“Y si gana Esquerra, mejor”

¿Un arrebato? Montoro tiene su carácter, pero todo indica que compareció con un guión preestablecido. Un guión que pasaría por el máximo debilitamiento posible de Convergencia Democràtica de Catalunya, el partido-guía de la amplia corriente soberanista catalana. “El separatismo se ha quedado sin fetiche y el coloso se convertirá en un pegote, en un pingajo. Ya empiezan a movilizarse los iconoclastas”, escribía ayer, a la castiza manera, Raúl del Pozo, para mí el más genuino columnista madrileño (‘El Mundo’). El más expresivo y el que transmite de una manera más colorista la sensibilidad dominante en la capital de España a pie de calle.

No voy a cometer la grosería de adjudicar el timbre fuertemente agresivo del ministro de Hacienda al “código genético” de la derecha española, para no emular al editorialista del diario ‘ABC’ que hace unos días atribuía los casos de corrupción detectados en Catalunya al ‘código genético’ del catalanismo. En Alemania, una afirmación de este tipo –apelar a la genética para culpabilizar un grupo humano- podría acabar ante un tribunal de justicia. Hay cosas que sólo se pueden escribir desde un profundo resentimiento, y en tal caso resulta aconsejable pedir auxilio a la psiquiatría.

La acerada intervención del ministro de Hacienda en el Congreso obedece a una estrategia política, fríamente ponderada por los grupos de trabajo formados en Moncloa para analizar, día tras día, sin pausas, ni vacaciones, la compleja situación catalana. La valiosa información obtenida por la policía fiscal sobre la existencia de unas cuentas de la familia Pujol en Andorra –información que, supuestamente, habría sido facilitada a la UDEF por un directivo de banca dispuesto a vender datos confidenciales- ha abierto una importante brecha. Y cuando se abre una brecha, la artillería no tarda en volver a disparar para agrandar el boquete, Creo que esto es lo que puede ocurrir en los próximos días.

Cien años después de la Gran Guerra, en el tiempo posmoderno, las batallas de verdad, las batallas cruentas, las batallas con muertos y heridos, se producen en las periferias del sistema occidental. Lo estamos viendo en Ucrania, Oriente Medio, en Sudán, en el Sahel… En el recinto central, en el interior del Palacio de Cristal, como diría el filósofo alemán Sloterdijk, las ‘batallas’ se producen en el terreno de la competición económica, del dominio de la información y de la fabricación de hegemonía cultural. El primer objetivo a batir es la reputación de los adversarios. Lo estamos viendo.

“El soberanismo catalán tiene dos pilares; uno de ellos puede colapsar como consecuencia del caso Pujol y de sus secuelas; si ese pilar se colapsa, vamos a ver si el otro pilar es capaz de soportar todo el peso de la situación. Quizá asistamos a la implosión del movimiento soberanista. Digo implosión, no explosión”. Este es el diagnóstico que me trasladaba hace unos días una persona próxima al Gobierno. Los hechos de las últimas semanas corroboran que esta es la estrategia en curso: debilitar a Convergencia Democràtica para que dé marcha atrás, o sucumba.

¿El PP desea una próxima victoria electoral de Esquerra Republicana? ¿Quiere tener a ERC como interlocutor?

“Ni lo deseamos, ni lo dejamos de desear. Si un pilar se colapsa, veremos si el otro es capaz de gestionar y resistir la situación creada. Y veremos qué opina la sociedad catalana al respecto”, concluyó mi interlocutor.

No es una estrategia nueva. Quien conozca un poco la política madrileña habrá oído más de una vez la siguiente expresión en los últimos meses: “Que Catalunya se cueza en su propia salsa. Que prueben a Esquerra Republicana durante una temporada y ya vendrán a pedir ayuda”. José María Aznar lo formuló de una manera más cruda y directa hace dos años: “Antes de que se rompa España, se romperá Catalunya”. Según algunos observadores madrileños, este escenario podría estar próximo. En estos momentos –en estos momentos, insisto-, el pensamiento dominante en el Partido Popular y en el Gobierno parece ir en esta dirección. Ello ayudaría a explicar la virulencia de Montoro en el Congreso, aderezada por su estilo personal.

Hay más factores en juego, sin embargo. Una potente focalización del caso Pujol relativiza de alguna manera el caso Bárcenas, el caso Gürtel, el caso ERE, el caso Noos y otros asuntos sucios, multiplicando el nihilismo social –“¡todos son iguales!”-, incrementando la indignación ciudadana y los deseos de enviar todo el sistema político e institucional a paseo. El escándalo de los Pujol ha abierto un enorme cráter en Catalunya, pero su radiación se expande por toda España, donde el líder catalán siempre fue observado con respeto por la mayoría. Su fulminante caída también ha decepcionado y ha dejado perplejos a muchos españoles no catalanes. A corto plazo, el caso Pujol favorece las expectativas electorales de la plataforma Podemos, principal recolectora de la ira ciudadana en estos momentos.

En este contexto, el Gobierno ha decidido comenzar el curso con la bandera de la “regeneración”. Regeneración desde arriba, antes que todo estalle desde abajo. El PP ha planteado, entre otras medidas, una drástica reducción de los aforamientos y una modificación del sistema electoral municipal –propuesta que parece inclinarse por la introducción de una segunda vuelta, no restringida a los dos primeros partidos- en teoría orientada reforzar las mayorías y evitar el filibusterismo de las minorías. Una reforma que a fecha de hoy el PSOE sigue rechazando por considerarla una “cacicada”.

El caso Pujol no sólo golpea la política catalana y deja a CDC medio noqueada. También pone el foco en la denominada ‘amnistía fiscal’, regularización de fondos en el extranjero, autorizada por el Gobierno en el punto más álgido de la crisis. En términos estrictamente jurídicos no está claro en estos momentos que Hacienda pueda acusar a los Pujol de haber cometido delito fiscal, si la familia logra acreditar documentalmente que los fondos en Andorra estaban en el pequeño principado desde el año 2008. Esta circunstancia, ayudaría a entender, desde otro ángulo, las palabras y el tono del ministro de Hacienda. Montoro acentuó el mensaje político ante la complejidad jurídica del caso. Los Pujol han escogido buenos abogados, que en estos momentos marcan la pauta del ex presidente de la Generalitat, para desgracia y desespero del grupo dirigente de CDC.

Las coyunturas políticas descubren su complejidad a medida que intentamos desmenuzarlas. Hay estrategias en curso, evidentemente, pero en una situación como la actual sería bueno no caer en la idea de que todo discurre de acuerdo con planes perfectamente planificados. Hay ajedrez, por supuesto. Hay grupos de inteligencia trabajando, es cierto. Pero también hay mucha improvisación y angustia en Barcelona y en Madrid. Código 11-9-11.

Enric Juliana

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