Wikileaks, el sueño del historiador

En los últimos días la prensa y las televisiones de todo el mundo están recogiendo las revelaciones formuladas por Wikileaks acerca de la diplomacia estadounidense en los centros más activos de interés político: desde China y Corea a Francia, Argentina o los mismos Estados Unidos. El público español no se sorprenderá al ver que, por más que se esfuerce un periódico en que parezca lo contrario, no hay muchas menciones de España en los mensajes filtrados. No hay revelaciones acerca de cómo oró Zapatero cuando acudió al Desayuno de Oración en Washington, o de cómo se comportó su ex ministro de Asuntos Exteriores, Miguel Ángel Moratinos, en sus peregrinaciones regulares a la Alianza de Civilizaciones.

En su lugar, hay breves comentarios como que Zapatero «no habla inglés», o que es «astuto como un felino», y que Rubalcaba es «muy capaz, serio y encantador». Pequeños chismorreos, en fin, sin ninguna importancia política. La ausencia de España en estos cables simplemente confirma lo que todo el mundo sabe desde hace muchos años: que la España de Zapatero nunca ha tenido un papel significativo internacional y que ocupa un vacío notable en la red de la diplomacia estadounidense.

Por lo demás, las filtraciones tienen una importancia propia y nadie puede estar ajeno a ellas. Porque, indudablemente, estamos ante la fuga de documentos de la Inteligencia más grande de la Historia. Los sabrosos comentarios de diplomáticos estadounidenses sobre el presidente ruso Medvedev, al que califican como el Robin del Batman Putin, acerca del «estilo personal autoritario» de Sarkozy, acerca del «vano e ineficaz» Berlusconi, o de Cristina Kirchner, la «líder emocionalmente volátil que sufre ataques de nervios y ansiedad», son simples confirmaciones de lo que los diplomáticos y el público ya sabían, y no son de ninguna manera los aspectos significativos de Wikileaks.

Quizá las dos revelaciones más sustanciales hasta ahora han sido sobre los dos escenarios conflictivos en los que hay una seria posibilidad de estallido de guerra: Irán y Corea. Se han escrito miles de artículos sobre la fascinante información de que China, hasta ahora el único protector del régimen de Corea del Norte, se ha hartado del comportamiento de Pyongyang y que nada le gustaría más que el hecho de que se produjera una reunificación de Corea, preferiblemente bajo el patrocinio de Corea del Sur. Esa solución, por supuesto, sería totalmente aceptable tanto para Estados Unidos como para Japón, los dos estados que más amenazados se sienten por las travesuras de Pyongyang. Sin embargo, es muy poco probable que se produzca, al menos por el momento.

La otra noticia fascinante es la revelación de que Arabia Saudí y otros estados árabes que limitan con Irán estarían más que felices de que Estados Unidos iniciara un ataque militar contra Irán. Nadie quiere seriamente una guerra, pero, al mismo tiempo, todo el mundo quiere eliminar al régimen agresivo de los ayatolás.

En otros aspectos, la información de Wikileaks subraya la relevancia de asuntos que a menudo se escapan de la atención de la opinión pública. Eso, tal vez, sea su mayor contribución. El público con frecuencia debe conformarse con la información que los periodistas recogen indirectamente y que a menudo es incorrecta o engañosa. Las filtraciones, por el contrario, nos dan información que está directamente disponible para los diplomáticos, y que generalmente se guarda como secreta casi tan pronto como surge. Hasta ahora, nos hemos tenido que contentar con dos diferentes niveles de información: la oficial, generalmente engañosa, y la secreta, que es invariablemente la verdadera. Los políticos y diplomáticos han mantenido, satisfechos, este doble rasero de información, porque así pueden confundir al público y mantener el control de la toma de decisiones y de la distribución de dinero.

El doble nivel, sin embargo, ha sido claramente revelado por Wikileaks, que muestra que los diplomáticos estadounidenses son plenamente conscientes de la verdad sobre la corrupción en los gobiernos de Pakistán y Afganistán, de las verdaderas razones por las qué China ha intentado censurar internet, del uso directo de los criminales de la mafia por el Gobierno ruso, y de los defectos en la estrategia de la guerra en Afganistán. No es sorprendente que, a pesar de la condena emitida por Hillary Clinton, los buscadores de la verdad en todo el mundo hayan recibido las filtraciones con enorme satisfacción.

Y los historiadores, sin duda, figuran entre los buscadores de la verdad. La tarea de tamizar la enorme información disponible en Wikileaks -más de 250.000 documentos- es comparable con la tarea que he realizado con mi propia investigación histórica. Por ejemplo, en los muchos años que he pasado investigando la vida y la carrera de los grandes líderes de España, desde Felipe II hasta el duque de Berwick, es muy posible que haya consultado una cantidad de papel equivalente a decenas de miles de documentos. La mayoría de ellos revelaron secretos que no habían descubierto otros historiadores, o que muchas personas preferían no mirar porque estaban conformes con las antiguas interpretaciones. Incluso hoy en día, hay muchos que están contentos con una imagen ficticia de los héroes históricos de España, y prefieren las novelas de ficción a la narrativa documentada.

Wikileaks, sin embargo, es como la buena investigación histórica, porque intenta revelarnos una imagen más completa y documentada que la que ofrece la información errónea. Algunas de las revelaciones pueden ser desagradables, pero al menos nos ofrecen una base más confiable. ¡Y algunas son incluso emocionantes! Es fascinante saber que Putin y Berlusconi tienen un vínculo directo y personal a través de un agente secreto que habla tanto ruso como italiano, y que el Departamento de Estado de Estados Unidos está preocupado por ello. También es divertido oír cosas de una desenfrenada boda en Daguestán a la que asistió el gangsterillo presidente de Chechenia, quien tomó parte en un baile «con su automática chapada de oro embutida en la parte posterior de sus tejanos». Siempre me han fascinado este tipo de anécdotas personales y aún conservo entre mis notas muchos detalles particulares sobre Felipe II que no puedo publicar porque provocarían la ira de los anglosajones que prefieren creer que fue un Rey de España diabólico en lugar de un Monarca con virtudes y defectos normales.

Al final, y pese a todas las críticas que con razón se pueden hacer, la verdad está servida por Wikileaks. Hace mucho tiempo, en el siglo XVII, el poeta inglés John Milton atacó el sistema de censura y declaró que nunca se perdió nada por exponer la verdad. Y lo mismo se puede aplicar a las actuales revelaciones. No hay nada en los documentos que represente algo perjudicial para el Gobierno de Estados Unidos, aunque es cierto que se han delatado muchas confidencias. De hecho, en varios aspectos, las filtraciones incluso aumentan nuestra admiración por el sistema diplomático estadounidense, que trabaja con increíble eficiencia para averiguar la verdad, y que envía sus funcionarios en áreas y situaciones que ningún otro país se atrevería a hacer. Los documentos confirman simplemente la verdad, de la misma manera que la buena investigación histórica también sirve para confirmar la verdad.

No obstante, no se puede negar que hay un importante aspecto negativo de las revelaciones. Hacen la tarea de los diplomáticos un poco más difícil, y ciertamente los hará más cautelosos en el futuro en cuanto a lo que dicen y dónde lo dicen. Un diplomático debe tomar decisiones difíciles, basadas en la información confidencial, en lugar de hacerlo con la que ya ha sido propagada por el mundo. Tiene que ser capaz de manipular la verdad, pero ¿cómo puede hacerlo si la verdad ya se conoce? La buena diplomacia sirve para mantener la paz y nos permite a todos dormir de forma más segura en nuestras camas durante la noche. En ese sentido, las críticas de Hillary Clinton contra las filtraciones, son del todo justificadas.

Los historiadores, mientras tanto, podemos regocijarnos quedamente de que aún habrá más documentos disponibles para que podamos llegar a un enfoque equilibrado de la verdad. Pensando de nuevo en mis estudios sobre los héroes y los líderes de la España histórica, sólo puedo lamentar que nunca fui capaz de encontrar el tiempo o energía para mirar todos los documentos disponibles. Por ejemplo, supongo que aproximadamente el 50% de los documentos sobre Felipe II, la mayoría de ellos ocultos en Madrid, todavía no se han estudiado. Hasta que esos documentos no sean analizados, nunca podremos tener una biografía definitiva del rey. ¡Ah, si pudiéramos tener un Wikileaks sobre él y sobre los otros grandes personajes históricos que crearon la España moderna!

Henry Kamen, historiador británico. Su último libro es Poder y gloria. Los héroes de la España imperial, Espasa, 2010