Volver a ilusionar a España

España es hoy uno de los países europeos que más crece. Generamos empleo a un ritmo que los economistas califican como extraordinario, creando alrededor de medio millón de puestos cada año. Si seguimos en la buena dirección, en 2020 habrá 20 millones de españoles trabajando. Algo impensable, recordemos, cuando el Partido Popular tomó las riendas de un país al borde del rescate. Los datos son tan reseñables que nos hemos convertido en el ejemplo del sur de Europa, como destacó un prestigioso semanario británico. La labor realizada por el Gobierno de Mariano Rajoy es encomiable, y así lo reconocerá la Historia.

El problema es que aún queda mucho para que la Historia se escriba. Y en un mundo movido por las dinámicas de la era digital, nuestra sociedad pide a los partidos que sigan su ritmo. Que reaccionen rápido y lideren el cambio necesario para adaptarnos, conjuntamente, a las estructuras que se van creando, sin que ello implique renunciar a los valores que nos definen como españoles.

Algo parecido a lo que ocurre con los nuevos estilos de vida pasa también con las coyunturas regionales. Hoy España hace frente a la mayor amenaza contra la unidad nacional de toda la historia de la UE. La deriva autoritaria del secesionismo catalán ha llegado demasiado lejos y, si bien el Gobierno ha tomado todas las medidas de que disponía para frenarlo, combatirlo y, finalmente, desarmarlo, sus consecuencias se sentirán por mucho tiempo. Por eso, igual que debemos adaptar nuestra forma de comunicar a los nuevos tiempos, también debemos garantizar que nuestra acción política esté a la altura de las circunstancias excepcionales que vivimos. No podemos minimizar el riesgo que supone que haya radicales intentando replicar la «kale borroka» en Cataluña. Ni olvidar que la raíz del problema está en las escuelas y medios que, durante décadas, los partidos nacionalistas han abusado, llegándolos a convertir en sus centros de adoctrinamiento y órganos de propaganda. Una prostitución de lo público cuyo único objetivo ha sido y es la fractura social.

Lo que el independentismo ha hecho a Cataluña es tan grave que exige la respuesta más contundente. Una que signifique la vuelta completa a la legalidad, a la democracia y a la convivencia. Y aquí el PP está siendo firme. Por eso, hay que reconectar con las personas. Con esas que, damnificadas por el golpe secesionista, no sólo piden ser defendidas, sino que quieren verse representadas en nuestro mensaje.

En Bruselas, los eurodiputados populares combatimos con hechos y verdades las mentiras y tergiversaciones que intenta imponer el lobby secesionista, jaleado por sus admiradores de extrema derecha y extrema izquierda. Y en Cataluña, un solo escaño en el Parlament debe ser suficiente para levantarse ante la calumnia y la tiranía de los secesionistas. Ya no basta con tener la ley de nuestra parte: ahora hay que decir, alto y claro, que nos enfrentamos a un proyecto supremacista que amenaza a todo aquel que no se doblega ante el pensamiento único. Y combatirlo de frente.

Hoy, tanto la economía como la crisis catalana nos llevan al mismo punto: el mensaje. Los excelentes resultados logrados por el Gobierno del PP son innegables, indiscutibles. Si ya no quedan «embajadas» independentistas por el mundo, es gracias a la contundencia con que ha aplicado el Artículo 155. Si los líderes del golpe están siendo juzgados, es gracias a nuestra defensa del Estado de derecho. Y si estamos ante los Presupuestos más sociales de la Historia –con 50 millones más para becas y un 3,7% más para pensiones–, es gracias a nuestro compromiso con el bienestar de los españoles.

Pero no podemos dar por sentado que todo ello es conocido. En ocasiones, hasta las propuestas más acertadas precisan de impulso para llegar al ciudadano. Urge, por tanto, exhibir esa energía política que nos caracteriza, y transformarla en discurso. Dar lo mejor de nosotros mismos. Tenemos jóvenes y mayores, mujeres y hombres, experimentados y recién llegados dispuestos a pisar el acelerador, preparados para ponerle pasión a nuestra labor. Y debemos apostar por todos ellos. Se trata de demostrar lo que somos: un partido abierto, integrador, europeísta y comprometido con el cambio que está experimentando nuestra sociedad. Ya hemos logrado lo más difícil: levantar la economía y preservar la unidad nacional. Ahora nos queda contarlo, y convencer para poder seguir trabajando.

Acertadamente, los españoles exigen cada vez más. En esta nueva etapa ya no sólo debemos ser ejemplares, sino los más ejemplares de entre los políticos. Armados con un lenguaje renovado y un mensaje apasionado, hemos de revalidar nuestro liderazgo. Si los españoles demandan que les volvamos a ilusionar, en el PP no debemos tener miedo al cambio, pues sólo así podremos seguir siendo la opción preferida de una sociedad valiente y abierta. Lo admitimos, lo asumimos y lo haremos. Volveremos a ilusionar a España.

Ramón Luis Valcárcel Siso, eurodiputado del PP y Vicepresidente del Parlamento Europeo.

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