Venezuela: opinión y ficción

El comportamiento del chavismo y del poschavismo –17 años instalados en el poder en Venezuela– ha cobrado un interés especial para los españoles, porque allí viven más de 200.000 de nuestros ciudadanos, y porque Podemos, una de las formaciones políticas del país, ha mantenido y mantiene relaciones excelentes con la clique-casta que ha sumido al país en una crisis social, económica, política y humanitaria que acaba de percibir con sus propios ojos el líder de Ciudadanos; una clique que pretende perpetuarse en el poder, empobreciendo material y espiritualmente a un país que hace algunos decenios vivía en una prosperidad casi arrogante.

Hoy se plantea en Venezuela la posibilidad de convocar un referéndum para revocar el mandato de Nicolás Maduro, como el que se hizo hace doce años, el 15 de agosto de 2004, para revocar el mandato presidencial de Hugo Chávez. La pregunta fue entonces: «¿Está usted de acuerdo con dejar sin efecto el mandato popular, otorgado mediante elecciones democráticas legítimas al ciudadano Hugo Chávez Frías, como presidente de la República Bolivariana de Venezuela para el actual período presidencial?». El «No» era, por tanto, un voto a favor de Chávez, y el «Sí», un voto en su contra. El resultado oficial, tal como se proclamó el 18 de agosto, declaró un 59,1% de votos favorables a Chávez y un 40,64% en contra de él.

Tuve que estudiar las encuestas relacionadas con el referéndum del año 2004 porque el expresidente Jimmy Carter, que supervisó los datos oficiales –dándoles su aprobación–, solicitó tanto a la WAPOR como a la AAPOR (Asociación Mundial y Asociación Estadounidense para el Estudio de la Opinión Pública) una investigación sobre una encuesta a pie de urna hecha por Penn, Schoen & Berland, que presentaba un error de 38 puntos porcentuales: sus resultados eran exactamente opuestos a los de la versión oficial del cómputo.

Kathy Frankovic, que dirigió durante muchos años los estudios de opinión pública para la CBS y para The New York Times, presidía entonces la WAPOR, y yo era ya presidente electo; y, como no era estadounidense, me pidió que estudiara el asunto. Lo hice, creando un comité integrado por el mexicano Alejandro Moreno, del grupo mediático Reforma; el canadiense Nat Stone, experto en el estudio de la opinión pública actualmente al servicio de su Gobierno, y el estadounidense Murray Edelman, muy experimentado en nuestro campo.

Para dar respuesta a la petición del Centro Carter, solicitamos a Penn, Schoen & Berland su colaboración, que nos ofrecieron sin reservas. En la declaración que la WAPOR publicó posteriormente sobre el suceso se indicó que la encuesta a pie de urna no pudo hacerse con la muestra seleccionada porque los investigadores tuvieron que afrontar una atmósfera hostil, llena de obstáculos, algunos de ellos insuperables.

Pero la investigación global que hicimos nos mostró alguna sorpresa. Entre las cerca de 20 encuestas previas al día del referéndum, realizadas a partir del 1 de marzo de 2004, nos llamaron la atención los datos ofrecidos por la empresa North American Opinion Research Inc., supuestamente domiciliada en Delaware según las fuentes oficiales chavistas, que anticipaban virtualmente los datos oficiales posteriores del referéndum. Pedí información sobre esta empresa a Nancy Belden, que presidía entonces la AAPOR; y su respuesta fue que nadie la conocía. Por otra parte, NAOR, la encuestadora favorita de Chávez, en el caso de que existiera, tampoco estaba registrada en noviembre de 2004 en ninguno de los cinco registros mercantiles de Caracas.

Posteriormente Manuel Rodríguez Mena coordinó un estudio, con la colaboración de Celina Añez Méndez y Baldomero Vázquez, titulado «Manipulación de la expresión social del pueblo venezolano. Período 2004-2006. El caso de la encuestadora North American Opinion Research», y en él afirman que se trataba de una empresa ficticia.

Ahora sabemos que NOAR fue inscrita en Florida con fecha 2 de marzo 2004, que se considera como inactiva y que está domiciliada en 1549 NE 123rd St., Miami, donde tienen también su domicilio Petrotulsa y otras empresas de personas que mantuvieron buenas relaciones con el chavismo y que las mantienen con el poschavismo. Sorprende que Carlos Sánchez, quien actúa como gerente de la empresa en Caracas, declarara, según informó El Nuevo Herald (versión hispana de The Miami Herald), que no sabía cuál era el domicilio de la empresa en los Estados Unidos porque él se ocupaba de los asuntos de Latinoamérica. En el momento actual NOAR dispone, por cierto, de una página web muy mejorable tanto en su diseño como, sobre todo, en su transparencia.

Cuando reviso mis notas sobre aquellos sucesos del año 2004 para escribir estas líneas, me suenan como un sarcasmo unas palabras de Chávez con las que Nicolás Maduro, un antiguo componente de la banda de rock «Enigma» con menos tirón que su predecesor, inicia su propia página web: «No es un dirigente verdadero el que engaña a los que le siguen…».

Todo esto es una lección interesante para valorar el camuflaje y el travestismo político en la situación actual de España.

Esteban López-Escobar, expresidente de la WAPOR (Asociación Mundial para la Investigación de Opinión Pública).

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