¿Vacunas para todos o apartheid vacunatorio?

¿Vacunas para todos o apartheid vacunatorio?
StefaNikolic/Getty Images

La cumbre del G7, que comienza el viernes, será la primera reunión en persona de los líderes mundiales en casi dos años; también será la primera de Joe Biden como presidente de los Estados Unidos y la última de Angela Merkel como canciller alemana. Y pondrá a prueba por primera vez el significado real de la muy citada consigna de «Gran Bretaña global» del primer ministro británico Boris Johnson.

Las cumbres del G7 no suelen dejar en la gente muchos recuerdos aparte de la «foto de familia» de los líderes. Pero en contadas ocasiones, pueden salir de ellas decisiones significativas. Es lo que sucedió en 2009 cuando, en consulta con la dirigencia africana, una reunión del G8 en Italia fue el punto de partida de una nueva época en desarrollo internacional. Me tocó entonces dar inicio a la sesión, y conté a los otros líderes allí reunidos la historia de un escolar ruandés atrapado en el genocidio de los años noventa y ahora inmortalizado en el Museo Conmemorativo del Genocidio en Kigali, donde en una sección dedicada a los niños, aparece su fotografía, con una placa que dice:

David, 11 años
Ambición: ser médico
Deporte favorito: fútbol
Afición: hacer reír a la gente
Muerte: por mutilación
Últimas palabras: la ONU ya viene a salvarnos

En su idealismo y en su inocencia, David creyó que la comunidad internacional lo salvaría y salvaría a su madre. No lo hicimos. La historia de David la repitieron el presidente de los Estados Unidos Barack Obama y el primer ministro italiano Silvio Berlusconi. Coincidimos en que la comunidad internacional no había hecho lo suficiente para ayudar a personas que corrían peligro de muerte; y en el comunicado de la cumbre anunciamos nuestra intención de hacer mucho más.

Hoy el G7 debe dar un lugar prioritario en su agenda a otra cuestión de vida y muerte, y a los costos de la inacción. Es inaceptable que habiendo vacunas seguras y eficaces contra la COVID‑19 todavía no tengamos un plan para vacunar a toda la población mundial. Ya han muerto por esta enfermedad 3,8 millones de personas. Cada semana mueren otras 80 000. Y no es una exageración decir que los miembros del G7 decidirán quién recibirá la vacuna y estará a salvo y quién no la recibirá y seguirá en riesgo.

Hace unos días, Estados Unidos ofreció entregar 500 millones de dosis de la vacuna de Pfizer‑BioNTech a países en desarrollo, y es posible que amplíe la oferta. Se prevé que el Reino Unido ofrezca cien millones de dosis. Y otros países también harán su parte.

Pero las cifras de las que se hablan están muy lejos de los once mil millones de dosis que se necesitan. Para cumplir la promesa de Johnson de vacunar a toda la población mundial de aquí a que termine 2022, necesitamos un flujo continuo de vacunas en los próximos meses y después. Eso demanda financiación garantizada y mecanismos de compra conjunta, lo que a su vez lleva a la ampliación de la capacidad productiva y a un cronograma seguro de suministro de vacunas en todos los continentes. Y tenemos que tomar ya mismo una decisión sobre la financiación del plan, para no caer en la situación repetida en la que el mundo no cubrirá los costos y no se conseguirán todos los suministros de vacunación necesarios.

Los presagios para los países más pobres todavía son desalentadores.

La inmensa mayoría de los 2500 millones de dosis de la vacuna contra la COVID‑19 producidas hasta el momento se destinó a los países más ricos. África subsahariana recibió menos del 2%. Por eso sólo el 2% de la población de la región tiene aplicada la primera dosis y sólo el 0,2% está totalmente inmunizado. El arzobispo anglicano de Ciudad del Cabo, Thabo Makgoba, lo denomina «apartheid vacunatorio». Y mientras las tasas de contagio en África aumentan alrededor de un 25% por semana, los países más pobres del mundo enfrentan dos problemas que tal vez sólo el G7 pueda resolver. En primer lugar, no podrán contener la transmisión de la enfermedad si tienen que esperar hasta que haya dosis sobrantes de los países avanzados (la mayoría de las cuales no llegarán hasta el año entrante). En segundo lugar, no alcanzarán los mismos niveles de inmunización de los países avanzados ni tendrán kits de diagnóstico y equipos de protección individual suficientes sin apoyo financiero adicional: este año se necesitan 16 000 millones de dólares más, y en 2002 se necesitarán más de 30 000 millones de dólares.

Los gobiernos de Noruega y Sudáfrica han propuesto una fórmula para conseguir el dinero necesario, basada en los niveles de ingreso y riqueza de cada país y en los diferentes beneficios que les reportaría la reapertura de la economía mundial. Según sus respectivas capacidades de pago, el G7, junto con Corea del Sur y Australia, debería cubrir el 67% de los costos. Estados Unidos aportará el 27%, Europa el 22%, el RU el 5% y Japón el 6%; a Canadá, Corea del Sur y Australia les corresponde un 2% cada uno. El resto lo cubrirán otros países del G20, entre ellos China, Rusia y los estados petroleros.

Pero como dijo Martin Luther King, la posibilidad de llegar demasiado tarde existe. El mundo necesita que el G7 tome una decisión esta semana, o se seguirán perdiendo vidas. No podemos permitirnos un apartheid vacunatorio.

Gordon Brown, former prime minister and chancellor of the exchequer of the United Kingdom, is United Nations Special Envoy for Global Education and Chair of the International Commission on Financing Global Education Opportunity. Traducción: Esteban Flamini.

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