Verdades comerciales para trumpianos y defensores del Brexit

Este es un golpe de realidad para los responsables de las políticas en Gran Bretaña y Estados Unidos, y para los muchos expertos que frecuentemente hacen comentarios sobre el comercio mundial sin entender sus realidades: los datos sobre las exportaciones e importaciones totales de Alemania en 2016 indican que su principal socio comercial ahora es China. Francia y Estados Unidos han sido relegados al segundo y tercer puesto.

Esta noticia no debería ser una sorpresa. Muchas veces he reflexionado que, en 2020, las empresas (y los responsables de las políticas) alemanes podrían preferir una unión monetaria con China que con Francia, considerando que el comercio germano-chino probablemente seguiría creciendo.

Y así sucedió, impulsado principalmente por las exportaciones chinas a Alemania. Sin embargo, las exportaciones alemanas a China también han venido aumentando. Más allá de una reciente desaceleración, Alemania pronto podría exportar más a China que a Francia, su vecino y socio crucial, y ya exporta más a China que a Italia. Para los exportadores alemanes, Francia y el Reino Unido son los únicos mercados nacionales europeos más grandes que China.

Los observadores experimentados del comercio internacional tienden a seguir dos reglas generales. Primero, el nivel de comercio entre dos países suele disminuir en la medida que aumenta la distancia geográfica entre ambos. Y, segundo, es probable que un país realice más comercio con países grandes que tienen una fuerte demanda doméstica, que con países más pequeños con una demanda débil.

Los últimos datos comerciales alemanes confirman ambas reglas, pero especialmente la segunda. Un país grande pero geográficamente distante es diferente no sólo en tamaño, sino también en características en comparación con uno más pequeño. Esto suele olvidarse en las discusiones sobre los acuerdos comerciales, especialmente en las atmósferas políticas cargadas como las que prevalecen actualmente en el Reino Unido y en Estados Unidos.

En el Reino Unido, la Cámara de los Comunes ya ha adoptado un proyecto de ley destinado a establecer un proceso para retirarse de la Unión Europea; pero la Cámara de los Lores ahora exige que el proyecto sea enmendado para proteger a los ciudadanos de la UE que viven en el Reino Unido. En mi pequeño aporte al debate maratónico de la Cámara de los Lores el mes pasado, sostuve que, aún si el Brexit no es el mayor desafío político-económico del Reino Unido hoy, probablemente exacerbe otros problemas, entre ellos un crecimiento de la productividad persistentemente bajo, programas educativos y de capacitación pobres y desigualdades geográficas.

Es más, advertí que el Reino Unido necesitará adoptar una estrategia más focalizada y ambiciosa hacia el comercio, no muy diferente de la de China o la India, si quiere que le vaya bien después del Brexit. Lamentablemente, la estrategia comercial post-Brexit del Reino Unido está siendo decidida por la política interna, a tal punto que es "patriota" centrarse en nuevos acuerdos comerciales con Australia, Canadá, Nueva Zelanda y otros países del Commonwealth, ignorando a la vez las duras realidades económicas.

Nueva Zelanda puede ser un país hermoso, pero no tiene una economía especialmente grande y está muy lejos del Reino Unido. Por cierto, a pesar de sus enormes problemas, la economía de Grecia sigue siendo más grande que la de Nueva Zelanda.

Muchos responsables de las políticas en el Reino Unido -y todos los miembros de la campaña a favor de "Irse"- ignoran los posibles costos de retirarse del mercado único de la UE. Pero este factor por sí solo exige una seria atención, considerando el tamaño del mercado único y la estrecha proximidad geográfica. Es muy importante que el Reino Unido mantenga fuertes vínculos comerciales con muchos estados miembro de la UE después del Brexit. Con ese objetivo, Gran Bretaña debería fortalecer sus exportaciones de servicios, un sector donde presuntamente todavía tiene una ventaja natural neta real.

Al mismo tiempo, el Reino Unido debería intentar con urgencia llevar su relación con China -o lo que el ex primer ministro británico David Cameron llamaba la "relación dorada"- a un nuevo nivel. Si existe un país con el cual el Reino Unido debería querer sellar un nuevo acuerdo comercial, sin duda es China. Durante mi breve paso por el gobierno británico, ayudé al entonces canciller George Osborne a persuadir a Cameron de que deberíamos aspirar a convertir a China en nuestro tercer mercado exportador más grande en el lapso de diez años. ¿El nuevo gobierno sigue considerando que esto es una prioridad?

Más allá de China, Gran Bretaña también necesita centrarse mucho más en sus lazos comerciales con la India, Indonesia y Nigeria, que tendrán una influencia significativa en la economía mundial y los patrones de comercio global en las próximas décadas.

En Estados Unidos, el presidente, Donald Trump, y sus asesores de política económica necesitan volver a centrarse en la realidad, especialmente en materia de comercio. Pueden empezar por estudiar los patrones comerciales de Alemania, especialmente en relación a China. Sin duda, China tiene un importante excedente comercial bilateral con Estados Unidos; pero también constituye un mercado exportador en expansión para las empresas estadounidenses. Y si las tendencias de los últimos 10-15 años continúan, China pronto podría suplantar a Canadá y a México como el mercado exportador más importante de Estados Unidos.

En tanto el ingreso de los hogares chinos siga aumentando, la demanda de algunos de los bienes y servicios más competitivos de Estados Unidos no hará más que crecer. Trump, en lugar de hablar tonterías sobre la manipulación china de su moneda, debería alentar a las fuerzas de mercado a reequilibrar el comercio bilateral.

Lo mismo se puede decir del déficit externo general de Estados Unidos. A menos que Estados Unidos pueda fomentar su tasa de ahorro en relación con sus necesidades internas de inversión, seguirá necesitando ingresos de capital extranjero. Y esto, a su vez, exigirá mantener un equilibrio comercial y de cuenta corriente.

Finalmente, al impulsar una renegociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte, Trump está asumiendo un riesgo similar al de los defensores del Brexit. A pesar de las recientes alzas de China, Canadá y México siguen siendo vecinos cercanos y socios comerciales cruciales. Al alterar potencialmente los patrones de importación con estos tres países, es muy probable que las políticas de Trump hagan subir los precios de las importaciones, poniendo en peligro así el crecimiento de las exportaciones estadounidenses.

Jim O'Neill, a former chairman of Goldman Sachs Asset Management and former Commercial Secretary to the UK Treasury, is Honorary Professor of Economics at Manchester University and former Chairman of the Review on Antimicrobial Resistance.

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