Vueltas a la noria

Ibarretxe y su Gobierno, el Gobierno vasco en pleno, ha comparecido ante los medios de comunicación, de forma solemne, incluyendo el rojo púrpura de la camisa de Madrazo, para dar a conocer el resultado del parto de los montes, de toda una ingeniería jurídica que lleva ocupando las mentes de nuestros gobernantes desde que decidieron transformar sin cambiar, en lugar de enterrar, el pacto de Estella-Lizarra.

Es un esperpento que ni siquiera debiera merecer el más mínimo comentario el que a un Gobierno que se respete a sí mismo le dé por preguntar a los ciudadanos si quieren que desaparezca ETA. Es un esperpento que un Gobierno formule una pregunta a los ciudadanos sobre una materia en la que no tiene competencias. Es un esperpento formular una pregunta sobre la negociación tras la inequívoca voluntad manifiesta de ETA de renunciar a la violencia: si ETA deja de matar de forma inequívoca, la única forma de mostrar su voluntad inequívoca de hacerlo, ¿de qué habría que hablar con ella? Sólo quedaría la salida de los presos, pero es algo que compete al sistema judicial español, al Gobierno central, al Parlamento español. En lo demás es como preguntar a la ciudadanía si le gustaría ser más rica, tener más sueldo, trabajar menos por el mismo dinero o con el sueldo aumentado. Es como preguntar a los ciudadanos si les gustaría gozar varias veces al año de vacaciones pagadas por el vecino.

Es ridículo ver a todo un Gobierno dedicándose a romperse la cabeza para buscar la forma de que se le dé permiso para proclamar el derecho a la autodeterminación de los nacionalistas, pero sin que se note que lo están haciendo. Es ridículo ver a personas supuestamente serias queriendo hacer algo que saben que no es posible, buscando para ello la complicidad de todos aquellos que no lo quieren. Pensando que no se van a enterar. Pensando que no se acordarán de que deciden permanentemente. Pensando que no se darán cuenta de que les están dando gato por liebre.

Es un esperpento y un monumento al ridículo preguntar a la ciudadanía si quiere que los partidos políticos negocien: ¿No están para eso? ¿No es ésa la función del Parlamento? ¿No negocian continuamente? Es incluso estremecedor que un Gobierno salido de las urnas pregunte a los ciudadanos si están a favor de que los partidos políticos negocien un acuerdo democrático. ¡Como si pudieran existir en democracia acuerdos no democráticos! ¡Como si el acuerdo, los acuerdos que dotan de legitimidad para que exista ese Gobierno que se permite estos esperpentos ridículos, no hubiera sido un acuerdo democrático!

Claro que la negociación debe ser sin exclusiones, nos dicen. Para que el resultado sea lo que supuestamente quiere la supuesta mayoría nacionalista de la sociedad vasca. Que es de lo que en definitiva se trata. No del derecho a decidir de los vascos, sino del derecho a decidir de los nacionalistas. Pero ETA está en el camino. Y aunque desapareciera, ETA seguirá perteneciendo a la historia vasca, a la realidad de la memoria vasca, a la memoria de los asesinados y de su significación política. La violencia terrorista de ETA puede desaparecer, pero no las consecuencias causadas. Nuestros antecesores murieron, pero nosotros somos sus consecuencias. ETA desparecerá, su terrorismo algún día, espero que no muy lejano, desaparecerá. Pero no el significado político de los asesinados por ETA. Ésos ya pertenecen para siempre a nuestra memoria. Y no podrá haber futuro democrático para la sociedad vasca encumbrando, aunque fuera por referéndum, el proyecto político que legitimó esos asesinatos a definición política de todos los vascos.
Pero de todo eso el Gobierno vasco no dice nada. Pretende, como lo ha querido siempre, introducir a hurtadillas el derecho de autodeterminación haciendo ver que es la condición para alcanzar la paz.

Vergüenza, asco, hastío, ahogo es lo que produce este Gobierno vasco. No sé si los vascos nos hemos merecido este Gobierno. Si lo hemos merecido será porque algún pecado grave habremos cometido. Y es probable que ese pecado radique en haber sido durante tanto tiempo espectadores pasivos, y me temo que demasiado complacientes de forma mayoritaria, con los asesinatos de ETA, con los verdugos, a quienes no hemos querido ver por medio de la ocultación de las víctimas.

Y el Gobierno vasco además nos amenaza: esto no termina nunca, no de momento al menos. Ahora un referéndum y otro dentro de un par de años. Y mientras tanto a seguir con lo mismo. Dando vueltas a la noria. En lugar de preocuparse por recuperar el espacio de la política contra el destrozo que en él está causando la presencia de la violencia terrorista de ETA, trazando una línea radical de separación entre los partidos democráticos y los que no son capaces de salir de la tutela de ETA, en lugar de educar a los ciudadanos en lo que implica el significado político de los asesinados -significado inserto a sangre y fuego en cada uno de ellos por las razones de ETA para matarlos-, en lugar de colaborar en la construcción de una narrativa efectiva de las víctimas que nos permita construir un futuro digno para todos nosotros, se dedica a estos juegos de ingeniería jurídica a sabiendas de que no conducen a ninguna parte, sólo con el fin de conseguir puntos en la carrera del victimismo falso y estéril.

La libertad se consigue a través de la resistencia. Siempre ha sido así en la Historia. A los ciudadanos vascos no nos queda otro camino. Y por desgracia no sólo tenemos que resistir ante las agresiones terroristas de ETA. También tenemos que resistir a los desvaríos de nuestro propio Gobierno. Y resistiremos. Y mantendremos nuestra libertad. Y ayudaremos a escribir la narrativa de las víctimas asesinadas. Y mantendremos así un poco de dignidad.

Postdata: ¿No habrá nadie en el PNV que se percate de que este lehendakari y su Gobierno están llevando al PNV al suicidio, convirtiéndolo en un partido antisistema, anulando las estructuras internas de poder y de decisión?

Joseba Arregi