Venezuela, sus asesores y la corrupción... de la moneda

"Más allá de la noche que me cubre, negra como el abismo insondable, doy las gracias a los dioses que pudieran existir por mi alma inconquistable…". Así comienza, Invictus, de William Ernest Henley, uno de los poemas más conocidos de la lengua inglesa. Éstas eran las líneas que leía Nelson Mandela en la prisión de Robben Island, porque la noche cubría Sudáfrica, como ahora cubre Venezuela. Y no sólo hay dirigentes políticos de la oposición encarcelados como Leopoldo López, sino también un país que se empobrece y cuyos habitantes cada vez son menos libres.

Hubo un tiempo en que este país caribeño era la "Venezuela saudí", una nación cuyos recursos naturales no tenían parangón en el mundo. Eso no ha cambiado, pero entonces los recursos se traducían en riqueza para sus habitantes, por lo menos para algunos. En aquellos tiempos, en las películas de James Bond, los villanos de Spectra (Organización Especial para Contraespionaje, Terrorismo, Venganza y Extorsión) cambiaban sus ganancias "a los dos monedas más fuertes del Mundo: el franco suizo y el bolívar venezolano". Ahora, dada la situación de la divisa venezolana, nadie se plantea, ni siquiera en una película de fantasía, cambiar ganancias a bolívares venezolanos.

Señalaba John Maynard Keynes, citando a Lenin, en las Consecuencias Económicas de la Paz, que no existe una forma más eficaz de socavar las bases del capitalismo que la corrupción de la moneda. Hoy en día, Venezuela tiene el triste récord de tener la inflación más elevada del mundo. Según el FMI, la tasa de inflación venezolana fue del 275% en 2015, y está previsto que alcance el 720% en 2016. No se puede esperar otra cosa si hay descontrol fiscal, y sobre todo, si se emite moneda para pagar gasto corriente sin control. La consecuencia obvia de la corrupción de la moneda es el hundimiento del comercio y del ahorro, lo que conduce al desabastecimiento y al estrangulamiento de la actividad económica.

Evidentemente, uno de los factores clave en esta caída económica brutal -un 10% del PIB solo en 2015- es el hundimiento de los precios del petróleo, ya que Venezuela es uno de los principales productores de crudo. Sin embargo, este factor afecta a todos los países exportadores de petróleo, y en ninguno de ellos se ha alcanzado la situación que se sufre en Venezuela. Pensemos que en toda la crisis económica España no ha perdido un 10% del PIB. Mientras el ministro de Economía venezolano decía que la inflación no existía en la vida real en Venezuela, el Gobierno venezolano gastaba cuantías importantes en informes de asesoramiento financiero a "reputados" e "independientes" analistas económicos, por ejemplo a través del Banco del ALBA.

Así, es una lástima que no hayamos podido conocer el informe "secreto" que un dirigente de Podemos, Juan Carlos Monedero, realizó a cambio de 455.000 euros -para su fortuna no cobró en bolívares- sobre el proyecto de unión monetaria de Venezuela con otros países. De ese asesoramiento, lo más comentado ha sido la curiosa y peculiar aplicación de la normativa fiscal española por parte del dirigente de Podemos. Monedero interpuso una sociedad que no existía al tiempo de realizar los trabajos para cobrar los honorarios, con el correspondiente ahorro de impuestos.

Con independencia de la ejemplaridad a la hora de cumplir con Hacienda -por lo menos con la Hacienda española- se trata de un trabajo muy bien pagado. Especialmente porque con ese asesoramiento, que parece leninista, en temas económicos y financieros, entre otros, la situación económica en Venezuela es simplemente dramática. Una reflexión imprescindible es a qué situación nos llevarían esos asesores si gobernasen en otros países como España.

No sólo es una cuestión económica, sino también, y especialmente política. En una democracia resulta esencial respetar el resultado de las urnas. Si los tribunales, que no son elegidos democráticamente, anulan el nombramiento de los representantes elegidos por la ciudadanía, no tendremos un "gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo", sino otro tipo de régimen político.

Tan grave como no respetar el mandato de las urnas son los juicios sin garantías a los líderes opositores. Que el juicio a Leopoldo López fue una farsa, no sólo es algo que denuncie la oposición -que lo hace- sino el propio fiscal del caso, Franklin Nieves. El Fiscal señalaba recientemente que "el 100% de las pruebas contra Leopoldo López se inventaron", que "Maduro es el que gira todas las instrucciones para poner presa a cualquier persona", y que los poderes en Venezuela están arrodillados al Ejecutivo.

Por otra parte, en Venezuela el ejército está utilizando armas de guerra para el control de reuniones y manifestaciones pacíficas. Eso no sólo es contrario a la normativa internacional, sino un auténtico peligro para las vidas de los opositores y de todos aquellos que legítimamente discrepan del régimen venezolano. Parafraseando a Clausewitz, la actuación del Gobierno venezolano parece la continuación de la política por otros medios, los medios de guerra, contra los opositores a su política.

Pese a todo, hay quienes como Leopoldo López tienen "la cabeza ensangrentada pero erguida", y no les importa "cuán estrecha sea la puerta" de la libertad, ni "cuán cargada de castigos sea la sentencia" con la que se les amenace, porque están convencidos de que, como concluye el famoso poema, sólo ellos son los amos de su destino y los capitanes de su alma. Pero pese a que todos debamos agradecer "a los dioses que puedan existir" que algunos como Nelson Mandela o Leopoldo López hayan demostrado tener "el alma inconquistable", no se les puede dejar solos.

Por esa razón, desde Ciudadanos hemos presentado una propuesta de resolución en el Congreso de los Diputados para solidarizarnos con los representantes del pueblo venezolano, y para apoyar los esfuerzos de la Asamblea Nacional de Venezuela en la inmediata libertad de Leopoldo López y de los demás dirigentes opositores encarcelados. Creemos que los resultados electorales deben respetarse siempre, nos gusten o no. Ese principio es tan aplicable en España como en Venezuela. Por esa razón, como diputados elegidos por el pueblo español creemos que es una obligación solidarizarnos con los representantes electos del pueblo venezolano a los que no se les deja ejercer su labor.

Esperamos que los demás diputados españoles se unan en una demanda fundamental de democracia, libertad y respeto a los derechos humanos en un país que tiene fortísimos lazos con España. Sólo así podremos poner nuestro granito de arena para que Venezuela deje de ser "un lugar de ira y llantos, donde yace el horror de la sombra", para volver a ser un país próspero, democrático y en paz.

Francisco de la Torre Díaz es diputado de Ciudadanos en el Congreso, inspector de Hacienda (SE) y autor de '¿Hacienda somos todos?'.

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