (EL PAÍS, 04/07/06):

Pese a los ríos de tinta vertidos por los historiadores para demostrar el papel negativo desempeñado por el mariscal Mohamed Mizzián tanto en Marruecos como en España, algunos marroquíes siguen criticando las protestas que suscitó la inauguración oficial del museo a él consagrado. En un intento desesperado y miserable de investir a este mariscal con los ropajes del heroísmo y el nacionalismo, algunos periódicos marroquíes han puesto en circulación una serie de ideas falsas acerca de Mizzián y de los motivos de la protesta contra la inauguración del museo, ideas que se desmoronan frente a los hechos históricos probados.

La protesta no era, como algunos piensan, contra la personalidad del mariscal Mizzián, sino contra el apoyo oficial a su trayectoria, que algunos quieren convertir en símbolo de las relaciones hispano-marroquíes y dotándola de tintes nacionalistas, cuando su historia no fue ni noble ni nacionalista, y a otros como él se les ha enviado al basurero de la Historia.

En 1921 el futuro mariscal Mohamed Mizzián luchó en Annual al lado de los españoles contra los combatientes rifeños comandados por el emir Mohamed Abdelkrim Al-Jattabi. En aquella batalla el caballo del futuro mariscal fue alcanzado por la bala de un combatiente, y el jinete cayó al suelo rompiéndose varios huesos, caída que le produjo ese defecto en la boca que le acompañó hasta su muerte. Muchos años después, tras su incorporación a las filas del ejército del Marruecos independiente, Mizzián participó activamente en la represión de los rifeños en 1959 junto a Hasan II, a quien acompañaba en sus desplazamientos en helicóptero desde Tetuán a Alhucemas, para seguir de cerca las operaciones. El Rif sufrió entonces ataques con bombas de napalm. Inocentes, niños y ancianos fueron asesinados sádicamente, y mujeres y niñas, violadas.

Algunos tergiversadores intentan embellecer en Marruecos la imagen de Mizzián pretendiendo que el Ejército de Liberación Marroquí contó con el apoyo de Franco, de quien el mariscal fue mano derecha, de tal manera que los combatientes por la libertad marroquí habrían encontrado siempre refugio en la Zona Norte, que entonces ocupaba España. Esta afirmación demuestra que desconocen los hechos históricos.

La mejor respuesta que se puede dar es lo que Abdelkrim escribió en una carta publicada en el diario egipcio La Voz del Pueblo el 6 de agosto de 1956: "Nadie ignora que lo que últimamente se ha denominado Ejército de Liberación Marroquí no es más que un instrumento de España. Sus hombres son creaciones del colonialismo español, y sus jefes, miembros del propio Ejército español. En cuanto al verdadero ejército de liberación, es aquel que a la vez luchó contra Francia y España, aquel que estos dos Estados y sus secuaces han hecho todo lo posible por reprimir y neutralizar".

Pero incluso ese Ejército de Liberación Marroquí, creado por España, según Abdelkrim, luchó contra el colonialismo francés y, al menos, no combatió a los suyos, como sí hizo el mariscal Mizzián durante la guerra de Annual en 1921 y luego con las Fuerzas Armadas Reales en 1959.

Debido a que los marroquíes que han protestado contra el museo hablaron también de los crímenes del mariscal contra la República española, han sido considerados más defensores de la historia de España que los propios españoles. Y es que a algunos se les olvida que la defensa de la verdad no debe verse afectada ni influida por fronteras políticas o geográficas. En España, historiadores, periodistas y partidos políticos han rechazado la presencia oficial española en la inauguración del museo del mariscal Mizzián. Y muchos marroquíes han unido su voz a la de los españoles que han recordado las atrocidades cometidas por el mariscal contra la República.

La verdad no debe conocer fronteras. Y así Esquerra Republicana de Cataluña se solidarizó con las demandas de los rifeños cuando, el 19 de julio de 2005, en presencia de asociaciones marroquíes, fue presentado en el Congreso de los Diputados el expediente de la utilización de gases tóxicos por las fuerzas coloniales españolas en el Rif, en los años veinte del siglo pasado. Esquerra pidió que se reconociese ese crimen y reclamó compensaciones para la región del Rif por los daños y secuelas sufridos, petición que sigue tramitándose con la colaboración de los rifeños.

Por otra parte, puede plantearse esta cuestión: ¿cómo comprender que el Estado marroquí -y la delegación oficial que asistió en Beni Ansar a la inauguración del museo, que incluía representantes de los partidos políticos marroquíes- aceptara la presencia en el acto del comandante general de Melilla, que además asistió de uniforme militar, tras cruzar el puesto fronterizo entre Melilla y Beni Ansar?

Los partidos allí presentes -Unión Socialista de Fuerzas Populares, Partido del Progreso y del Socialismo, Partido Istiqlal y Reagrupamiento Nacional de Independientes-, que defienden la marroquinidad de Melilla, no han expresado objeción alguna a la presencia de esa personalidad militar española, ni a través de los aparatos de los partidos ni siquiera a través de sus periódicos, lo que constituye un reconocimiento implícito por su parte de la españolidad de la ciudad.

Los dirigentes de la Unión Socialista de Fuerzas Populares, que en la década de los cincuenta pertenecieron al Istiqlal y a la Unión Nacional de Fuerzas Populares, se habían opuesto a que los soldados alistados en los ejércitos de ocupación español y francés se incorporaran a la Administración marroquí. Y he aquí que hoy les vemos rindiendo homenaje a uno de ellos.

Podemos afirmar con rotundidad que con nuestra protesta hemos vencido, porque, por una parte, hemos desenmascarado la verdad de este mariscal y, por otra, hemos demostrado al pueblo que los restos del colonialismo siguen en los entresijos del poder en Marruecos.