Yolanda Díaz y el Papa Francisco: ¿son de izquierdas o de derechas?

Yolanda Díaz y el Papa Francisco.
Yolanda Díaz y el Papa Francisco.

La religión es aquello que religa, es decir, una doctrina que reúne a la sociedad en torno a una idea compartida de bien y mal. Por el contrario, la política moderna consiste en dividir al pueblo en dos mitades, la izquierda y la derecha, cada una con sus propios conceptos de vicio y virtud. Y luego los partidos cosechan los beneficios de tal conflicto. De ahí la dificultad que tienen los políticos izquierdistas y derechistas para entender la religión en general y el cristianismo en particular.

Pero, en ocasiones, aparecen políticos dispuestos a ir más allá de izquierdas y derechas, intención confesa de Yolanda Díaz, que acaba de ser recibida por el Papa Francisco. Otros que en algún momento transitaron la senda de la trasversalidad, como Pablo Iglesias o Íñigo Errejón, ya habían mostrado cierto interés por el pontífice. Y es que hay algo que une el pensamiento socialista con el cristiano: la necesidad de legislar contra la desigualdad económica y la precariedad laboral.

Lo escribió el Papa en su encíclica Fratelli tutti: la caridad no es solamente la acción individual que ayuda a un anciano a cruzar el río, sino también la iniciativa estatal que construye un puente sobre dicho río. Invitar a un hombre a una comida es un acto solidario, sí, pero también lo es que el Estado garantice fuentes de trabajo que nos permitan comer cada día.

El cristianismo no es de derechas

El entendimiento entre Francisco y Yolanda ha causado llanto y rechinar de dientes entre la derecha hispana, acostumbrada a dos cosas: creerse dueña del catolicismo y tildar de bolchevique la más leve visión social de la economía. Macarena Puentes, secretaria de comunicación del PP madrileño, se ha apresurado a bautizar el encuentro directamente de “cumbre comunista”. Eduardo Inda, director de Okdiario, va más allá: "Este Papa comunista es el representante del Diablo en la Tierra". La misma opinión tiene el libertario de derecha Javier Milei: "Es el representante del Maligno porque impulsa el comunismo y eso va contra las sagradas escrituras".

Por supuesto, Milei y los suyos mienten. El Papa no impulsa el comunismo, sino la Doctrina Social de la Iglesia. Y aunque impulsase el comunismo, no estaría yendo en contra de la Biblia, sino más bien a su favor. Como escribió Álvaro d'Ors, “el ideal comunista, entendido simplemente como prescindir de la propiedad privada y tenerlo todo en común, ha sido exaltado por el cristianismo desde los Hechos de los Apóstoles, que compartían sus bienes”. “Podría hablarse”, añadía d'Ors, “de un comunismo cristiano, pero no de un capitalismo cristiano, ya que el capitalismo y el consecuente consumo solamente aumentan la inmoralidad”.

A la Derecha del Dinero le gustaría que ser católico consistiese solamente en tener los pecados perdonados, ir a colegio privado y acudir a algún banquete de bodas, bautizos y comuniones. Pero, desgraciadamente para ellos, la Doctrina Social cristiana incluye deberes político-económicos. Prescribe un mundo sin trabajadores explotados ni concentración de la riqueza. Y se opone, en palabras del Papa, al “dogma de fe neoliberal” de que “el libre mercado lo resuelve todo”.

Y por eso se rasgan las vestiduras los “liberales practicantes” como José Ramón Bauzá. El eurodiputado de Ciudadanos quiere que el Papa se limite a “hablar de Dios y dejar la economía a un lado”. ¡Como si la economía no tuviese que estar también al servicio de Dios y del prójimo! San Mateo lo deja claro en la Biblia: o se está al servicio de Dios o se está al servicio de Mammon, el demonio del dinero. Y resulta evidente que la derecha business sirve más a lo demoníaco que a lo cristiano, por mucho que quiera aparentar.

El cristianismo tampoco es de izquierdas

Pero la izquierda woke es igual de anticristiana que la derecha business, así que también ha criticado el encuentro de Francisco y Yolanda. Al subdirector de La Marea, Antonio Maestre, le parece mal que la izquierda “compadree con el cabeza de una institución que”, según Maestre, “reprime a la mujer”. También la exdirectora de Público, Ana Pardo de Vera, se muestra “escéptica como feminista” con un Papa que no estaría comprometido con lo que ella llama “la igualdad y los derechos sexuales”.

José Errasti añade que la izquierda debe estar sistemáticamente “contra el papa, el Dalai Lama, la Madre Teresa, Gandhi, Martin Luther King y cualquiera que esté motivado por creencias paranormales, por mucho que podamos coincidir con sus propuestas”. Un posicionamiento que parece, precisamente, más visceral que racional.

Pero hay una izquierda aún peor: la indefinida, divagante y extravagante, en palabras de Gustavo Bueno. Son los residuos del hippismo sesentero, el sesentayochismo francés, la Movida ochentera y la Nueva Era noventera. Sujetos como el tuitero Jonatham Moriche, que sí reivindican al Papa, pero entendiéndolo como un simple moralista cargado de buenas palabras e intenciones, a la altura de la pequeña Greta, el abuelito Biden y otras mascotas del sistema.

Su propuesta es que Francisco encabece una internacional buenrollista con la filantropía de Bill Gates, el talante de Zapatero y las magdalenas de Manuela Carmena. Con este equipo, esperan que el Papa marche a predicar la Declaración de los Derechos Humanos y la Agenda 2030. Cantarán todos a coro el Imagine de John Lennon y surcarán el arcoíris a bordo del Open Arms.

Ocurre habitualmente que la progresía solamente se arrima al Papa intentando legitimar sus ideas propias: el ecofeminismo, el indigenismo, el unión-europeísmo, el globalismo y la libre inmigración. Planteamientos que sólo podrían insertarse en el cristianismo a base de retorcer citas y versículos. Porque, en fin, si a la derecha business le sobraba el contenido económico del cristianismo, a la izquierda woke le sobra su contenido teológico. Es por lo que unos y otros están incompletos.

El cristianismo, por encima de izquierdas y derechas

El politólogo yanki Mark Lilla se define como liberal-progresista y contrario al pensamiento político cristiano. Por eso se agradece la honestidad de sus palabras. Lilla afirma que el cristianismo es hoy el único ideal coherente, a diferencia de “la derecha y la izquierda sistémicas en la Europa actual”. Por un lado, estaría “la izquierda que se opone a la fluidez incontrolada de la economía global, pero celebra la inmigración, el multiculturalismo y los roles de género fluidos”.

Y por otro lado está “la derecha que invierte esas posiciones: denuncia la libre circulación de personas por desestabilizar la sociedad, mientras promueve la libre circulación del capital, que hace exactamente lo mismo”.

Frente a ambas formas de hemiplejia, el cristianismo critica el mundo líquido “tanto en su vertiente de izquierda cosmopolita como en su vertiente de derecha neoliberal”. Es capaz de oponerse “a la inmigración masiva, la cultura LGBTQIA+ y la Unión Europea”, pero también a “los mercados financieros no regulados, la austeridad neoliberal, la modificación genética, el consumismo y AGFAM (Apple-Google-Facebook-Amazon-Microsoft)”. Lilla apunta que “esta combinación puede parecernos extraña, pero es mucho más consistente que las posiciones” del resto del arco político.

De la misma forma, sólo el Papa denuncia plenamente la “economía del descarte” en la que vivimos. Nuestro sistema valora únicamente lo productivo y desprecia a los viejos, los débiles, las familias o los enfermos. La derecha forma parte de ello cuando abandona las residencias de ancianos, cuando considera la pena de muerte como justicia, la salud mental como un privilegio y el suicidio como una libertad.

Y también la izquierda forma parte de ello cuando prescribe el aborto como un alegre trámite y la eutanasia como solución al colapso sanitario. Pero un cristiano sabe que “la economía del descarte que se manifiesta en la obsesión por reducir costes laborales y sanitarios” es la misma que empuja a la eliminación de “los que todavía no son útiles (los no nacidos) y los que ya no sirven (los ancianos)”.

Pero la astucia del cristianismo no se queda en su habilidad para señalar la conexión entre los diferentes males del mundo. También es el único espacio político capaz de tender puentes para solucionar esos males. Lilla cuenta que, en un mundo cada vez más polarizado, los cristianos se atreven a alternar “la encíclica del papa Francisco Laudato si'” con lecturas de “el joven Marx, el anarquista Proudhon, Martin Heidegger el nazi, Hannah Arendt la judía, Simone Weil la mística y George Orwell el ateo”.

Ojalá Yolanda Díaz sepa inspirarse en este espíritu de trasversalidad. La vicepresidenta debe escoger entre dos caminos, en palabras del periodista Enric Juliana. La primera vía es el sectarismo de las Otras Políticas: la vieja “izquierda anti-clerical de Ada Colau, que no ha querido acudir a la inauguración de la torre de la Sagrada Familia”. La segunda ruta es la que va más allá de la izquierda y la derecha, como hacía “Comisiones Obreras en los años setenta con el sindicalismo católico”. Que el Espíritu Santo la guíe.

Hasel-Paris Álvarez Martín es politólogo y especialista en geopolítica.

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