Y la nueva apuesta es... ¿el ladrillo?

España. Crisis financiera y económica. 2012. Soledad es una investigadora catalana casada con un político poco imaginativo. Cansada de vivir su realidad, se va al cine a ver su película favorita: Una mente maravillosa. A los pocos minutos, se duerme y revive su pesadilla.

Vive en un lugar cuya crisis fue provocada por una burbuja inmobiliaria alentada por créditos irresponsables. Primeros sudores. ¡Hay que cambiar de modelo de crecimiento! ¡No más ladrillo!¡Investigación! Decían los políticos. Uno de ellos cometió el error de querer imponer su modelo («economía social y sostenible»). Pero los modelos los determinan los inversores y el emprendedor. Lo más que pueden hacer los gobiernos es no poner trabas. Por supuesto, no tuvo éxito. Sudores fríos.

Entonces sube otro partido al poder y la apuesta es... ¿Biotecnología?¿Telecomunicaciones?¿E-nergías renovables?¿Ciencia en general? ¡No, qué va! De hecho, no solo hay recortes en I+D, sino que el tema desaparece del organigrama ministerial. La única apuesta es recuperar la deducción en el IRPF por la compra de vivienda habitual y mantener el IVA superreducido. And the winner is… ¡el ladrillo! Terrible déjà vu.

Ella sabe por qué no hay que recuperar esa deducción:

1. Aumenta muchísimo el déficit público. Si recortamos es o bien para ahorrar o bien para hacer una apuesta esperanzadora. Unos números nos situarán. En los últimos 10 años la medida ha costado 53.000 millones de euros (el 5% del PIB). En el 2009, antes de que se eliminara para rentas superiores a 24.000 euros anuales, dicha deducción costó 5.040 millones (cantidad similar a toda la inversión publica en I+D de ese año). Y prácticamente igual al esfuerzo que nos va a suponer la subida del IRPF (por cierto, a las clases medias, no a las altas, que no tributan por rentas del trabajo).

Recuperarla para todos los contribuyentes costará 1.500 millones, de los que 145 al año corresponden al hecho de recuperarla con efectos retroactivos para los que compraron vivienda en el 2010. Ello le supone un coste al Estado de más de 3.500 millones (145 millones anuales durante 24 años, la duración media de una hipoteca). Y, en este caso, ni siquiera sirve la justificación de fomentar la demanda de vivienda nueva y reducir así el estoc. ¡Nadie puede comprar ya una vivienda en el 2011! «¿Perdona?¿Alguien ha hecho un estudio riguroso del coste de esta medida y lo que se podría hacer con estos recursos si se dedicaran a otros aspectos más asociados al crecimiento a largo plazo? ¿Lo han hecho ustedes? Porque a mí, nadie me lo ha pedido», reflexiona para sí Soledad.

2. Ni siquiera está claro que esta deducción o el IVA superreducido del 4% fomenten la demanda a largo plazo. Dicho de otra forma, ¿son sensibles los consumidores a estas medidas? La respuesta es sí, pero solo a corto plazo. En Estados Unidos, se hicieron unas encuestas durante el periodo temporal de desgravación especial a la compra de vivienda (2009 y 2010), y el 75% dijeron que pensaban comprar de todas formas y que lo único que hizo la medida fue que se adelantaran. Exactamente lo mismo logró el anuncio de la eliminación de la desgravación a partir del 2011 en España. Las compras se anticiparon al 2010, y en el 2011 se paralizaron (y más sabiendo que el probable ganador de las elecciones iba a reintroducir dicha desgravación). El efecto neto es insignificante.

3. No favorece a las familias, sino que se capitaliza en menores reducciones de precios de la vivienda que solo favorecen a constructores, promotores y entidades financieras que reducen así sus pérdidas. Un documento de trabajo reciente del Banco de España estima que la eliminación de la desgravación reduciría el precio de la vivienda entre 7 y 8,5 puntos. «Es decir, yo, investigadora, que nunca he vivido por encima de mis posibilidades (y eso que era fácil, porque mis posibilidades no son muchas), vuelvo a hacer una generosa transferencia de renta a los colectivos que sí lo hicieron. ¡Fantástico!».

4. Discrimina en contra del alquiler y de otras formas de ahorro. El mismo documento del Banco de España estima que la eliminación de la desgravación aumentaría en 5,6 puntos la proporción del alquiler. Algo que todos los organismos internacionales recomiendan a España (un país con más de un 85% de propietarios).

5. Y un porcentaje tan elevado de propietarios reduce la movilidad laboral, lo que suele conducir a aumentos en la tasa de paro.

6. Es regresiva, únicamente las rentas más altas tienen suficiente capacidad adquisitiva para conseguir la máxima deducción legal.

7. Aunque se plantee como transitoria, luego cuesta mucho eliminarla (para muestra, un botón).

Se despierta horrorizada. Ojalá pasara como en aquella otra cinta de Woody Allen, y John Nash (Russel Crowe) saliera de la pantalla, porque: «¿Ven imaginación? Yo no».

Por José María Raya, profesor de ESCI, UPF.

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