Universidad y mercado laboral, una relación refractaria

Estamos de acuerdo cuando afirmamos que la Universidad debería ser un agente que nos facilitase la entrada al mercado laboral. Universidad utilizado como término genérico, si bien cabría diferenciar el grado de responsabilidad que tienen las licenciaturas o grados VS los másteres o postgrados. Siendo los primeros un agente más destinado al conocimiento en un término amplio y no tan vinculado a la empleabilidad como lo es la formación de postgrado.

La Universidad enseña, en muchos casos, lo que el mercado no necesita, formando a miles de licenciados cuya única salida acabará siendo el desempleo. Por contra, hay trabajos que quedan sin cubrir porque no existen profesionales con los conocimientos requeridos. Este desajuste de talento se acentúa en la misma medida que progresan las empresas, la industria y la tecnología. No parece que tenga demasiado sentido prolongar titulaciones basadas en planes de estudios, muchas veces desfasados, cuyos conocimientos no están solicitados en el mercado laboral.

No hay plan de estudios a cinco años que pueda mantener la sintonía con la realidad del mercado. Incluso la medicina y las ingenierías asisten hoy a la mayor revolución técnica de su historia. La primera evoluciona hacia la biotecnología, la genética y el uso de robots quirúrgicos; y las segundas, al uso de sofisticados sistemas 3D casi cinematográficos.

En paralelo a esta variabilidad de los conocimientos, el peso de la experiencia y de otras habilidades (como la oratoria, habilidad de comunicación, etc.), que no se aprenden en casi ninguna facultad, gana importancia en cualquier proceso de selección, donde los perfiles son cada vez más especializados.

«A las empresas no se viene a aprender, se viene aprendido». Esta frase de un empresario de éxito resume uno de los problemas que encuentran los recién titulados y sus empleadores en su desembarco al mercado laboral. Ambos tienen que empezar casi de cero y el nuevo trabajador no es productivo hasta que pasan unos meses. Al observar los datos de contratación de jóvenes vemos cómo, al margen de otras razones, las empresas tienen como prioridad la productividad y por eso están contratando gente con experiencia.

Los profesionales están «condenados» a un proceso de reciclado y aprendizaje continuo, y el desafío de los departamentos de RR.HH. es saber gestionar el talento, captarlo, retenerlo y desarrollarlo para mejorar la productividad, competitividad y rentabilidad de las empresas. También cada vez son más los profesionales que eligen un modelo de desarrollo de su carrera profesional basado en el cambio continuado, enriquecedor y motivador, que les lleva a diferentes posiciones, responsabilidades, sectores y países.

De alguna manera, la titulación universitaria es uno de los indicadores del Estado del bienestar, una meta al alcance de la mayoría de los ciudadanos, y hay quien ve la reducción de los años de carrera como una renuncia a ese logro. Nada más lejos de la realidad. Se trata de escalar los esfuerzos con los objetivos profesionales y adecuarlos en el tiempo. Muchos universitarios aspiran a puestos burocráticos de nivel medio y para ellos no tiene sentido estudiar dos años más si no les va a hacer falta. Además, si en muchos otros países europeos se facilita formación universitaria con programas de una duración de tres años en un sistema completamente viable y adaptado al mercado, ¿por qué España debe ser diferente?

Por contra, a medida que las aspiraciones y oportunidades laborales sean mayores, este esfuerzo se complementará con una formación y puesta al día continua. La ventaja es que esos nuevos conocimientos estarán más en sintonía con los que reclama el mercado. No tenemos todavía información suficiente sobre la recepción en el mercado laboral de los primeros graduados del Plan Bolonia, pero será muy interesante conocerla para definir estrategias futuras.

Mientras tanto, sería bueno que la comunidad educativa analizase las razones por las que la Universidad española, salvo raras excepciones, sigue apostando por un conocimiento mayoritariamente teórico, y, sobre todo, alejado de la realidad de las empresas y el mercado, que es el destino y principal objetivo de sus alumnos. La productividad y competitividad de las empresas españolas depende de que, entre todos, seamos capaces de marchar en la misma dirección y a la misma velocidad para conseguir que la Universidad sea un auténtico vivero de talento.

Christopher Dottie, Director General España de HAYS Recruiting Experts Worldwide

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