Vidas descarriladas

A una semana de su mandato, el presidente Joe Biden ya está cumpliendo su promesa de campaña de revertir las políticas de inmigración del expresidente Donald Trump, enfrentar el nativismo que insufla nuestro trato a los inmigrantes y buscar una reforma integral que proporcione un camino hacia la ciudadanía para los 11 millones de inmigrantes indocumentados que viven en Estados Unidos.

Los aportes de los inmigrantes, y el costo humano de las políticas antiinmigrantes deben ser el centro de atención mientras renovamos nuestra conversación nacional sobre la inmigración. Entre junio de 2018 y junio de 2019, entrevistamos a 430 exinmigrantes que viven en Ciudad de México. Más de un tercio de ellos dejó Estados Unidos durante los primeros 18 meses del gobierno Trump. Fueron deportados o decidieron irse porque no veían ningún futuro para alguien indocumentado en Estados Unidos.

La gran mayoría fueron traídos a Estados Unidos cuando eran niños pequeños, por padres que huían de la pobreza y la violencia. En su viaje para convertirse en estadounidenses, se esforzaron por encajar en una sociedad que podía ser poco acogedora. A menudo olvidaron cómo hablar español. Algunos protagonizaron musicales en la secundaria; otros se presentaron como candidatos al gobierno estudiantil. Más de la mitad se graduó de la secundaria y una cuarta parte obtuvo un título universitario. Como adultos, formaron familias y pagaron impuestos. Varios crearon exitosos negocios de pintura, jardinería, construcción y transporte que emplearon a trabajadores estadounidenses.

Pero otros lucharon por encontrar su lugar en medio del miedo constante a ser detenidos y deportados. Un hombre comprendió las pocas oportunidades que tenía a su alcance después de que un compañero de la secundaria le preguntara si pensaba ser camarero toda su vida. Desesperados por el futuro, algunos como ese hombre decidieron regresar a México. Otros no tuvieron opción. Un graduado universitario que fue deportado poco después de pagar la deuda de su préstamo estudiantil comparó la incredulidad que sintió con la de una imagen distorsionada en blanco y negro, impregnada de estática y que parpadea en la pantalla de un televisor. “Me sentí fuera de juego”, dijo. “Fue difícil de procesar”.

Muchos de quienes regresan se enfrentan a otro tipo de estigmatización en México. A menudo son señalados por su forma de vestir; se burlan de ellos por su español entrecortado y acentuado; y son estereotipados como arrogantes, como fracasados, como criminales. Desorientados y abrumados por el choque cultural y el trauma de estar separados de sus familias en Estados Unidos, la mayoría sufre ansiedad y depresión. Algunos encuentran la resistencia necesaria para empezar de nuevo y perseguir nuevos sueños en México.

Estas fotos y citas ofrecen un pequeño vistazo a un puñado de las muchas vidas descarriladas por la medida.

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Anita Isaacs es profesora de ciencias políticas en el Haverford College. Anne Preston es profesora de economía en Haverford. Patrick Montero es el editor de fotografía del Haverford College. Son los codirectores del proyecto de historia oral migrationencounters.org.

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