Voto, foto, timo, trampantojo

–¿Usted ya tiene paga, ¿no? No, aún no.
–Pues mire, yo tengo dos pagas.
–¡Ah! ¿sí?
–Es que como no puedo doblar este dedo y soy churrero, una paga por inválido total, y la otra, por viejo. Y en mi casa entran cinco pagas: dos mías y las de mi mujer, mi hija y su marido por los ERTES. Pida usted su paga, hombre.
–¿Me permite una pregunta?
–Usted dirá.
–Entonces, si he entendido bien, en su casa nadie paga al Estado, y todos tienen pagas, y usted, dos.
–Así es.
–Pero, ¿de dónde sale el dinero para esas pagas?
–De los ricos, el Gobierno les coge el dinero y nos lo da a nosotros, los pobres.
–Pero ustedes, con cinco pagas, no son pobres.
–Bueno, no vivimos mal, pero los ricos tienen que pagarnos, que para eso son ricos. Y el Gobierno lo hace muy bien, y yo estoy con él.

Hace años, en una ciudad andaluza, conversación entre el cliente de un hotel, que se fastidió la espalda al sacar las maletas, y el voluntarioso masajista, nada experto, que le proporcionó la dirección del hotel para aliviar la contractura. Sin éxito, pero el servicio hubo de abonarse en metálico y sin factura.

Hoy vuelven al lenguaje político los ricos como contrapuestos a los vulnerables. Nuevo término para los pobres, que lleva implícita la idea de lesión, y que mantiene a los antiguos pobres en la pobreza, y vender que son los ricos los que hieren a los pobres por su riqueza. Solución: que sigan en la pobreza no importa, porque lo esencial es que cuantos más pobres, más pagas para ellos, que se traducen, piensan algunos, en más votos.

130 millones de euros para una fundación de Bill Gates. El hombre, dicen, más rico del mundo recibe una subvención, un donativo de las deficitarias arcas españolas, y el donante consigue así hacerse una foto con Gates. Y videos y fotos aquí y allá, con subvenciones y contratos públicos, para demostrar, piensan algunos, que el Gobierno se preocupa por la solidaridad, el progreso, el cambio climático, etc. Y a distraer a la gente con estos «tótems», a base de fotos.

«Es tan tonto que no sabe ni hacer la O con un canuto», suele decirse del ignorante al que se engaña fácilmente.

En el timo hay tres participantes necesarios: el timador, que es el listo; el tonto falso, colaborador del timador, y el que se cree listo, el timado.

El voluntarioso masajista es el que se cree listo, y que es el timado. Durante un tiempo se cree listo, cinco pagas en la casa, pero es engañado, pues pierde su dignidad y seguirá siempre pobre, pero eso sí, con pagas, y por tanto, está deseando el timo de otra paga más. ¡A por los ricos! Muchos son distraídos con las fotos e imágenes de los grandísimos temas y olvidan la cotidianeidad. Pero se creen los listos.

El falso tonto, que induce al engaño a quien se cree listo, vende el fraude: a por los ricos, profetizan catástrofes para el futuro y ocultan los presentes desastres. Y llegan a proclamar que el timador es necesario, porque es el bueno, el solidario, etc. Y que hay que votarle siempre. Y los fracasos de la izquierda, por ejemplo, el desaparecido Partido Socialista francés, de eso no se habla. Que en el norte, centro y sur de Europa gana las elecciones la derecha, gritan que eso es extrema derecha populista y será una desgracia para Europa. Los electores se equivocan si no votan a la izquierda, que es el progreso y la solidaridad.

¿Y quién es el timador? El responsable del timo, el que maneja las arcas públicas como si fueran dinero suyo, con la colaboración, cobrando por supuesto, de muchos falsos tontos que contribuyen, cobrando, a engañar al timado.

¿Y hasta cuándo asistiremos a este «voto, foto, a este timo»? Hasta que los votantes descubran el timo, quién es y el humo que vende el timador, y dejen de confundir un trampantojo con la realidad en sus vidas. Y cuando ello ocurra, los colaboradores del timador, los falsos tontos que han inducido mucho tiempo al fraude, intentarán seguir alquilándose a los nuevos elegidos, como si el timo fuera consustancial a la política, y ellos mercenarios de quien paga. Con dinero público, por supuesto.

Pero el timo se está descubriendo por muchos. El trampantojo ya no engaña. «Que te vote Txapote».

Javier Borrego es abogado del Estado.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *