Venezuela: Las armas de Chavez

Por Alberto Míguez, periodista (EL PERIODICO, 20/04/05):

El presidente del Gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero, visitó recientemente Venezuela y Colombia, y la visita molestó a todo el mundo: al Gobierno norteamericano, al PP, a los socialistas venezolanos y a los pacifistas españoles, aunque a éstos se les vio poco. Era de esperar. El lunes, el ministro de Defensa, José Bono, explicó en el Parlamento el oscuro asunto de la venta de armas a Venezuela y añadió un detalle: durante el Gobierno de José María Aznar se produjeron operaciones parecidas sin que nadie o casi nadie se enterara.

Las intenciones últimas del viaje de Zapatero fueron cuidadosamente explicadas: recuperar el papel de España en América Latina, muy deteriorado tras la guerra de Irak y el compromiso de España en el conflicto. Zapatero prepara o debe preparar la Cumbre Iberoamericana que se celebrará en Salamanca en noviembre. Estas cumbres nunca le han gustado a los sucesivos gobiernos de Washington, porque de algún modo solapan las de las Américas y, como dice un amigo, les "limpian el comedero".

Pero el malhumor norteamericano viene principalmente de otro asunto, como pudo comprobar el ministro Miguel Ángel Moratinos en Washington: las armas que España venderá a Venezuela (8 buques de guerra y 12 aviones militares), y que constituyen el contrato más suculento en esta materia desde que hace casi 30 años vendimos a Egipto un buen lote o hace 10 años a Noruega dos fragatas. Casi todos los países del mundo industrial e incluso muchos de Tercer Mundo fabrican armas. Y si las fabrican será para venderlas, aparte de para abastecer a sus fuerzas armadas y de seguridad.

El objetivo principal del viaje de Zapatero era participar en una cumbre promovida por el presidente brasileño, Lula, para reconciliar a los gobiernos de Bogotá y Caracas, cuyas relaciones se habían deteriorado considerablemente en los últimos tiempos a causa de la ayuda real o inventada que Chávez y sus seguidores prestaban a las guerrillas colombianas de las FARC.

Pero alguien debió aconsejar a Zapatero y a su ministro de Exteriores que insistieran sobre este contrato del siglo que, además, daría trabajo a los astilleros militares (a los civiles, casi nada) agrupados en el nuevo hólding público Navantia. Zapatero o sus consejeros cayeron en la trampa. En el mundo mundial estas cosas se hacen, pero no se cuentan.

Por supuesto que existen ciertas contradicciones entre lo que el Gobierno socialista hace y lo que dice. Si alguien no puede ir por ahí vendiendo aviones, fragatas o tirachinas es precisamente quien adoptó como seña de identidad la paz perpetua y demás ilusiones kantianas. El presidente del Gobierno español debería saber que ambas cosas --la paz perpetua y la venta de armas-- son incompatibles. El Gobierno de Aznar sabía tales cosas y salió del paso callándose la boca. Nadie se enteró, sólo ahora nos hemos enterado, de modo que Rajoy haría muy bien silbando y mirando hacia otra lado. Pero hay algunas cosas que rozan el ridículo, como cuando Zapatero dijo que estas armas "no tenían carácter ofensivo". ¿Qué armas son ofensivas y cuáles no? He ahí una buena pregunta que algún zafio podría responder con otra perogrullada: depende de quién las use y para qué. ¿A santo de qué España no puede vender armas a Venezuela o a Colombia o al sursumcorda?, se preguntarán muchos. ¿No las ha vendido y las sigue vendiendo EEUU, que ha pertrechado y aún proporciona recambios a las Fuerzas Armadas venezolanas? ¿No las vende a Colombia, a Brasil e incluso a España?

Otra cosa muy diferente es que estas operaciones, llamémoslas comerciales, sirvan para mejorar las deterioradas relaciones con EEUU. Como ha podido atestiguar Moratinos, tras su visita han servido exactamente para lo contrario.

Sobre las afinidades selectivas del Gobierno español con personajes como Castro, Chávez o Kirchner, la verdad es que ni desde el punto de vista ético ni mucho menos estético (la ética es el futuro de la estética, dijo alguien) son muy presentables. Claro que de lo que se trata ahora es de promover el papel diplomático de España en el continente. ¿Lo logrará Zapatero?

Si, como Chávez aseguró, a partir de ahora todos los guerrilleros de las FARC serán tratados "como enemigos" en Venezuela (hasta ahora no era el caso), se habrá avanzado mucho en aquella región conturbada. Y si las zonas fronterizas terrestres y marítimas entre ambos países pueden ser vigiladas por los aviones y las patrulleras ahora vendidas, incluso si son españolas, santo y bueno. Aunque sólo fuera por eso, el viaje de Zapatero hubiera valido la pena, pero dados los antecedentes conviene ser muy cauto. En cuanto al papel de España en América Latina, estas visitas ni lo aquilatan ni lo potencian: sirven para lo que sirven. Claro que vender armas a un dictador, lo haga Zapatero o Aznar, no es la mejor forma de conseguirlo.