‘Vamos a pelear con todo al invertir en Estados Unidos primero’

Vamos a pelear con todo al invertir en Estados Unidos primero
Ruth Fremson/The New York Times

El presidente electo de Estados Unidos, Joe Biden, estaba de buen humor cuando hablamos por teléfono la tarde del martes durante una hora (él estaba en Delaware y yo en Bethesda, Maryland). Se disculpó por haberse retrasado. Había estado pendiente de que el fiscal general William Barr acababa de anunciar que el Departamento de Justicia no había descubierto ningún fraude significativo que pudiera haber afectado los resultados de la elección presidencial. Se acabó.

Biden dijo en broma que Barr acababa de llamarle y “me preguntó si puedo ingresarlo al programa de protección de testigos por respaldarme”.

Después del huracán de afirmaciones deshonestas de los miembros del equipo de Donald Trump sobre los resultados de la elección, el presidente electo tenía derecho a reírse un poco a costa de ellos. Durante el resto de la conversación, habló completamente en serio.

Biden tenía mucho que decir acerca de cómo pretende trabajar con el actual líder de la mayoría en el Senado, Mitch McConnell, y sus colegas republicanos para que la Cámara Alta apruebe sus candidatos al gabinete, así como la mayor cantidad posible de propuestas de su agenda. También explicó cómo planea replantear la estrategia Estados Unidos-China; y por qué está listo para que Estados Unidos regrese al acuerdo nuclear con Irán, si ese país acepta, y eliminar las sanciones impuestas por el presidente Donald Trump.

Biden también habló a fondo sobre su estrategia para conectar con los estadounidenses que viven en áreas rurales, quienes se han alejado del Partido Demócrata.

Le formulé una pregunta personal: ¿Cómo ha sido ganar la presidencia en circunstancias tan extrañas (con una pandemia letal y una infodemia de propaganda de Trump que, de manera falsa, afirma que la elección estuvo amañada)?

“Siento que he hecho algo bueno por el país al asegurarme de que Donald Trump no sea presidente durante cuatro años más”, dijo Biden. “Pero no ha habido un momento de júbilo. De alguna manera, me recuerda a lo que está pasando con todos mis nietos. Ya sabes, tengo una nieta que se gradúa con honores de la Universidad de Columbia. No hay discurso de graduación. Yo soy el orador. Es virtual. Estos chicos se están graduando sin un festejo. Es simplemente uno de esos momentos. Hay mucho trabajo por hacer. Estoy enfocado en hacer algunas cosas tan rápido como pueda”.

Exactamente cuánto logre hacer dependerá en gran medida de dos cosas, señaló Biden. Una es cómo se van a comportar los republicanos en el Senado y la Cámara de Representantes después de que Trump realmente deje el poder. Y la otra es cómo se comportará McConnell si continúa con el control del Senado.

La principal prioridad de Biden, en sus palabras, es lograr que el Congreso apruebe un paquete de estímulo generoso, incluso antes de asumir el cargo.

Podríamos enfrentar un grave daño económico a largo plazo si no lidiamos con el hecho de que “hay más de diez millones de personas que están preocupadas sobre [cómo] hacer su siguiente pago de la hipoteca” y “hay un número significativamente más alto de personas que no pueden pagar su renta”.

Cuando la gente “está fuera de la fuerza laboral por mucho tiempo hace que sea mucho más difícil regresar”, dijo Biden. “Muchos de ellos están perdiendo años y años de oportunidades”.

Lo mismo ocurre cuando los niños pierden tiempo significativo en la escuela. “No pierden simplemente ese semestre”, dijo. “A veces terminan con dos o tres años de retraso”.

Un estímulo generoso generará crecimiento económico sin causar un daño fiscal a largo plazo, si en el futuro “todos pagan la parte que les corresponde, por Dios”, insistió. “Y cuando digo la parte que les corresponde, quiero decir que no hay razón para que la tasa fiscal más alta no sea del 39,6 por ciento, como era a principios del gobierno de Bush. No hay razón por la que 91 compañías de la lista Fortune 500 deban pagar cero dólares de impuestos”.

Pero la gran pregunta es si podrá obtener la aprobación de McConnell, hoy o mañana, si los republicanos siguen controlando el Senado. Un número significativo de senadores republicanos podrían decidir que desean convertirse en defensores a ultranza del déficit con el presidente Biden, después de cuatro años de gasto descontrolado durante el gobierno de Trump que ha elevado la deuda pública a cifras históricas.

Biden fue cuidadoso acerca de cómo hablaba sobre McConnell, quien a su vez ha sido cuidadoso de no llamar a Biden “presidente electo”. Biden obviamente desea mantener abiertas las posibilidades de cooperación, pero también anhela dejar en claro que podría tener más apoyo del pueblo estadounidense del que el Partido Republicano reconoce si los senadores republicanos optan por una obstrucción total.

“En pocas palabras”, dijo, “hay varias cosas que, cuando McConnell controlaba el Senado, las personas dijeron que no podían hacerse y yo logré que se llevaran a cabo [con él]. Yo pude hacer que, ya sabes, elevaran los impuestos a las personas adineradas”.

“Pienso que siempre se hacen concesiones, pero no toda conciliación implica alejarse de los principios”, agregó Biden. “Él me conoce. Yo lo conozco. No le pido que se avergüence a sí mismo para llegar a un acuerdo”.

Al mismo tiempo, si los republicanos “dejan que todo esto se vaya a la basura” simplemente para que un gobierno de Biden no obtenga una victoria, eso “podría tener un impacto en las posibilidades de que los republicanos busquen la reelección en 2022”.

“Cuando vemos que policías, bomberos y rescatistas en todos lados sufren despidos, cuando no se está logrando una buena distribución de vacunas en las áreas rurales de Estados Unidos, tiene que haber alguna consecuencia”, dijo.

Biden, quien ha pasado por muchas temporadas políticas, afirmó que el mundo podría cambiar mucho para los legisladores republicanos cuando Trump se vaya, aunque ciertamente no será olvidado.

“Ahora, mi evaluación favorable es del 55 por ciento”, dijo. “Trump ha bajado al 42 por ciento”. Un número significativo de independientes y algunos republicanos podrían comenzar a ver el mundo de manera muy distinta en las próximas semanas, dijo.

“No estoy seguro de que, en estas circunstancias, [ellos] puedan mantener la postura de no hacer nada para ayudar a mantener abiertas las empresas, de no asegurarnos de que podamos abrir nuestras escuelas de manera segura. Será difícil volver a casa” si eres un senador republicano que dice “dejemos que los estados quiebren”. Los republicanos también viven en esos estados.

Sobre política exterior, Biden señaló dos puntos importantes. Primero, le pregunté si mantenía la postura sobre el acuerdo nuclear con Irán que expresó en un ensayo publicado el 13 de septiembre en CNN.com. Respondió: “Va a ser difícil, pero sí”.

Escribió que “si Irán regresa al cumplimiento estricto del acuerdo nuclear, Estados Unidos podría volver a unirse al acuerdo como un punto de partida para continuar las negociaciones” y levantar las sanciones que Trump le impuso a ese país.

Los iraníes, sin duda, esperan eso. El ministro de Relaciones Exteriores iraní, Javad Zarif, dijo el 17 de noviembre que un retorno a la implementación total por parte de Estados Unidos e Irán se puede hacer “en automático” y “no necesita negociaciones”.

El acuerdo nuclear (conocido como el Plan de Acción Integral Conjunto) fue firmado en 2015. Trump retiró a Estados Unidos de manera unilateral en mayo de 2018 y reimpuso sanciones petroleras devastadoras contra Irán, al afirmar que era un mal acuerdo desde el principio y que Irán estaba haciendo trampa (que no era la postura de nuestros aliados europeos ni de los inspectores internacionales).

El punto de vista de Biden y su equipo de seguridad nacional es que cuando el acuerdo sea restaurado por ambas partes, tendrá que haber, en un tiempo muy breve, una ronda de negociaciones para buscar alargar la duración de las restricciones a la producción de Irán de material fisionable que pudiera ser usado para fabricar una bomba (originalmente quince años), así como abordar las actividades regionales malignas de Irán, a través de sus representantes en Líbano, Irak, Siria y Yemen.

Idealmente, al equipo de Biden le gustaría que las negociaciones subsecuentes incluyeran no solo a los firmantes originales del acuerdo (Irán, Estados Unidos, Rusia, China, el Reino Unido, Francia, Alemania y la Unión Europea), sino también a los vecinos árabes de Irán, en particular a Arabia Saudita y los Emiratos Árabes Unidos.

Hace unos días, escribí una columna en la que argumentaba que sería poco inteligente que Estados Unidos cediera la influencia ganada a través de las sanciones petroleras impuestas por Trump para sencillamente reanudar el acuerdo nuclear donde fue interrumpido. Deberíamos usar esa ventaja para también lograr que Irán frene sus exportaciones de misiles guiados de precisión a sus aliados en Líbano, Siria, Yemen e Irak, donde amenazan a Israel y a varios Estados árabes. Todavía creo eso.

El equipo de Biden está consciente de ese argumento y no piensa que es una locura, pero por ahora insiste en que el abrumador interés nacional de Estados Unidos es que el programa nuclear de Irán vuelva a estar bajo control y que se inspeccione por completo. Desde su punto de vista, el desarrollo de un arma nuclear por parte de Irán representa una amenaza directa a la seguridad nacional de Estados Unidos y al régimen global de control de armas nucleares, el Tratado sobre la No Proliferación de las Armas Nucleares.

“Mira, se habla mucho sobre los misiles de precisión y todo tipo de cosas que están desestabilizando a la región”, dijo Biden. Sin embargo, el hecho es que “la mejor manera de lograr algo de estabilidad en la región” es lidiar “con el programa nuclear”.

Si Irán obtiene una bomba nuclear, agregó, pone una enorme presión sobre los sauditas, los turcos, los egipcios y otros para conseguir sus propias armas nucleares. “Y lo último que necesitamos en esa parte del mundo es una acumulación de capacidad nuclear”.

Y agregó: “Al consultarlo con nuestros aliados y socios, vamos a establecer negociaciones y acuerdos de seguimiento para reforzar y extender las restricciones nucleares de Irán, así como abordar el programa de misiles”. Estados Unidos siempre tiene la opción de restaurar las sanciones si es necesario e Irán sabe eso, agregó.

Habrá mucho debate respecto a esto durante los próximos meses.

Sobre China, dijo que no actuaría de inmediato para eliminar los aranceles del 25 por ciento que Trump impuso a cerca de la mitad de las exportaciones de China a Estados Unidos ni la fase uno del acuerdo que Trump firmó con el país asiático que requiere que Pekín compre alrededor de 200.000 millones de dólares en productos y servicios adicionales de Estados Unidos durante el periodo de 2020 y 2021, un requisito en el que China va muy rezagado.

“No voy a tomar ninguna medida inmediata y lo mismo aplica para los aranceles”, dijo. “No voy a prejuiciar mis opciones”.

Primero quiere realizar una revisión exhaustiva del acuerdo existente con China y consultar a nuestros aliados tradicionales en Asia y Europa, dijo, “para que podamos desarrollar una estrategia coherente”.

“Pienso que la mejor estrategia para China es una que logre que todos nuestros aliados (o al menos los que solían serlo) estén de acuerdo. Va a ser una prioridad importante en las primeras semanas de mi presidencia intentar ponernos otra vez en la misma sintonía que nuestros aliados”.

Los líderes chinos tenían problemas con Trump, pero sabían que, mientras él fuera presidente, Estados Unidos nunca podría convocar una coalición global contra ellos. La estrategia de Biden, si puede ejecutarla, no será una buena noticia para China.

Mientras que Trump se enfocó en el déficit comercial con China, una tarea poco exitosa, a pesar de su guerra comercial, Biden dijo que su “meta sería buscar políticas comerciales que realmente produzcan avances en las prácticas abusivas de China (que roba propiedad intelectual, que exporta un producto a un precio más bajo en el mercado extranjero al que tiene en el mercado estadounidense, que da subsidios ilegales a empresas” y obliga “transferencias tecnológicas” de compañías estadounidenses a sus contrapartes chinas).

Cuando se trata de lidiar con China, concluyó Biden, todo se trata de “influencia” y “desde mi punto de vista, no la tenemos todavía”. Sin embargo, parte de generar más influencia consiste en desarrollar un consenso bipartidista en Estados Unidos para tener una buena política industrial estadounidense (inversiones de gran tamaño dirigidas por el gobierno en investigación y desarrollo estadounidenses, así como infraestructura y educación para competir de mejor manera con China) y no solo quejarse de ello. Tanto los senadores demócratas como los republicanos tienen proyectos de ley que exhortan a ese tipo de estrategia. La industria estadounidense de semiconductores en particular ha estado cabildeando a favor de un enfoque similar.

“Quiero asegurarme de que vamos a pelear con todo al invertir en Estados Unidos primero”, dijo Biden. Mencionó energía, biotecnología, materiales avanzados e inteligencia artificial como áreas listas para recibir inversión en investigación a gran escala de parte del gobierno. “No voy a ingresar a ningún nuevo acuerdo comercial con nadie hasta que hayamos hecho grandes inversiones aquí en casa y en nuestros trabajadores”, así como en educación, comentó.

Además, esta vez, insistió, las áreas rurales de Estados Unidos no quedarán en el olvido. No es posible que los demócratas puedan pasar otros cuatro años y perder casi todos los condados rurales en Estados Unidos. Por su bien y por el del país, los demócratas tienen que averiguar qué está pasando ahí y hablar de manera más efectiva con los votantes rurales.

“¿Sabes?, realmente se trata de dignidad, de cómo tratas a las personas”, expresó Biden. “Pienso que solo se sienten olvidados. Pienso que los olvidamos”.

“Los respeto”, agregó Biden, y planea probarlo al “acabar con el virus” en “áreas republicanas y demócratas por igual”.

Tenemos que “erradicar la crisis de salud en las zonas rurales al impulsar el crecimiento de Obamacare [la Ley de Atención Médica Asequible], si asumimos que sobrevive, con una opción pública [e] inscribir de manera automática a las personas elegibles para Medicaid. Hay un gran respaldo a ello, particularmente [de] personas en estados rurales, como Texas y Carolina del Norte, que rechazan la expansión. Podemos incrementar el financiamiento. Visité quince hospitales rurales y el problema más grande es que no hay suficientes reembolsos para que puedan mantenerse abiertos”. Además, a menudo son el empleador más grande en esa población o ciudad.

Muchos de estos hospitales y clínicas rurales podrían beneficiarse de la telemedicina, pero no cuentan con la conectividad de banda ancha. “Deberíamos estar gastando 20.000 millones de dólares para ofrecer acceso de banda ancha en todo el país”, dijo Biden. “Tenemos que reconstruir a la clase media”, pero “sobre todo en la región rural de Estados Unidos”.

Antes de terminar nuestra conversación, le pregunté al presidente electo sobre su reacción a las amenazas de los senadores republicanos de que no confirmarían a Neera Tanden como directora de la Oficina de Administración y Presupuesto debido a su registro de tuits desagradables contra los republicanos. ¿Deberían los tuits desagradables ser descalificadores en esta época?

“Eso descalifica a casi todos los senadores republicanos y al 90 por ciento del gobierno”, dijo riéndose. “Pero, por cierto, ella es brillante. Creo que solo por pelear, sin importar las razones, van a elegir a un par de personas”.

Biden concluyó con reflexiones sobre cuán desagradables han sido los últimos cuatro años, primero con una perspectiva pesimista, pero después decidió que, al final, quién sabe, tal vez podemos ser optimistas.

“Setenta y dos millones de personas votaron por” Trump, dijo. “Son muchas personas”. Pero tal vez, solo tal vez cuando él se vaya del reflector principal, “no estoy tan seguro de que esa fealdad permanezca. Tal vez se verá un 20 por ciento de ella, o el 25 por ciento. No lo sé”.

No obstante, alguna porción tiene que regresar a un lugar en el que podamos colaborar.

“Tenemos que encontrar la manera de trabajar juntos”, dijo. De otra manera, “estamos en verdaderos problemas”.

Thomas L. Friedman es columnista de Opinión. Se incorporó al periódico en 1981 y ha ganado tres premios Pulitzer. Es autor de siete libros, incluido From Beirut to Jerusalem, que ganó el National Book Award.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *