Urge una paz justa en Palestina

Por Emilio Menéndez del Valle, embajador de España y eurodiputado socialista (EL PAÍS, 11/04/03):

El conflicto israelo-palestino se halla en un momento muy difícil. Un momento en el que unos cuantos gobiernos europeos -en manifiesta contradicción con sus respectivas opiniones públicas- han tomado partido o directamente participado en una agresión bélica contra Irak al margen de las Naciones Unidas. A estas alturas, poco importa que esos gobiernos se empeñen, absurdamente, en afirmar que la resolución 1.441 de por sí daba vía libre a la guerra. Importa poco, porque la Administración de Bush ha dejado claro que su objetivo no es sólo el desarme de Bagdad, sino también -y sobre todo- el derrocamiento de su régimen, algo no autorizado por la 1.441. El momento es asimismo difícil, porque en Palestina nunca hubo una situación peor. Según un Informe del Banco Mundial publicado el 5 de marzo, tras dos años de conflicto con Israel, el 60% de la población palestina vive por debajo de la línea de pobreza (75% en Gaza). La economía palestina se encuentra devastada. El 50% de los empleados en el sector privado han perdido su trabajo, al tiempo que la población se ha incrementado en un 9%. El Banco Mundial urge a Israel a atenuar los bloqueos y toques de queda en las áreas palestinas, pero advierte de que la crisis económica sólo será zanjada si se progresa hacia un acuerdo de paz. Algo que es asimismo aplicable a la economía israelí, también gravemente afectada por el conflicto. El documento asegura que "el legítimo derecho de Israel a defender a sus ciudadanos de ataques es incuestionable. El reto consiste en hallar una vía para lograrlo sin destruir la economía palestina ni el sustento de los palestinos".

A ello hay que añadir que Cisjordania se encuentra artificialmente dividida por los israelíes en más de 50 cantones, donde el movimiento de los palestinos está sujeto a un arbitrario sistema de permisos. Quinientas ochenta escuelas se hallan cerradas porque 250.000 estudiantes y miles de profesores no pueden acudir a ellas. El Gobierno de Israel y su ejército han logrado desintegrar la mayor parte de las funciones que llevaba a cabo la Autoridad Nacional Palestina (ANP) y han destruido gran parte de sus infraestructuras. El sistema de salud y de protección social están hundidos. Todo ello en gran parte financiado por la Unión Europea.

Por otro lado, los asesinatos selectivos y las demoliciones de casas continúan. Sólo en febrero han resultado muertos 72 palestinos, incluidos 25 civiles, tres de ellos menores de 10 años. Continúa igualmente la construcción ignominiosa del llamado muro de seguridad con el que Sharon pretende aislar aún más los territorios palestinos. Una obra que es un insulto a la humanidad y que ya ha confiscado a los palestinos el 42% del total de la producción agrícola de Cisjordania. Mientras tanto, en la franja de Gaza, 6.000 colonos israelíes consumen el 45% del agua y casi un millón y medio de palestinos tienen que apañárselas con el 55% restante.

El momento es también difícil, porque a lo que hasta ahora he mencionado se une el hecho de que Israel cuenta hoy en día con el Gobierno más extremista de los últimos tiempos. Como se sabe, Sharon preside un Gabinete de coalición que incorpora al Partido Nacional Religioso (extrema derecha, colonos) y a la Unión Nacional (partidaria de la expulsión de los palestinos). El partido Shinui, llamado centrista, nunca se ha interesado en demasía por el tema palestino. Reforzado por la coalición política lograda y amparado por las oportunidades que le da la guerra contra Irak, Sharon ha radicalizado su posición. Continúa con la política de asentamientos, se opone a discutir el futuro de Jerusalén y se manifiesta contrario a un Estado palestino viable, al que concede tan sólo "algunos atributos de soberanía" sobre una entidad que no sobrepasaría el 45% de Cisjordania y Gaza. Finalmente, las dificultades aumentan si tenemos en cuenta que, a causa de la guerra ilegal encabezada por Estados Unidos, la Unión Europea se encuentra más dividida que nunca.

En un ambiente como el descrito, la frustración, la indignación y la desesperación entre los palestinos están a la orden del día. En el inmenso campo de concentración en que se ha convertido la pequeña franja de Gaza, el extremismo islámico y militante que encarna Hamás ha desplazado política y socialmente a la ANP, que Israel se ha encargado de semidestruir. En numerosos lugares de Cisjordania muchos palestinos sufren cotidianamente, pero en ningún sitio las cotas de sufrimiento y desesperación han alcanzado el nivel que en Gaza. Allí, la mayoría ha perdido toda esperanza y un mayor sufrimiento llega a no importar. Es uno de los lugares del mundo con mayor número de suicidios y la mayoría de los suicidas-bomba que atentan contra civiles israelíes proviene de Gaza. Han descubierto así la manera de causar daño y sufrimiento a quienes les hacen sufrir. Aunque sea a costa de civiles israelíes inocentes.

El doctor Eyad Sarraj, de renombre internacional, director del Gaza Community Mental Health Programme, crítico de la ANP, de Arafat y de la corrupción, dice que los niños de la primera Intifada se han convertido en los hombres bomba de hoy y que hay toda una nueva generación dispuesta a seguir sus pasos. El doctor Sarraj dice: "Si en Gaza se pregunta hoy a un niño qué quiere ser cuando sea mayor, no contesta que le gustaría ser médico, soldado o ingeniero; dice que quiere ser mártir". En esta situación, el odio engendra odio y no hay posibilidad no ya de convivencia entre dos pueblos, sino ni siquiera de coexistencia. ¿Es posible hacer algo para disuadir a los palestinos de que continúen arruinando sus vidas y las de los israelíes? Nada serio será posible si no se crea previamente un ambiente al menos de relativa confianza. ¿Qué hacer, pues? En cualquier caso, hay que hacerlo ya.

No podemos aceptar el esquema de quienes pretenden postergar la consideración de la solución del conflicto israelo-palestino hasta "después de la guerra". No podemos, porque los defensores de esa tesis contemplan un calendario que es un pretexto para la inacción: guerra; posguerra en sentido muy amplio: ocupación prolongada por parte de las tropas norteamericanas (¿meses, años?); reorganización del sistema político iraquí/implantación de la democracia (¿años? ¿se implantan las democracias?); rediseño del mapa de Oriente Medio (¿años?); continuación de la campaña norteamericana contra los restantes componentes del eje del mal -que Israel apoya fervorosamente y que, según declaraciones de Sharon, debe incluir a Irán, Siria y Libia (¿años?)-.

La Administración de Bush debe entender rápidamente que, con esta guerra y esta posguerra, cada semana que pasa sin acometer la definitiva solución del conflicto palestino-israelí es un torpedo a la línea de flotación de la estabilidad en la región y en el mundo islámico. La Administración de Bush ha echado a pique los pilares y principios básicos de las relaciones internaciones y del derecho internacional, incluido el sistema de Naciones Unidas.Independientemente de la calificación política y moral que se pueda aplicar a quien actúa de tal forma, hay que señalar a dicha Administración que voces, política y culturalmente distintas, coinciden en la misma advertencia. Así, Brzezinski invita a los EE UU a "encarar el hecho de que los problemas políticos de Oriente Próximo constituyen los antecedentes, e incluso el trampolín, para los terroristas". Mientras que Mahatir Mohamed, el primer ministro malaisio y presidente de turno del Movimiento No Alineado, declaraba el 3 de marzo que "tras la invasión de Irak, una ola de rabia y amargura recorrerá el mundo islámico". Y, en línea con el parecer de Brzezinski, añadía: "Habrá entonces muchos más aspirantes a terroristas".

Es pronto para discernir si por ahora todo se quedará en rabia, amargura y frustración, o la cosa pasará a mayores. Sin embargo, estoy convencido de que el Tercer Mundo (y en concreto el Tercer Mundo islámico, que dispone de un arma político-cultural imponente) no resistirá durante largo tiempo la acumulación de humillación, agravios y sinsabores a que una parte del mundo occidental le somete. De ahí que -aparte de cómo se gestione y por quiénes la posguerra de Irak, si bien debería ser la ONU y no EE UU las que se encargaran de ello- sea muy importante urgir una rápida solución -justa y digna- del choque israelo-palestino.

Tal como se está en estos momentos reconfigurando el tablero internacional, ¿de qué instrumentos dispondríamos para la solución del conflicto? En ocasiones, lo mejor es enemigo de lo bueno. Si estuviéramos en una época distinta en las relaciones internacionales y la relación de fuerzas entre los distintos sujetos internacionales (Unión Europea incluida) fuera otra, probablemente recomendaría otra línea de actuación. Como ése no es el caso, quienes están implicados en el tema -esto es, EE UU, UE, Rusia y la ONU, que operan a través del llamado Cuarteto- deben urgir la rápida aplicación de la denominada hoja de ruta (road map), esto es, el detallado plan por ellos diseñado con la intención de lograr un acuerdo satisfactorio. Matizando, diría que en realidad son UE, ONU y Rusia las que deben empujar a Washington a que levante su veto sobre dicho plan, veto que mantiene por presiones de Israel. Pero ha de ser la versión original aprobada en Washington el 30-12-02, tal como exigió el Consejo Europeo el 21 de marzo.

No es éste el momento de examinar detenidamente la tal hoja de ruta. Baste recordar que persigue el arreglo final y global del conflicto en 2005, fecha en que, tras una serie de etapas y condiciones para unos y otros, incluidas dos conferencias internacionales, se constituiría definitivamente un Estado palestino independiente, democrático y viable. La filosofía, principios y compromisos asumidos por los cuatro patrocinadores implican que el acuerdo supondrá el fin de la ocupación israelí iniciada en 1967, en base a lo establecido en la Conferencia de Madrid de 1991, el principio de paz por territorios, las resoluciones del Consejo de Seguridad 242, 338 y 1.397, los acuerdos previamente alcanzados por las partes y la iniciativa del príncipe heredero saudí -aprobada por la Liga Árabe- que llama a aceptar a Israel como vecino en paz y seguridad, en el contexto de un acuerdo global.¿Cómo interpretar la hoja de ruta de modo que pueda verdaderamente lograr el fin del conflicto? Así: a) debe ser publicada ya, sin mayor dilación, y entregada oficialmente a israelíes y palestinos. b) El Cuarteto debe advertir formalmente a unos y a otros de que el documento aprobado el 20-12-02 en Washington es el definitivo. c) Podrán aceptarse correcciones o enmiendas menores, pero no aquellas que desvirtúen la filosofía, propósitos y objetivos del texto. d) Hay que entender que es, en este sentido, un documento no negociable. Si se prefiere, un documento impuesto.

Sólo una hoja de ruta llevada a cabo sin dilaciones y que cumpla lo que el propio Cuarteto impuso el 20-12-02 es la última oportunidad para comenzar a crear entre los palestinos un ambiente moderadamente optimista que les ayude a superar la frustración y desesperación en que se encuentran. Únicamente la aparición inmediata de un horizonte político que les convenza de que alguien está dispuesto a poner fin a la miserable situación en que se hallan podrá hacer avanzar la paz. Ese horizonte político debe consolidarse antes de que los devastadores efectos de la guerra contra Irak y los innumerables y graves problemas que presenciaremos en la posguerra lo hagan imposible. Sin duda, ello redundará asimismo en beneficio de los israelíes, que, a pesar de las visiones y políticas extremistas de quienes hoy les gobiernan, están mayoritariamente a favor de un acuerdo racional con los palestinos. El proceso de paz debe culminarse rápidamente, porque tanto israelíes como palestinos han vivido hasta ahora un largo proceso, pero ninguna paz.

Una coda, un apunte final, dirigida a la Administración de Bush. Es evidente que la mayoría de la opinión pública europea y mundial se opone a la guerra contra Irak. Desde españoles, italianos, franceses, alemanes y otros en Europa, hasta australianos, indonesios o malaisios en otros continentes, por no hablar de egipcios o yemeníes. Esta opinión pública no entendería que Bush -que ha hecho añicos el sistema jurídico internacional de convivencia- no estuviera dispuesto a imponer -en el seno del Cuarteto- una solución que traiga la paz y una cierta dignidad a la antigua Palestina y el moderno Israel.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *