Unos rebeldes muy conformistas en Madrid, Nueva York y París

Los indignados de la Puerta del Sol en Madrid crearon en 2011 una especie de modelo de protesta que fue imitado en Nueva York algunos meses después –Ocupa Wall Street– y que se reproduce en este momento en la céntrica plaza de la República de París, con el nombre de Noche en pie. En todas estas circunstancias, el guión ha sido más o menos idéntico. El movimiento empezó de manera aparentemente espontánea, y lo gestionaron unos estudiantes demasiado entrados en años para ser estudiantes de verdad. El espacio público fue colonizado y se transformó en un lugar festivo; se iniciaron debates sobre lo divino y lo humano que revestían una apariencia democrática. En todos los casos, el pretexto de la movilización era protestar contra la supuesta corrupción del sistema político expresando la voluntad de sustituirlo por una democracia más auténtica y más cercana al pueblo, y por unos políticos renovados. Pero en los tres casos se vio rápidamente que el debate supuestamente democrático se limitaba a la verborrea izquierdista más elemental y a un anticapitalismo primitivo, aderezados con una salsa ecológica. Todos los que intentaron oponerse a esta ideología dominante fueron expulsados, a veces con violencia, como hemos podido observar en París, donde los intelectuales moderados creyeron que se podían unir al debate. En París, estos últimos días, el espectáculo improvisado en la plaza de la República está degenerando, como era de prever, en un discurso revolucionario de tipo trotskista, acompañado de una creciente violencia entre la Policía, los manifestantes y los alborotadores que rompen los escaparates lanzando adoquines. El final es inminente, y la Policía llevará a cabo una gran limpieza de la plaza.

Unos rebeldes muy conformistas en Madrid, Nueva York y París¿Tienen sentido estos acontecimientos? Lo que ponen de manifiesto, me parece, no es una crisis de la democracia como nos cuentan, sino la negativa de las minorías activistas de izquierdas a aceptar las reglas de la democracia, algo que no es nuevo, pero que se agrava a medida que la ideología de izquierdas se aleja de la sociedad real. En relación con esto, observo una diferencia fundamental entre Noche en pie, ante todo una crítica de la sociedad liberal, y Mayo del 68 en París: los «acontecimientos» de Mayo del 68 no coincidían con ideologías antiguas, sino que expresaban un rechazo colectivo al principio de autoridad en la sociedad en general. La esencia de Mayo del 68 fue libertaria y, aunque esas manifestaciones fueron breves, dieron lugar a una liberalización general en la sociedad francesa, en las universidades, en las empresas, en las familias, en las iglesias y en la vida política. Fue como un balón de oxígeno, algo que no es Noche en Pie. Aquellos que esperaban, ingenuamente, que de esas manifestaciones en Madrid, Nueva York y París surgiesen ideas nuevas y estimulantes para el mundo actual solo pueden sentirse terriblemente decepcionados. Solo hemos oído unas cantinelas muy viejas sobre los horrores del capitalismo, que dentro de poco tendrán dos siglos de antigüedad y que se remontan al «socialismo utópico» a la francesa, anterior al marxismo, que, según Marx, era «científico». ¿Debería sorprendernos la persistencia de estas ideologías? Su perennidad se debe a que ofrecen a aquellos que las profesan una explicación del mundo fácil de entender y una sensación de inteligencia a aquellos que no son inteligentes y que no están informados. El socialismo utópico, el marxismo arcaico, el trotskismo pseudorromántico y el ecologismo profundo son ideas «listas para pensar» que evitan tener que pensar por uno mismo, al igual que la moda prêt-à-porter, o «lista para llevar».

Sin embargo, estos espectáculos improvisados tienen consecuencias políticas en la izquierda. Los partidos socialistas en Europa o el Partido Demócrata en EE.UU., que por fin tendían hacia el realismo y la aceptación de la economía de mercado y de la globalización, retroceden hasta sus antiguas raíces revolucionarias o se rompen en dos, como en España, con la creación de Podemos. En EE.UU., Bernie Sanders, al retomar los lemas de Ocupa Wall Street, ha obligado a Hillary Clinton a desplazarse ligeramente en esa dirección, lo que podría resultar negativo para la economía estadounidense. En Francia, probablemente, los militantes de Noche en pie van a obligar a los candidatos de izquierdas en las próximas elecciones presidenciales a alejarse de cualquier tentación liberal.

Recordemos que Noche en pie, al principio, fue una protesta contra un proyecto de ley socialista dirigido a liberalizar, muy ligeramente, el mercado laboral y a reducir así el desempleo juvenil. Los «jóvenes» de la plaza de la República se manifiestan, por tanto, en contra de una iniciativa que les habría permitido encontrar un empleo. También se daba esta paradoja en Madrid y en Nueva York. Así, al rechazar todo lo que es real y no proponer nada que sea factible, la «indignación» solo puede ser una forma contemporánea de nihilismo. Aunque, en París, unos buenos grupos de música por lo menos han reunido durante algunas semanas en la plaza de la República a un público ferviente atraído por estos conciertos gratuitos. Así es como en Madrid, en Nueva York y en París se escriben pequeñas historias en vez de la Gran Historia.

Guy Sorman

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *