Yemen no es Gaza

A sólo unos días pasados de la celebración de Yom Hazikaron (el Día del Recuerdo para todos aquellos que perdieron la vida por Israel) algunos medios de comunicación comienzan a hacerse eco del Informe de UNICEF sobre la situación de los niños en Yemen. El balance es sólo provisional, pues las cifras pueden no ser exactas dada la situación de caos que reina en la zona, pero los datos son ya estremecedores. Al menos 115 han muerto, 172 han sufrido amputaciones y los grupos armados no cesan de reclutarlos violentamente para una muerte segura. Hospitales arrasados, escuelas atacadas, más de 100.000 personas desplazadas y más de mil 1000 muertos. La celebración de este día en el calendario judío invita a más de una reflexión, no sólo por la esencia del día en sí, sino por el contexto del incremento galopante del antisemitismo por doquier y la amenaza del yihadismo fundamentalista que campa por occidente y oriente dando muestra de su crueldad y barbarie.

Yemen parece ser un asunto interno entre árabes que no conmueve a la opinión pública (bueno, ni Yemen, ni Siria, ni Libia, ni Ucrania, ni Corea del Norte…). La coalición liderada por Arabia Saudí, y respaldada por Jordania, los Emiratos Árabes Unidos, Kuwait, Catar, Bahrein, Sudán, Egipto, Pakistán y Marruecos contra el grupo chií de los hutíes goza del silencio y de la aquiescencia de los que, por el contrario, se lanzarían a la calle con sus eslóganes y su algarabía contra el Estado Judío. Hace tan sólo un par de días, un nuevo misil ha sido lanzado desde la Franja de Gaza a territorio israelí y ni por asomo se dice nada en contra de una repetida provocación que ningún país occidental permitiría en su propio suelo. La pregunta que está en el aire, si es que de verdad se sostiene que todas las personas son iguales, es la siguiente: ¿son asesinos también todos y cada uno de los gobiernos que están bombardeando a Yemen? Que lo son los rebeldes, parece no dar lugar a dudas, el mismo organismo internacional ha dado a conocer también las vejaciones, agresiones sexuales y persecuciones a las que están sometidas mujeres y niños de la zona ocupada. Pero ¿son también asesinos los que pretenden defender al expresidente Mansour Hadi? ¿Por qué esta coalición puede bombardear poblaciones civiles, causando muertes y destrucción, arrasando hospitales y escuelas, sin que la opinión pública eleve su grito al cielo, salvo que sea Israel el protagonista de la acción?

Cuando la diana de la crítica se ofusca en ‘el único sujeto’ es porque la crítica está empañada de un sentimiento hostil y esta hostilidad, dirigida al mundo judío, se llama claramente antisemitismo. Que desde la defensa de los derechos humanos se hace también exaltación política partidista e ideológica es un tema ya manido, y los ejemplos sobran, pues al diferenciar los derechos de unos y otros, se falta a la humanidad de una de las partes. La crisis de legitimidad que invade a las instituciones políticas por los innumerables casos de corrupción y a las propias instituciones europeas por su siempre lenta capacidad de respuesta conjunta ante catástrofes tremendas, orilla también en muchas organizaciones que presumen de su estado de alerta a la hora de defender al más vulnerable. Al convertir a Israel en el leitmotiv de su concepción acomplejada de política exterior, no hacen otra cosa que poner en evidencia la dualidad del tratamiento llegada la hora de defender los derechos humanos y el maniqueísmo del uso descarado de los nobles principios de la Justicia y de la Libertad. Y cuando escribo estas líneas, desgraciadamente, se estará haciendo un nuevo recuento de las víctimas de este enfrentamiento que, para algunos, parece ser de carácter “privado”.

Alfredo Hidalgo Lavie es profesor de la UNED.

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